Lejos de mostrar cenas lujosas o recorridos gastronómicos, la empresaria y figura televisiva decidió narrar una experiencia cotidiana que sorprendió a sus seguidores: reemplazar restaurantes por compras de supermercado.
A través de un relato espontáneo, explicó que una salida a cenar fue suficiente para notar que los precios superaban cualquier expectativa. Esa impresión inicial la llevó a buscar una alternativa más práctica para cubrir desayunos y cenas durante su estadía. El resultado fue una compra básica que, pese a no ser abundante, alcanzó una cifra que generó asombro.
Una decisión marcada por los precios

La experiencia comenzó con una salida a cenar que dejó una sensación clara. “Fuimos a cenar y vimos que todo es carísimo”, comentó Alejandra Baigorria en un video subido a su cuenta de TikTok al explicar por qué optó por cambiar de plan. Frente a ese escenario, decidió ingresar a un supermercado local para evaluar cuánto costaba cubrir necesidades básicas de alimentación durante su viaje.
Desde el inicio de su relato, la empresaria dejó en evidencia que incluso los productos más simples representaban un gasto considerable. El agua fue el primer ejemplo. “Agüita Evian porque es la única agua que venden y es la más barata. Increíble, pero cierto”, señaló, resaltando que incluso lo esencial tenía precios elevados.
La lista de compras incluyó productos habituales para cualquier hogar: yogures, jugo de manzana sin azúcar, huevos, bebidas sin azúcar, pan, cereales y café. Sin embargo, el detalle que más llamó la atención fue la percepción constante de sorpresa ante cada artículo. La influencer enumeró uno a uno los productos mientras dejaba claro que la intención no era darse gustos excesivos, sino resolver comidas sencillas.
La compra, pensada para cubrir varios días, reflejó una estrategia de ahorro dentro de un contexto que no daba demasiadas opciones. “Así que fuimos a comprar a un market y van a ver cuánto me salió”, dijo antes de revelar el monto final. El supermercado, en este caso, no representó una alternativa económica en términos absolutos, pero sí una solución frente a los costos aún mayores de los restaurantes.
Productos cotidianos con precios excepcionales

La relación entre precio y producto fue uno de los aspectos más comentados del relato. Alejandra Baigorria detalló artículos comunes como yogures, mantequilla, quesos, jamón, leche de almendras y leche de vaca. A ellos se sumaron panes variados, chocolate caliente, edulcorantes, té y cereales, además de un hidratante y un paquete adicional de agua.
Uno de los momentos más llamativos ocurrió al mencionar una fruta. “Una palta, la palta más cara de mi vida, como dieciocho lucas una palta”, expresó, evidenciando el contraste con los precios habituales en Perú. Ese comentario se convirtió en uno de los puntos más comentados por quienes siguieron su experiencia, al tratarse de un producto cotidiano en la dieta local.
El chocolate también tuvo un espacio especial en la lista. Baigorria incluyó chocolate Lindt, al que describió como uno de sus favoritos, además de una variedad con pistacho. Estos productos, aunque asociados a la identidad suiza, no dejaron de sumar al total final, que ya se perfilaba elevado incluso antes de ser anunciado.
La compra incluyó también huevos, bebidas gaseosas sin azúcar y yogures de proteína, lo que reflejó una intención de mantener hábitos alimenticios similares a los de casa. Sin embargo, el contexto cambió por completo la percepción del gasto. Cada producto, por más básico que fuera, reforzaba la idea de estar en un país donde el costo de vida opera bajo parámetros distintos.
“¿Saben cuánto salió todo esto? Quinientos cincuenta soles”, dijo al revelar la cifra total. La reacción fue inmediata. “A la shit”, agregó, dejando en claro que el monto superó cualquier cálculo previo. La cantidad, destinada a productos para varios días, evidenció el nivel de precios en el país europeo.
Una experiencia que redefine el viaje

Más allá del detalle de la compra, el relato de Alejandra Baigorria dejó entrever una adaptación forzada a las condiciones del lugar. “Bueno, ya saben, si vienen a Suiza, no sé, busquen un market lo más barato posible”, recomendó, asumiendo que incluso esa opción implica un gasto considerable.
La empresaria fue enfática al describir su percepción general. “Es supercaro. Es uno de los países más caros donde… es el más caro a donde he viajado”, afirmó, comparando esta experiencia con otros destinos internacionales que ha visitado. Su testimonio se centró en la sorpresa constante y en la necesidad de ajustar expectativas frente a una realidad económica distinta.
La planificación de la estadía también quedó condicionada por este factor. Según explicó, la compra realizada estaba pensada para cubrir cinco días de desayuno y cena. La improvisación fue parte del proceso, incluso con un toque de humor. “Esto alcanzará para los cinco días que estaremos acá en desayuno y cena. ¿Cómo? No sé, comerán chocolate”, dijo entre risas.
