Amores perros: el “experimento antropológico” que dejó huella, rompió estereotipos y generó una feroz enemistad

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“¡No!” fue la respuesta que recibió Alejandro González Iñárritu cuando le preguntó al encargado de seleccionar películas latinoamericanas para Cannes si su ópera prima podía ser parte del festival. “Es demasiado larga y violenta”, le respondieron.

Aquella película que nació entre el ruido, la sangre y el polvo del asfalto terminó corriendo más lejos de lo que nadie imaginó. A 25 años de su estreno, Amores perros se convirtió en un clásico que revolucionó al cine de América Latina y catapultó a una generación de talentos mexicanos a Hollywood.

En una entrevista con medios internacionales de la que participó LA NACION, González Iñárritu y Gael García Bernal revelan los secretos del rodaje y el legado de la película que cambió para siempre la historia del cine latinoamericano.

Del rechazo de Cannes al consejo de Bertolucci

El primero en apostar por la película fue otro de los organizadores del festival de Cannes, José María Riba. La eligió para competir en una de las secciones menores, la Semana de la Crítica, donde Bernardo Bertolucci oficiaba como presidente del jurado. Ninguna película mexicana había competido en Cannes desde 1975 y todo el peso de esa larga ausencia recaía sobre Amores perros.

En el 2000, el panorama del cine mexicano era catastrófico: durante ese año, apenas se produjeron 7 películas. La única manera de hacer cine era a través de los subsidios estatales. Fueron capitales privados los que se atrevieron a financiar una historia llena de sangre, sudor y lágrimas.

Alejandro González Iñárritu, en el rodaje de Amores perros

En ese momento, Iñárritu era un desconocido. Solo había dirigido comerciales cuando recibió el guion de Guillermo Arriaga. Lo leyó de un tirón y supo que ahí había una película capaz de cambiarlo todo. El guion de Arriaga se trataba de tres historias interconectadas por un choque automovilístico… y perros.

En la primera, Octavio se enamora de la novia de su hermano. Decide que su única oportunidad para escapar de la pobreza y la violencia, es a través de las peleas de perros. La película comienza con una advertencia que, en general, suele aparecer al final, durante los créditos: “Ningún animal fue dañado durante la realización de este film”.

La violencia extrema de Amores perros, la misma que hizo que inicialmente la rechazaran en Cannes, conmovió a Bernardo Bertolucci

La aclaración era justa y necesaria. Las “peleas” caninas están muy bien disimuladas gracias al montaje y la edición de sonido. Se sugiere más de lo que se muestra cada vez que los mexicanos hacen pelear a los animales. Para mostrar a los perros heridos o muertos, que en realidad estaban sedados, el equipo de producción trabajó bajo la supervisión de la Sociedad Protectora de Animales.

La violencia extrema de Amores perros, la misma que hizo que inicialmente la rechazaran en Cannes, conmovió a Bernardo Bertolucci. El director mexicano aguardaba muy nervioso las primeras reacciones sobre su ópera prima, cuando el italiano se acercó para felicitarlo. Pero le dio una advertencia: “La primera película no es la más difícil de hacer. Lo peor está por venir”.

Amores perros hizo historia y consiguió una nominación a los premios de la Academia de Hollywood como mejor película extranjera. Iñárritu tuvo una carrera excelsa como cineasta y se convirtió en uno de los mayores ganadores del Oscar en la historia: cosechó varias estatuillas doradas por Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia), de 2014, y El renacido, de 2015, además de otras nominaciones por películas como Babel (2006) y Biutiful (2010). ¿Entonces, por qué está de acuerdo con aquel consejo que le dio Bernardo Bertolucci en Cannes?

Alejandro González Iñárritu

“Cuando haces la primera película, no existen expectativas”, revela el director. “Nadie está esperando tu primera película. Las exigencias de tú mismo son las de un amateur. Y repito: nadie espera nada de ti, no hay punto de comparación. Pero después llega la segunda película, que dicen que siempre es la más difícil, y más si tienes éxito, como fue increíblemente el caso de Amores perros, y las expectativas del público crecen. Eso ejerce una presión, quieras o no. Porque puedes fácilmente caer en la trampa de conceder lo que la gente espera de ti”.

“Por otro lado, quieres lograr algo mejor que lo anterior. Entonces, si eres una persona con exigencia y con rigor, puedes caer en una trampa de una expectativa personal imposible de cumplir, si eres perfeccionista. Y a eso sumarle otra expectativa imposible de satisfacer: lo que la gente quiere que tú hagas, que no necesariamente es lo que tú quieres hacer”.

“Más allá del éxito, siempre el primer amor es el más libre de las expectativas. A eso se refería Bertolucci: una vez que lo haces, ya no hay primera vez, hay punto de comparación y nunca va a ser igual. Es la eterna trampa de la insatisfacción”.

La persecución que se filmó en 2 días

Amores perros comienza in medias res, como un golpe directo a los sentidos. Unos jóvenes escapan a toda velocidad mientras intentan reanimar al Cofi, el rottweiler que se desangra en el asiento trasero. El frenesí termina con un accidente fatal.

He visto cine antiguo y actual, pero nunca un choque así, con ese impacto narrativo. El choque abre una compuerta a la pregunta punzante de la película: te incorpora de una manera que no volví a ver”, confiesa García Bernal.

“Yo la recuerdo con mucha curiosidad”, reconoce el director. “De cómo pudimos lograr semejante persecución automovilística con tanta precisión, urgencia y peligro capturado en cámara, en las calles de la Ciudad de México”.

En esos primeros minutos de Amores perros late la desesperación, brotan los disparos y se desencadena la tragedia. La secuencia se filmó en apenas 2 días. “No es fácil filmar en la Ciudad de México. Teníamos permisos y presupuestos limitados, con poca técnica detrás para lograr una secuencia de esa magnitud e intensidad, que requiere tantos planos y puntos de vista. Hoy la veo y pienso que necesitaríamos 10 días para filmarla y 20 veces más el presupuesto”.

Amores perros se hizo apenas con 2 millones de dólares. La persecución sirve como predestinación del espectáculo para los espectadores, pero también como testamento del talento que tenían los realizadores.

“Cuando tú lees que en esa escena… ‘Un chico está tapando la herida abierta de un perro sangrando, mientras una camioneta lo persigue y le dispara balazos…’. Para poder explicar todo eso de forma visual, la escena demanda una gran cantidad de planos y de técnica, porque hay que estar atendiendo a distintos personajes. Implica una cantidad de cosas, desde lo visual, el conflicto humano, la velocidad, todo. ¿Cómo dije qué íbamos a hacerlo en 2 días?”, dice Iñárritu, recordando el pandemonio inicial. La gracias, entonces, “es parte de la inconsciencia de la inocencia. Siempre digo que la inocencia es más poderosa que la experiencia, porque te lleva a hacer cosas que no deberías hacer y te lleva a conocer otra frontera”.

Pero el director de 21 gramos reconoce que no fue solo la inocencia la que hizo que Amores perros se convirtiera en un clásico, sino un equipo de personas con hambre de crecimiento y mucho talento. Gerardo Moreno supervisando las escenas de riesgo, Alejandro Vázquez encargado de los efectos especiales, Rodrigo Prieto detrás de la cámara y Gustavo Santaolalla en la música, están entre los artistas latinoamericanos que luego conquistaron Hollywood. Aunque el talento no estuvo solo detrás de cámara.

El actor que representó la identidad mexicana

Entre el caos, la desesperación y la adrenalina de los primeros minutos de Amores perros, se asoma un rostro que haría historia en el cine de América Latina: Gael García Bernal. El actor de Y tu mamá también y NO, comparte su opinión sobre el legado de la película que abrió las puertas de todo el cine latinoamericano.

“El impacto cultural fue inusitado, inesperado”, comenta García Bernal con una sonrisa que delata orgullo. “Comenzó una oleada que trascendió en toda latinoamericana. Amores perros no solo reflejaba a México, sino la cosmovisión que compartimos. Dio pie para hacer lo que debemos hacer: ejercitar la libertad de expresión y ser más ambiciosos con esa libertad de expresión, hacer preguntas punzantes”.

García Bernal tenía apenas 21 años cuando protagonizó la película que cambiaría su vida. “Amores perros es una fortuna, una locura y un agradecimiento tremendo”, confiesa el actor. Para él, Octavio, el protagonista de la primera historia, representa algo más grande: “La película representa preguntas abiertas, de manera muy poética. Te provoca. Hay algo como de Brecht: te pone un problema que te lo tienes que llevar a casa y pensarlo. Tuvimos una increíble libertad que nos dio la oportunidad de hacer las preguntas más terribles. De abordar ciertas cosas con una naturalidad muy genuina y bonita”, afirma.

“Mi personaje representa esa pregunta tan abierta, en el contexto económico de aquel entonces, que va de la mano con el despertar democrático de México y América Latina. Entonces tenía que lanzarme a hacerla, sin ningún matiz sociológico o antropológico. ‘Órale, este es el personaje, lánzate’. La película tiene mucho de eso: que choquen los coches, a ver dónde caen”, reflexiona.

Aunque recorrieron distintos caminos, todos los que hicieron Amores perros terminaron forjando vínculos de amistad más allá del trabajo. O, mejor dicho, casi todos.

Una “feroz enemistad”

Guillermo Arriaga, el guionista, trabajó con Iñárritu en lo que se conoce como la “trilogía cinematográfica sobre la muerte”: Amores perros, 21 gramos y Babel. Se trata de tres obras que comparten características estéticas y narrativas: relatos fragmentados en tiempo y espacio, conectados a través de la tragedia y la mirada de distintos personajes. Aunque la relación de trabajo entre ambos fue muy fructífera, terminaron peleados.

Amores perros quedó en el medio de un conflicto entre Iñárritu y su guionista, Guillermo Arriaga

El motivo del conflicto tiene que ver con una cuestión de egos. Arriaga cree en la teoría del cine de autor. Es decir: para él las películas son el fruto de la visión de una persona. El guionista se atribuye crédito como “cocreador” de Amores perros. Para Iñárritu, en cambio, el cine es un arte colaborativo.

En el año 2007, Iñárritu, Santaolalla y Gael García Bernal firmaron una carta en contra de Arriaga. El director lo acusó de tener “una injustificada obsesión por reclamar la sola autoría de la película” y “desconocer que el cine es un arte de profunda colaboración. A partir de ese momento comenzó una “feroz enemistad”, como describe el escrito, entre ambos.

Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga

Iñárritu y Arriaga pasaron 20 años sin dirigirse la palabra. Hasta que el 7 de octubre de 2025, en una conferencia de prensa por el reestreno de Amores perros, Iñárritu sorprendió a todos. “En un mundo lleno de odio e intolerancia, ambos hemos decidido reconstruir esa hermandad que siempre tuvimos y eso me emociona muchísimo. Les voy a dar una sorpresa: quiero que le demos un aplauso gigante a mi hermano y muy talentoso escritor, Guillermo Arriaga”. El tan esperado abrazo entre los artistas conmovió a la industria del cine mexicano.

Superadas las tensiones personales, la película sigue viva por lo que cuenta y cómo lo cuenta. La segunda historia está protagonizada por la española Goya Toledo. En la ficción interpreta a una modelo que queda en silla de ruedas por el accidente inicial.

El último relato está enfocado en la vida de un sicario muy particular. Un vagabundo que vive acompañado de perros callejeros. Todos los canes que acompañan al actor Emilio Echeverría, “El chivo”, fueron animales verdaderamente rescatados de la calle.

Amores perros quedó en el medio de un conflicto entre Iñárritu y su guionista, Alejandro Arriaga

Inspirada en la irreverencia narrativa de Tiempos violentos, la película independiente con la que Quentin Tarantino marcó a fuego la década de 1990, Amores perros era algo nunca antes visto en el cine mexicano.

Rompió con el estereotipo generado muchas veces por nosotros mismos, por la forma en la que nos veíamos como víctimas”, explica Iñárritu. “O como nos siguen viendo los norteamericanos: como los narcotraficantes, los rancheros, los mariachis, los borrachos. Una serie de estereotipos melodramáticos que Amores perros sí sacudió, mostrando a una sociedad urbana, dispar, compleja. Este experimento antropológico que es esta ciudad con toda su textura, toda su vitalidad, belleza y todo su horror, sacudió todo eso”.

“Como siempre, las películas no son lámparas que uno frota y surge una realidad”, acota García Bernal. “Son catalizadoras que acompañan algo que ya está sucediendo. Amores perros fue catalizadora de muchas preguntas que siguen siendo actuales o quizás atemporales”.

“Un eslabón hacia la adultez”

Como sucedió con Tiempos violentos, cuando Amores perros se estrenó fue recibida con los brazos abiertos por los cinéfilos más jóvenes. ¿Cómo la ven las nuevas generaciones que ni siquiera habían nacido cuando se estrenó y crecieron en un mundo distinto al del año 2000?

“Afortunadamente la película se ha vuelto un eslabón hacia la edad adulta en los jóvenes latinoamericanos”, afirma Bernal. “Llega un momento en la vida en el que tienes que ver Amores perros, como a mí me tocó ver La naranja mecánica”.

Gael García Bernal, Alejandro González Iñárritu y Martha Sosa Elizondo, en Cannes

El actor recuerda lo que fue la experiencia en Cannes, en 2025, cuando presentaron la copia restaurada: “Quién sabe por qué, la mitad de la función eran jóvenes que estaban completamente atrapados y conmovidos, que nunca la habían visto. Los jóvenes estaban puestísimos viéndola. Tengo un agradecimiento brutal con Alejandro por esta la película”.

Más de un cuarto de siglo años después, Amores perros sigue ladrando desde la pantalla: recordándonos que el cine también puede morder, más vigoroso y sanguíneo que nunca.

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