Adiós Madrid (Argentina, España/2024). Dirección: Diego Corsini. Guion: Mariana Cangas y Diego Corsini. Fotografía: Santiago Squadroni y Pedro Calamar. Música: Alan Senderowitsch, Andy Colombo. Edición: Christian Valente, Santiago Squadroni, Mateo Meroni. Elenco: Luciano Cáceres, Javier Godino, Fariba Sheikhan, Mónica Solaun, Ramón Esquinas, Ingrid Rubio, Sara Vega, Marta Malone. Duración: 102 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 16 años. Nuestra opinión: buena.
Nunca se está preparado para afrontar una decisión límite, por más esperable que sea. La historia, las heridas del pasado, las cicatrices que quedaron, indelebles, en el alma; quiénes fuimos y quiénes somos. De todo eso habla Adiós Madrid, última película de Diego Corsini (Pasaje de vida, Solo el amor), que en su formalidad y estilo busca llegar a lo más profundo del alma.
Ramiro (Luciano Cáceres) ha construido lo que, entiende, es el ideal de familia, compuesto por una esposa que se preocupa por él y una hija pequeña que lo adora. Quizás, inconscientemente, haya obrado por oposición a la decisión de su padre, que abandonó el seno familiar cuando él tenía 10 años, para apostar por un sueño de libertad en Madrid. Pero su presente “perfecto” se resquebraja cuando recibe un llamado del marido de su padre, que le avisa que este se encuentra internado en coma y con cáncer terminal. Su último deseo es que lo desconecten de cualquier asistencia artificial y lo dejen morir; y el único familiar sanguíneo que puede viajar de Buenos Aires a Madrid para validar esa decisión ante el sanatorio es Ramiro.
El viaje de dos días para lo que él llama “un trámite”, se complejiza cuando el azar lo cruza con gente que conoció a su padre, que lo veneran y describen como una persona solidaria y generosa. Justo a él, que nunca lo perdonó y apenas lo recuerda. Allí, en ese contraste entre la mirada de los otros y la suya, comienza a abrirse un camino de preguntas y contradicciones que lo acompañarán durante su breve estadía.
Esta suma de elementos, no por remanidos menos emotivos, le alcanzan a Adiós Madrid para constituirse en una película sensible, certera, estructurada de manera lineal, directa, con sus vaivenes emocionales colocados con precisión, sin artilugios ni efectismos.
El viaje de descubrimiento de Ramiro -que también será la conexión con un pasado que, por dolor, había decidido enterrar- es paulatino y armónico. Primero con el encuentro azaroso de un alumno de teatro de su padre en un bar, que a su vez lo llevará a una reunión donde conocerá a más gente, y de ahí a otra, y a otra, en un discurrir nocturno muy habitual en la capital española, que funciona a la perfección con las intenciones de la película. Cada charla de esa noche será el escalón hacia un entendimiento mayor, que no solo habla de su padre, sino también de sí mismo.
Quien también funciona, y muy bien, es el elenco. Se caía de maduro que Luciano Cáceres era el actor ideal para interpretar a este hombre de mediana edad, cínico y retraído. Sin embargo, la transformación del personaje exigía ir liberando paulatinas dosis de sensibilidad, tarea que el actor logró con creces, llegando a un clímax donde la emoción se entrelaza con la vulnerabilidad. Detrás de él, un reparto compuesto por actores y actrices españoles, da el tono justo, funcionando como un cable a tierra del protagonista.
Menos efectivos, por innecesarios, resultan el personaje de una mendiga que devela el lado oscuro del protagonista, o las alucinaciones relacionadas con la presencia del padre, que guían los pasos de Ramiro. Con el diálogo final alcanzaba y sobraba, para entender la metáfora. Y sin él también.
De todos modos, los anteriores son dos asteriscos menores, en el conjunto de una película que logra conmover sin apelar nunca al golpe bajo. Con herramientas genuinas, y un guion simple, bien contado y muy humano, Adiós Madrid hilvana un relato emotivo de reconciliación, prejuicios, despedida y aceptación.