Vuelve Alejandro Amenábar y, de nuevo, vuelve con un drama histórico protagonizado por un escritor. Si Mientras dure la guerra (2019), su anterior película, giraba en torno a Miguel de Unamuno, cuando era ya mayor, en El cautivo, se centra en Miguel de Cervantes cuando era joven, mucho antes de escribir El Quijote.
Nos situamos en el año 1575, cuando el todavía soldado Miguel de Cervantes fue capturado en alta mar por corsarios árabes. A partir de ese momento, se convertirá en prisionero junto a otro buen puñado de cautivos que esperan que sus familias paguen por su rescate.
En medio de de ambiente opresivo y hostil, Miguel (interpretado por Julio Peña) comenzará a inventar historias para sus compañeros, algo que llamará la atención de su captor Hasán Bajá (el italiano Alessandro Borghi).
Pregunta: De nuevo un film histórico protagonizado por una personalidad literaria, ¿por qué?
Respuesta: Como contador de historias que soy, siempre busco algo que de verdad me interese contar. Es verdad que, cuando era niño, me gustaba la asignatura de Historia, pero nunca me había planteado, a priori, hacer cine histórico. Me interesa la historia con minúsculas y, a veces, eso está encajado en la Historia con mayúsculas.
En este caso, me parecía que las peripecias vividas por un tal Miguel, cautivo de los corsarios musulmanes durante cinco años, era una película maravillosa de aventuras. Luego, es verdad que eres consciente de que estás hablando de alguien que se va a convertir en Miguel de Cervantes, y ahí es cuando entroncas con la Historia con mayúsculas. Pero intento que la asignatura no se coma al personaje.
De miniserie a película
P: Cuál fue el momento en que pensaste: este va a ser mi próximo proyecto, voy a por él
R: A veces siento que las películas son para mí un viaje. Esta también lo ha sido, pero me gusta compararla con el vino, por dos razones.
Una porque, hace ocho años, cuando empecé a darle vueltas a un proyecto en el que primara la aventura, lo planteamos como un miniserie, y no terminaba de encajar. Sentí que, literalmente, le estábamos echando agua al buen vino para conseguir un determinado número de episodios… y dejé dormir el proyecto.
Entonces, la película ha estado reposando como el vino. Incluso una vez escrito ya el guion, tuve que esperar varios meses, hasta prácticamente un año, hasta conseguir todo el dinero necesario para producirla y eso ha hecho también que madurara, quiero pensar que bien. Por eso digo que lo comparo con el vino porque, porque este es el resultado de la espera y de haberlo dejado reposar y perfeccionar.
P: Cuánto de histórico hay en la película y cuánto de inventado. No sé si toda esa parte en la que Cervantes cuenta relatos es un forma de reivindicar el poder de la imaginación
R: Cuando eres consciente de que vas a hacer una película sobre uno de los mejores narradores de toda la historia, parece que el camino natural sea, justamente, buscar esa conexión con el arte de narrar. Y, precisamente, en la época del cautiverio es donde (y en eso coinciden todos los libros que he leído), comienza su auténtica vocación de escritor, quizás por el trauma vivido, porque realmente, lo primero que hace cuando sale es escribir una obra de teatro centrada en ese momento.
Con lo cual, es bastante verosímil que él se apoyara en la imaginación para escapar mentalmente de ese encierro y, ¿por qué no?, comenzara a contar historias. Eso forma parte de lo probable.
Las cuatro categorías que yo establezco cuando hago una película basada o inspirada en hechos reales es que establezco cuatro escenarios: lo probado, lo probable, lo improbable y lo imposible. Y esto estaba en la categoría de lo probable.
La homosexualidad de Cervantes en el foco
P: ¿Hasta qué punto eras consciente de que se iba a poner el foco en la posible homosexualidad de Cervantes?
R: Yo no es que quisiera reivindicar nada, solo quería contar esa historia y en los libros me tropezaba con esa hipótesis, de que Cervantes podría haber salvado su vida por tener una relación especial con su captor, quien (y eso está probado) tenía relaciones homosexuales.
Eso unido a la denuncia por la que Cervantes quería recuperar su honra, me animó a desarrollar este aspecto. Cuando haces algo así lo tienes que hacer sin miedo y con muchísimo respeto pero… bueno, también llevarlo a las últimas consecuencias. Sobre todo, sin miedo. No se pueden hacer las películas con miedo.
P: Últimamente todas las películas parece que tengan que tener un trasfondo político, ideológico… ¿qué piensas sobre esto?
R: En mi caso, mis películas lo que tienen es un trasfondo moral. Hay un mensaje que, a veces, contiene contradicciones que forman parte de mi naturaleza, de la naturaleza de cualquier ser humano. Me gustan las contradicciones y me gusta que las películas le planteen algo al espectador, una reflexión. En los tiempos en los que vivimos creo que es más importante que nunca desafiar o proponer al público reflexiones.
Dicho esto, soy muy consciente del vínculo sagrado que existe entre el trovador o contador de historias y el público que paga por ver una película. Por eso, quiero darle a cambio un viaje emocional, que haga que pueda sentir cosas.
P: ¿Y cuáles serían esas reflexiones a las que te referías que querías transmitir con esta película?
R: Es una película que habla de muchas cosas, en la que confluyen varios géneros. Está el drama carcelario, la película de aventuras, hay una historia de amor gay (que es algo que no había explorado nunca en mi cine) y, sobre todo, habla de la libertad a todos los niveles. No solo la libertad física, sino también la intelectual, la sexual.
P: En este caso, propones un reparto prácticamente masculino
R: Investigué un poco cuál era el recorrido de las cautivas en aquella época y ni siquiera figuran en los registros. Es decir, la mujer estaba absolutamente borrada.
P: ¿Tuviste algún tipo de referencia a nivel visual?
R: Al ser una película ambientada en el siglo XVI, debía estar muy atento a cómo era la moda en Castilla en ese momento. Sabíamos que en el mundo cristiano iban a primar los colores oscuros, por no decir el negro, porque es así lo que ves reflejado en las pinturas. Pero todo lo que ha tenido que ver con el estado de reclusión, cómo plasmarlo, es algo que ha rondado mi cabeza antes de hacer esta película. Lo que sí quería es que hubiera un viaje hacia la luz. Del horror del cautiverio, que podríamos emparentar con el de los campos de extermino del siglo XX, a cómo las historias de Miguel empiezan a dar vida a todo ese mundo.