“Realmente fueron tantos y de todos lados”. Con esas palabras, Gabriel y Agustín Iaconis, padre e hijo, respectivamente, agradecieron a la gente que los llegó a auxiliar al campo donde se les había quedado la cosechadora de US$220.000. El hecho había sucedido en la zona de Corbett, en el partido bonaerense de 9 de Julio, donde hace quince días aceptaron levantar una cosecha en un campo de la zona y terminaron con la máquina encajada y bajo el agua.
Este viernes, la familia confirmó que la máquina pudo salir del barro, con la ayuda que le brindó la gente de la comunidad. “Agradecemos enormemente a todas y cada una de las personas que, de una u otra manera, ayudaron a sacar el equipo del agua. Realmente fueron tantos y de todos lados que no queremos nombrar a nadie para no olvidarnos de alguien. Pero agradecemos a cada persona que brindó su ayuda, cada palabra de aliento, a todos los que prestaron lingas, tractores, duales», narró.
En ese sentido, siguió: “A los vecinos, a los dueños del campo que permitieron cortar los alambres, y un profundo agradecimiento a las personas que estuvieron y anduvieron en el agua con ellos, y muy especialmente a quienes fueron ayer y lograron sacarla, así como a todos los que difundieron”, indicó en un mensaje Iaconis.
La cosechadora era una Challenger, modelo 2010, que todavía la están pagando. En el mercado, señaló, cuesta 220.000 dólares. Si bien está asegurada, el seguro no cubre este tipo de incidentes por inundaciones, por eso la preocupación del productor y contratista.
Agustín había contado que habían llegado hasta ese lugar luego de ir a prestar un servicio hace unos diez días y se les encajó la cosechadora. Según había mencionado, no había manera de poder sacarla si no era con una retro. “Me la estaba tapando el agua porque se había desbordado un canal y donde se encontraba la cosechadora entraba el agua. Si no la podía sacar, directamente la terminaba perdiendo porque me la tapaba el agua”, explicó días atrás Iaconis a LA NACION.
El productor relató que, junto con otros vecinos, planeaban intentar sacar la cosechadora, aunque reconoció que la tarea parecía imposible, ya que desde entonces subió al menos 50 cm el nivel del agua.
“Es un año muy complicado para todos. Se nos complicó con el agua y no pudimos trabajar. Este era un laburo que agarramos para poder seguir viviendo, porque ni las cuentas podemos pagar. Es muy lamentable porque se terminan los sacrificios de mi abuelo, de mi padre, los míos… de todos juntos”, acotó. Su familia lleva años dentro de la actividad agrícola.
“Mi viejo [Gabriel Iaconis] arrancó con mi abuelo hace 35 años y venimos pasando de generación en generación. Ahora sigo yo; tengo 25 años, y desde que tengo uso de razón no me acuerdo de algo así. Mi papá y mi abuelo siempre me contaron que en el 2000 o 2001 también hubo una inundación grande, pero dicen que nada que ver con lo de ahora. Esto es mucho más grande», dimensionó.
A partir de las inundaciones, acotó, muchos campos de la zona quedaron sin levantar la cosecha. “Es muy lamentable lo que estamos viviendo. En otros años, una cosecha normal que hacíamos era de 1500 hectáreas. Este año no llegamos a las 500. Y los gastos este año superan el doble de lo normal, por combustible, roturas, todo lo que se necesita. Los costos operativos son mucho más altos que en años normales”, enumeró.