
El colesterol es una palabra que suele encender las alarmas cuando aparece en los resultados de un análisis de sangre. Aunque muchos creen que todo el colesterol es negativo, se trata de una sustancia esencial para el cuerpo. Se encuentra en cada célula y proviene tanto de la producción hepática como de ciertos alimentos de origen animal, como la carne y los productos lácteos.
¿Qué tipos de colesterol existen?
Según Medline Plus, el colesterol circula unido a proteínas, formando las llamadas lipoproteínas. Existen dos tipos principales: el HDL o “colesterol bueno”, responsable de transportar el colesterol desde otras partes del cuerpo al hígado para ser eliminado; y el LDL o “colesterol malo”, cuyo exceso puede acumularse en las arterias.
Controlar estos valores resulta clave para proteger la salud cardiovascular y evitar enfermedades coronarias o accidentes cerebrovasculares. Para conocerlos, basta con una prueba sencilla de sangre que permite obtener los niveles de colesterol tanto de HDL como de LDL.
Cuándo y cómo debe medirse el colesterol

La frecuencia con la que se recomienda realizarse estudios varía según la edad y el riesgo individual. La fuente indica que los menores de 20 años deberían efectuarse una primera evaluación entre los 9 y 11 años, repitiéndola cada cinco años. Aquellos con antecedentes familiares de colesterol elevado, infarto o accidente cerebrovascular necesitan iniciar los controles incluso desde los dos años.
En adultos, lo habitual es analizar el colesterol cada cinco años. Los hombres entre 45 y 65 años, y las mujeres de 55 a 65 años, se ven beneficiados al controlar sus niveles cada año o cada dos años, conforme a la indicación de los profesionales.
Los valores de referencia cambian según edad y género. Para niños y adolescentes, más de 45 mg/dL de colesterol HDL es lo adecuado, mientras que los hombres adultos deben superar los 40 mg/dL y las mujeres los 50 mg/dL.
Factores que pueden modificar el colesterol
Además de la alimentación, el peso corporal y el ejercicio físico influyen decisivamente. Perder peso, en particular si existe grasa abdominal, suele incrementar el colesterol bueno. Realizar actividad física 30 minutos al día la mayoría de la semana permite no solo elevar el HDL sino reducir el LDL.
El tabaco también afecta al colesterol, por lo que dejar de fumar y evitar ambientes con humo resulta fundamental. El consumo de alcohol debe mantenerse bajo, ya que el exceso puede contribuir al descenso del HDL a través del aumento de peso.
Algunos medicamentos pueden disminuir el HDL en ciertas personas. Betabloqueantes, esteroides anabólicos, progestinas y benzodiazepinas forman parte de los principales grupos que pueden repercutir en los análisis. La diabetes constituye otro factor que reduce el HDL, por lo que se recomienda manejarla activamente.
Alimentos que ayudan a reducir el colesterol

En el corazón de esta nota se encuentran los alimentos que favorecen mantener bajo control los niveles de colesterol. Lo fundamental es reemplazar grasas saturadas y trans por alternativas más saludables. Los productos ricos en grasas insaturadas se asocian con una mejora en el perfil lipídico.
Los principales alimentos beneficiosos incluyen:
- Aceite de oliva y aceites vegetales: Forman parte esencial de la dieta por su aporte de grasas saludables.
- Aguacate: Destaca por su contenido en grasas insaturadas, de igual modo las nueces.
- Alimentos ricos en fibra: La avena y los frijoles ayudan por su alto contenido de fibra natural.
Para mantener el HDL alto y el LDL bajo, se debe evitar:
- Leche entera, quesos y carnes grasas como tocino y salchichas.
- Comidas fritas, productos horneados procesados y cualquier alimento elaborado con grasas trans o aceites vegetales hidrogenados.
- Consumo elevado de azúcares y carbohidratos refinados.
