Isquia, isla situada en el mar Tirreno frente a la costa de la región italiana de Campania, ha sido durante siglos un enclave dotado de paisajes modelados por su activa geología volcánica. Conocida hoy por sus aguas termales y exuberancia natural, Isquia ocupa un lugar singular tanto como refugio moderno de bienestar como por la riqueza de su pasado. Esta isla fue llamada en la Antigüedad Pithecusae por los griegos, quienes la colonizaron alrededor del año 750 a.C., atraídos por las aguas termales a las que conferían propiedades curativas y promotoras de los primeros balnearios mediterráneos. La tradición griega dejó huellas profundas: necrópolis, hornos y cerámicas, recuerdos materiales de los primeros asentamientos que ficharon el perfil histórico de Isquia.
Posteriormente, en torno al año 322 a.C., los romanos tomaron posesión de la isla, a la que rebautizaron como Aenaria. El nombre de Aenaria aparece en escritos de autores como Plinio el Viejo y Estrabón, asociándose con acontecimientos militares y actividades marítimas relevantes. A pesar de ello, durante mucho tiempo los estudiosos pensaron que la presencia romana en Isquia había sido efímera, limitada a pequeñas instalaciones costeras, debido a la aparente ausencia de grandes vestigios urbanísticos y quizá también al temor que inspiraba su inquieta actividad volcánica. Sin embargo, los recientes hallazgos arqueológicos bajo la bahía de Cartaromana han transformado esta percepción, demostrando la verdadera magnitud del asentamiento romano en la isla.
La erupción volcánica que sumergió la ciudad romana
La historia de la sumersión de Aenaria se remonta a alrededor del año 180 d.C., cuando el volcán Cretaio, situado en Isquia, entró en erupción. Las explosiones y los movimientos telúricos asociados generaron un efecto devastador sobre la ciudad portuaria, que acabó engullida por el mar. A diferencia del caso de Pompeya, cuyas circunstancias quedaron documentadas por Plinio el Joven durante la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., casi nada ha perdurado sobre los detalles del desastre que vivió Aenaria. No existen fuentes directas ni relatos contemporáneos que describan la destrucción, lo que ha envuelto el suceso en un halo de misterio durante siglos.
Los arqueólogos sostienen que un fenómeno comparado a un tsunami o a violentos terremotos arrastró la ciudad y la hundió bajo varios metros de sedimentos y material volcánico en la bahía de Cartaromana. La falta de registros escritos fue determinante para prolongar durante siglos la condición casi legendaria de la desaparecida ciudad romana, sepultada y olvidada bajo el lecho marino. Solo recientemente, el avance de las tecnologías subacuáticas y el renovado interés por la arqueología marítima han permitido acceder al testimonio físico de aquel acontecimiento catastrófico.
Descubrimientos arqueológicos y redescubrimiento moderno de Aenaria
Los primeros indicios de la existencia de Aenaria resurgieron en 1972, cuando dos buceadores hallaron fragmentos de cerámica y lingotes de plomo en el litoral de Isquia. Aunque este hallazgo suscitó el interés inicial de arqueólogos como Don Pietro Monti y Giorgio Buchner, las investigaciones de aquel entonces no avanzaron debido a la falta de resultados concluyentes. La bahía quedó restringida y el misterio perduró por décadas.
No fue hasta 2011 que la curiosidad y el empeño local reactivaron la exploración, liderados por colectivos como la cooperativa Ischia Barche y la rama Marina di Sant’Anna. Gracias a sus esfuerzos y a la participación de arqueólogos como Alessandra Benini, se procedió a una excavación sistemática del fondo marino. El trabajo reveló, a solo dos metros bajo las capas volcánicas, los restos perfectamente conservados de un muelle romano de notables dimensiones. A este descubrimiento se sumaron monedas, ánforas, mosaicos, vestigios de villas costeras y los restos de una embarcación. Análisis de radiocarbono confirmaron que las estacas del muelle eran anteriores al siglo I d.C., reforzando la hipótesis de un asentamiento romano de mayor alcance.
Además del muelle, las excavaciones sacaron a la luz equipo naval, piezas asociadas con comercio e incluso objetos militares, lo que sugiere que Aenaria no solo fue un punto de intercambio económico sino también un enclave estratégico. Se hallaron ánforas de diversos orígenes mediterráneos y un poste de amarre decorado con una cabeza de cisne, distintivo de la marina romana. Junto a los restos materiales se encontraron miles de mosaicos, utensilios cotidianos y elementos de la vida doméstica, evidenciando la presencia de una comunidad civil establecida junto al puerto.
Importancia cultural, histórica y perspectivas futuras de las excavaciones
La resurrección de Aenaria ha adquirido un significado crucial tanto para Isquia como para la historiografía italiana. Las ruinas sumergidas permiten reinterpretar el pasado romano de la isla, desmontando el antiguo paradigma que minimizaba o negaba la existencia de una ciudad portuaria de magnitud relevante. Cada verano, un equipo multidisciplinario continúa las excavaciones bajo circunstancias complejas, condicionadas por la escasez de recursos y las limitaciones que impone el entorno marino. El impacto principal de estos trabajos no solo ha sido patrimonial y académico, sino también turístico. Las visitas guiadas en barcos de fondo acristalado y las proyecciones en 3D permiten al público general contemplar una fracción viva de la Antigüedad, conectando a los visitantes actuales con la vibrante historia de la isla.
La interpretación del sitio sigue en curso. Los análisis más recientes de materiales y objetos atestiguan la vasta red comercial y cultural de Aenaria, conectada con zonas que abarcan desde Campania hasta el Levante y la Hispania romana. La esperanza del equipo arqueológico es hallar en próximas campañas los cimientos de la ciudad residencial, un descubrimiento que confirmaría la existencia de una urbe completa junto al gran puerto. Incrementar la inversión y aplicar tecnologías como Lidar y georradar resulta clave para el futuro de la exploración.
El redescubrimiento de Aenaria abre una ventana inédita a la vida cotidiana, las dinámicas comerciales y las estrategias militares del Mediterráneo romano, ayudando a reescribir la historia de Isquia y del sur de Italia en general.