Juntas dieron sus primeros pasos en el mundo de la moda. Compartieron pasarelas, largas producciones de fotos y viajes por el mundo. Y, si bien se conocen desde que tenían 17 años, Lara Bernasconi (47) y Carola Del Bianco (48) revelan que fue a través de sus hijos que su amistad se volvió un vínculo casi inquebrantable.
“Ya de grandes nos redescubrimos desde otro lugar, transitando la maternidad de nuestros hijos varones. Tienen casi la misma edad y se llevan bárbaro, por lo que empezamos a vernos más seguido”, cuenta Carola, quien después de haber tenido a sus hijas Maia (18), Elisa (16) e Isabel (11) –junto a su marido, Francisco Paquito Mayorga (54)–, en 2016 fue madre de Franscico “Paquín” (9). “Pasó que coincidimos en Miami y después en Bariloche, y así nos fuimos reconectando. Caro es como una amiga “vitamina” y angelada: no sólo es muy buena persona, tiene una energía lindísima. Es muy especial”, dice orgullosa Lara, mientras abraza a Iñaki (8), fruto de su relación con el empresario Federico Álvarez Castillo (63). Sentada frente al fabuloso pícnic armado en los jardines del exclusivo barrio cerrado Pilará, Del Bianco agrega con una sonrisa.
“No importa el paso del tiempo ni las distancias, porque siempre que nos vemos sentimos una conexión muy profunda, como si nos conociéramos de toda la vida. Así es nuestra amistad”, explica entusiasmada.
–¿Qué admiran una de la otra?
Carola: A mí me gusta muchísimo la garra que le pone Lara a todo lo que hace con su marca de ropa infantil, Rum Rum. Es una chadora que siempre le suma mucho cariño y amor a todo. Es transparente, espontánea, divertida, una gran persona.
Lara: Caro tiene buen corazón, no tiene maldad. Ninguna de las dos somos materialistas, así que disfrutamos mucho de lo simple, de la naturaleza. Me encanta porque las dos somos muy parecidas en eso.
–¿Qué actividades comparten con los chicos?
Carola: De todo, hacemos mil programas. En lo posible, siempre tratamos de que sean salidas al aire libre.
Lara: Vamos mucho a los kartings, porque a los dos les encantan los autos. Pensá que a sus padres, Paquito y Federico, les fascina ese mundo de los autos y las carreras. Hoy, que era un día divino de sol, armamos un pícnic y yo traje unos barriletes que demoré como siete días en armarlos. [Se ríe].
–¿Cómo es ser mamá de un varón?
Carola: Mis hijas me recriminan siempre que lo malcrío mucho a Paquín. [Se ríe]. Qué sé yo… es el último. También se trata de otra relación, es otro sentir. Hay un vínculo muy amoroso del hijo con la mamá, que disfruto tanto como el que mantengo con mis hijas mujeres, que tienen otra edad y ya transitan otras experiencias.
Lara: Yo me divierto con Iñaki, pasamos mucho tiempo juntos. Nos vinculamos mucho desde lo lúdico: jugamos al golf, al ping pong, al fútbol… Trato de que su vida esté lo más conectada posible con la naturaleza y el deporte que se pueda.
–¿Extrañan el mundo del modelaje?
Carola: Estos últimos años estuve muy dedicada a mis cuatro hijos y me mudé muchas veces, así que me perdí un poco de todo eso vinculado a mi carrera. Lo tomé como una etapa y, la verdad, no extraño nada. Hace poco me contactaron de una marca de ropa porque soy amiga de su dueña y volví a posar. Me encantó conectarme con ese lugar de placer que tanto disfruté alguna vez.
Lara: Extraño mucho los viajes que se hacen para una campaña. Hoy sigo vinculada con la moda como embajadora de La Mer y de Tom Ford, y con mi marca, que es mi gran pasión. Tal vez no estemos desfilando en grandes pasarelas, pero la etapa que estoy viviendo es espectacular también. Y no la cambio por nada en el mundo.•