Alejandro G. Roemmers presentó en Madrid su última novela con prólogo de Vargas Llosa

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MADRID.-El salón de la Galería de las Colecciones Reales, donde se conserva la única colección de Stradivarius de España, rodeado por los jardines del Campo del Moro y custodiado por la Catedral de la Almudena y el Palacio Real de Madrid, está colmado por más de 200 personalidades del ámbito de la literatura, el arte y la societé española. Frente a ese auditorio, y con una vista impactante de la ciudad de fondo, Alejandro G. Roemmers presentó en España su última novela, El misterio del último Stradivarius. La obra ya se presentó este año en la Feria del Libro de Buenos Aires y en la ciudad de Cremona, en Italia, y lleva el prólogo que Mario Vargas Llosa escribió poco antes de morir.

Entre los convocados estuvieron Manuela Villa Acosta, Directora General de asuntos culturales de la Presidencia del Gobierno de España; Cecilia Meirovich, agregada cultural de la Embajada de Argentina en España; David Donaire, subdirector de asuntos culturales de la Presidencia del Gobierno de España; Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI); Ana Botella, exalcaldesa de Madrid y esposa de Jose María Aznar y Telma Ortiz, hermana de la reina Letizia y asesora de CEAPI.

De izquierda a derecha, Carmen Posadas, Alejandro Roemmers, María Dueñas, la violinista Rocío Medina y Raúl Tola

Junto al autor se ubicaron dos escritoras consagradas de la literatura española: María Dueñas (Misión olvido, La templanza, Las hijas del capitán y la famosísima El tiempo entre costuras, entre otras) y Carmen Posadas (La maestra de títeres, La leyenda de la peregrina y Licencia para espiar, entre otras). Además, Raúl Talo, director de la Cátedra Vargas Llosa, guió una cálida conversación que intercaló aspectos del proceso de creación del libro, la entrañable amistad de Roemmers con el papa Francisco y el vínculo que mantuvo con Vargas Llosa durante más de una década.

“Siento una gran emoción porque me hubiera gustado muchísimo que Mario estuviera en la presentación de la novela y que él mismo hubiera leído el prólogo. Pero bueno, él tomó el recaudo de que su hijo Álvaro lo hiciera en la Feria del Libro de Buenos Aires”, arrancó Roemmers.

La madre de Alejandro Roemmers, Hebe Colman Miller, acompañó a su hijo en la presentación de su libro en Madrid

La novela se estructura como un mix entre relato histórico y thriller policial. La narración recorre el devenir del último violín que creó el legendario lutier Antonio Stradivari durante tres siglos, en los que es protagonista de hechos significativos de la historia mundial, hasta terminar en una pequeña localidad del Paraguay en la casa de un coleccionista de arte asesinado junto a su hija en misteriosas circunstancias.

Esa historia policial, ocurrida en 2020, despertó la curiosidad de Roemmers y le sirvió para entretejer una trama que involucra al propio Stradivari, a Verdi y hasta a un jerarca nazi como destinatarios del preciado instrumento.

“Debo confesar que me dio mucha envidia que dieras con esta historia. A nosotras, que nos especializamos en novelas históricas, esta noticia policial nos resulta sumamente interesante. No tengo dudas de que a Vargas Llosa, que era un gran cazador de historias, también le habría fascinado”, aseguró Posadas.

La presentación de El misterio del último Stradivarius se realizó en la Galería de las Colecciones Reales antes más de 200 personas

“La leí en mi teléfono durante la pandemia, que pasé en una estancia que tenemos en Córdoba, y me resultó muy extraño que esos instrumentos tan valiosos aparecieran allí sin que nadie supiera cómo habían llegado hasta esa localidad”, relata Roemmers. “Ese fue el hilo del que empecé a construir toda una historia en la que entra en juego el tema de los tesoros que se apropiaron los nazis en los campos de concentración. También me enteré de que en esos lugares horrendos hubo muchos prisioneros que tocaban instrumentos. Entonces, cuando encaré la novela, también pensé en una misión que tiene la música: mantener al ser humano, humano. Es lo que nos cuida todavía como la última frontera frente a la deshumanización”.

Sin embargo, el foco inicial de El misterio del último Stradivarius apareció en el imaginario de Roemmers de otra manera: “Pensaba escribir sobre dos violines y el título iba a ser Los violines malditos, porque traían mala suerte. Avancé varios capítulos con esa idea, pero después sentí que no quería asociar a la música ni al arte con algo negativo. Entonces decidí dejar de lado esa trama, aunque me sirvió toda la investigación que había hecho sobre Cremona y también sobre Paraguay para construir la historia. Así opté por centrarme en un solo violín, que no tuviera nada de mágico, pero sí un sonido muy especial, en el que Antonio Stradivari hubiera puesto lo mejor de su arte y que lograra conmover profundamente a quien lo escuchara. Creo que esa es la gran virtud del arte, pero sobre todo de la música: que puede emocionarnos, hacernos lagrimear y ablandar el corazón”.

La novela de Alejandro G. Roemmers lleva un prólogo de Mario Vargas Llosa, el último texto que escribió el premio Nobel

María Dueñas destacó el modo de Roemmers de contar esta historia y cómo construyó una trama en dos planos, en los que se entrelazan el relato histórico y el policial: “Quienes nos dedicamos a contar historias siempre nos preguntamos por esas cuestiones que van más allá de la trama y tienen que ver con la estructura de una novela. Cómo fue el desafío de estructurar dos planos tan distintos, darles coherencia, equilibrio y verosimilitud, para que al final la novela quede compacta. Porque en tu libro se van siguiendo dos intrigas en paralelo, y ambas logran un alto grado de interés, pero sin que haya discordancias entre ellas. Al contrario: se potencian y, al ir alternándose, hacen que la lectura sea aún más entretenida”.

“En la parte europea de la historia puse especial foco en lograr una ambientación lo más precisa posible, e incluso incluí personajes reales de la época, asegura Roemmers. Conviven figuras históricas auténticas con otras ficticias, y me gusta dejar un halo de misterio sobre cuáles son cuáles, para que el lector que quiera pueda investigarlo. La idea era entrelazarlos de tal manera que no se notara la diferencia. Lo más difícil fue lograr que la investigación actual en Paraguay pudiera contrapesar la riqueza de la parte europea. Ese fue un verdadero desafío”.

De nazis y antihéroes

Uno de los personajes centrales de El misterio del último Stradivarius es el comisario Tobosa, un policía paraguayo que se obsesiona con el asesinato del lutier y su hija y con el misterioso instrumento. Una especie de héroe anónimo cargado de buenas intenciones, al que acompaña Gutiérrez, un oficial con pocas luces y mucha ambición.

“Los dos tienen algo de Don Quijote y Sancho Panza, pero con una diferencia clave: el ayudante no es leal, como suele ocurrir en ese tipo de dúos, sino todo lo contrario. Quise que representara a esas personas que cumplen tareas comunes y silenciosas, y que solo cuando ocurre algo extraordinario descubrimos que también pueden ser heroicas”, detalla Roemmers. Y agrega: “Pensé en figuras como policías, bomberos, enfermeros o médicos: oficios muchas veces poco valorados, con sueldos bajos y grandes sacrificios, que solo reconocemos cuando nos salvan en una emergencia. Ese es el espíritu que quise rendir en el personaje del comisario: alguien a quien la vida parece ensañarse, con dificultades en el trabajo y en lo personal, pero que aun así conserva su bondad. Esa mezcla de fragilidad, decencia y humanidad es lo que le da profundidad al personaje”.

“Otro de los personajes centrales es el oficial nazi”, interviene Posadas. “Es jefe del campo de concentración en Trieste, Italia, que tiene un violinista extraordinario entre sus prisioneros y le obliga a tocar música que de alguna manera tapa todo el horror que se está viviendo. Es lo que Hannah Arendt definió como la banalidad del mal. Este señor, que quizás fue un buen hijo, se convierte en un monstruo, pero a la vez, a través de la música de ese violín, de alguna manera se conecta con lo mejor de sí mismo”.

“Sí, justamente quise mostrar esa ambivalencia porque tuve varias veces discusiones sobre si un gran creador artístico necesariamente tenía que ser una buena persona. En mi idealismo presumía que sí, pero rápidamente me demostraron que no”, confiesa Roemmers. “Es llamativo que lo que relato en el libro tiene puntos de contacto con dos hechos noticiosos que se conocieron hace poco: el descubrimiento en la Argentina de una pintura del italiano Giuseppe Ghislandi en una casa, a principios de este año, que se le había confiscado a un coleccionista de arte en la Segunda Guerra Mundial, y también el hallazgo en Japón de un violín Mendelssohn que había sido robado. Es como que esta historia sigue viva y sigue escribiendo capítulos de la novela”.

La violinista Rocío Medina cautivó a los invitados con su interpretación de piezas clásicas

En la dedicatoria de la novela, Roemmers incluye a su madre, a algunos amigos y al papa Francisco, con quien mantuvo una amistad cuando era cardenal y durante su ejercicio del papado. “Con él conversamos mucho sobre qué podíamos hacer por la paz y él me invitó a sumarme a su fundación Fratelli Tutti, inspirada en su encíclica sobre la fraternidad universal. Allí presidí la mesa de Literatura y Fraternidad en el Vaticano, además de organizar un partido de fútbol por la paz en el Estadio Olímpico de Roma y un abrazo entre jóvenes de todo el mundo, primero en Asís y luego en Roma, con 180 jóvenes, 30 premios Nobel y artistas como Andrea Bocelli. Francisco no pudo asistir por una operación, pero lo vio por televisión y me dijo: ‘Te vi, estuviste muy bien’”.

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