En Versalles, cerca de París, se sabe, en algún momento del siglo XVIII rodaron cabezas. En su pasaje del siglo XIX al XX, Buenos Aires, muy lejos de París, desplegó en su geografía aplanada un sinfín de réplicas con deudas a la arquitectura palaciega y neoclásica francesa. Palacios sin reyes que se fueron vaciando en su genealogía aristocrática para abrirse como testigos macizos del poder económico de la pampa gringa y reconvertir sus laberínticos planos en museos. Uno de ellos es el Palacio Errázuriz, cuyo nombre de reminiscencia vasca hace alusión al diplomático chileno Matías Errázuriz, quien contrajo nupcias con Josefina de Alvear en 1897 para mudarse desde el ahora muy plebeyo barrio de Montserrat al edificio magnificente encargado a René Sergent en 1918. Un siglo después, la casa Errázuriz-Alvear y sus fantasmas invitan a ver las pinturas, sanguinas y esculturas de Nahuel Vecino (1978) en lo que se conoce como Museo Nacional de Arte Decorativo. La exposición se llama Versalles y acá también pululan descabezados.
A mediados de los años 40, un Antonio Berni más joven que Nahuel Vecino hoy recibía al diario El Mundo en su casa-taller del pasaje Bernasconi (frente al Parque Rivadavia, antes finca Lezica, demolido hacia 1960) para una extensa nota. La encontré en 2003 en la sede del archivo Espigas sobre la Avenida Santa Fe y como, por su antigüedad, no podía fotocopiarse tuve que reescribir lo que leía. El relato del sueño o la alucinación que el maestro rosarino (120 años esta semana) usó como insumo para pintar el tremebundo cuadro surrealista La muerte acecha en cada esquina.
Berni refiere a un hotel en Granada hacia 1927 y cuenta una escena digna del siniestro de David Lynch (“Aquí tiene el momento más extraño y obsesionante que me ha tocado vivir. Representa aquel momento y al mismo tiempo constituye un enigma que me acosa desde hace más de 20 años al que no le encuentro explicación por más que la busco”, le dice al cronista).
La iconografía de Berni yuxtapone allí una pesa que podría referir a los elementos de la sastrería de su padre, una suerte de ataúd con la letra V y el detalle estremecedor: un descabezado que se parece demasiado a Lenin al ras de la tela. Al fondo, el vértigo horizontal. Siempre la memoria del campo en Rosario que remite a la infancia en la chacra y al suelo que pagó su beca europea en un viaje compartido con los jóvenes patricios que patentaron aquello de “tirar manteca al techo”. La misma sangre de la cabeza arrancada parece haber servido para pintar la “F” que va en la frente. ¿Pero acaso no debió haber estado ahí la V de Venganza que eligió poner en el ataúd? ¿O sería de Versalles? ¿O de Vecino? Cómo fuera, ese cuadro lleva casi veinte años sin verse como parte de uno de los robos de arte más escandalosos en la Argentina.
Patricio Orellana, curador de Versalles, sugiere al Whatsapp que estos descabezados de Nahuel Vecino esparcidos en un cubo blanco intruso a la arrogancia palaciega traen de vuelta la cuestión de qué pintar después de la Revolución Francesa o lo que llama “el largo parto de la pintura moderna”.
Para Vecino, las cosas están invertidas. Su praxis de apariencia clásica no se lleva del todo bien con el modelo inespecífico del artista contemporáneo y lo que le toca descabezar es menos el fulgor decorativo que el academicismo pos conceptual. O las dos cosas. Como en el tango canción de Gardel y Le Pera en el que la cabeza, ambigua, se perdía en el turf o por el amor arrebatado de una mujer. La Iconografía dice que la pintura clásica consumó imágenes de la poesía, pero acá, en la modernidad periférica, la poesía de Le Pera se registró en la voz de Gardel tres años después de la cabeza sin cuerpo pintada por Berni que rodó por la tela en algún momento de 1932.
“Por una cabeza, si ella me olvida/que importa perderme mil veces la vida para que vivir”, decía el tango en el pasaje de la pintura a la fotografía y el cine. Se estrenó en 1935 en la película Tango Bar en el cenit de la consagración internacional del mudo que había empezado en París, cerca de Versalles. Ni el cantor ni su poeta estuvieron presentes en la avant premier.