Katherine Andrea Martínez, capturada pocos días después del intento de asesinato contra el senador Miguel Uribe Turbay, se convirtió en la principal fuente para reconstruir los detalles del atentado frustrado.
Su testimonio ante la Fiscalía trazó el recorrido de los involucrados y profundizó en el papel que tuvo cada uno de los participantes en el grupo criminal coordinado por Elder José Arteaga, apodado alias el Costeño.
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Martínez, de 19 años, fue arrestada en Florencia, Caquetá. Ante las autoridades, relató cómo, tras el ataque, “nos mezclamos entre la multitud” y escaparon del lugar. Con precisiones sobre la preparación y ejecución del atentado, narró que la operación estuvo marcada por instrucciones directas y una planificación meticulosa.
Indicó que el menor encargado del ataque se encontraba eufórico y convencido de ejecutar la orden de disparar “El muchacho estaba muy eufórico, acelerado, como contento. Decía: ‘Lo vamos a hacer real, le voy a pegar, le voy a pegar todos los tiros en la cabeza’”, siguiendo las indicaciones de sus superiores.
La estructura del grupo quedó evidenciada a través de la joven. Según relató, ese día llegó al parque El Golfito, en el barrio Modelia de Bogotá, donde la esperaban alias el Costeño, el conductor Carlos Eduardo Mora y el menor designado como sicario.
En un vehículo estacionado, distribuyeron el arma: una pistola Glock importada y modificada, que Arteaga detalló ante ellos. La joven recalcó que los cabecillas le ordenaron al sicario disparar todas las municiones si era necesario. La instrucción fue clara: usar el arma en modo ráfaga y evitar cualquier manipulación previa al momento del ataque.
“Elder (alias el Costeño) empezó a hablar del arma. Que esta arma venía del extranjero y que era una Glock, que había costado como 15 o 20 millones de pesos, que era un juguetote. Además, Elder le dice: «Todos a la cabeza». El muchacho (menor de edad) le dice: «Le voy a dar uno o dos en la cabeza y me voy».
En sus declaraciones, la mujer también mencionó que desde dos meses atrás ya había conocido a “El Costeño” y que, en ese periodo de tiempo, fue contratada para transportar otras armas utilizadas en diferentes sicariatos.
En sus declaraciones, Martínez también señaló que el conductor venezolano, Mora, le indicó al menor que modificara su apariencia: debía quitarse la chaqueta y la gorra para dificultar su identificación por las cámaras de seguridad.
Luego de que el joven sicario se dirigiera al parque, alias Gabriela y alias el Costeño se bajaron del vehículo y se dirigieron al parque.
En las declaraciones de la Fiscalía, difundidas por Semana, se indica que, incluso, la misma mujer le comentó a alias el Costeño que la imagen de Miguel Uribe Turbay le recordaba a Luis Carlos Galán.
Alias Gabriela sostiene que aunque se “bendijo” al menor antes del atentado y que Eder le afirmó que todo estaba planeado, el atentado era una trampa, pues la idea, según afirmó la mujer, era que el esquema de seguridad asesinaran al joven de 14 años.
La logística del grupo contemplaba todos los detalles, incluso la posibilidad de dejar el teléfono del sicario en el auto para no perderlo durante la fuga.
Durante su testimonio, la joven admitió que ya había colaborado previamente con la organización. En otra ocasión, alias el Costeño le pidió transportar una maleta con explosivos que, según su declaración, estaba destinada a un exrefugiado de las Farc.
Martínez afirmó que se negó, argumentando su deseo de desvincularse y vivir junto a su pareja, aunque fue persuadida para mantener la colaboración logística.
Según Martínez, alias el Costeño bendijo al menor antes de ejecutar el crimen y reafirmó que lo acompañaría en cada paso. «Ahí Elder le dijo: «Dios lo bendiga»”.
La joven relató que, tras la balacera, ella y alias el Costeño se dispersaron en distintas direcciones y finalizaron la jornada en un bar del centro de Bogotá.
En ese punto, Arteaga le prometió el pago acordado por su participación: diez millones de pesos si el senador moría, o una suma menor por solo transportar el arma.
Martínez advirtió que la organización tenía un plan secundario para eliminar a quienes participaron en la operación, empezando por el conductor, seguido por el menor y, eventualmente, por ella misma, como método para evitar cualquier filtración de información.
Ante la amenaza inminente, Martínez decidió huir. Alias el Costeño le sugirió irse de Bogotá, lo que llevó a la joven hasta Florencia, en el sur del país.
Ocho días después del atentado, fue localizada y arrestada por las autoridades. Durante la detención, le confiscaron dinero en efectivo, un celular y una navaja. Su relato ante la Fiscalía concluyó con el momento en que fue informada de sus derechos antes de perder el conocimiento.