Ámsterdam destinará 100.000 euros a la instalación de pequeñas escaleras de madera en los bordes de sus icónicos canales, con el objetivo de evitar que animales pequeños, especialmente gatos, mueran ahogados. La medida fue impulsada por el Partido por los Animales (PvdD) y aprobada recientemente por el concejo de la ciudad.
Aunque los canales son una parte esencial del paisaje urbano y están reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, también pueden representar un riesgo para la fauna local. En los últimos seis meses, al menos 19 gatos se ahogaron tras caer al agua, muchas veces por accidente o por susto. Si bien los felinos saben nadar, la dificultad para encontrar una salida a tierra firme puede volverse fatal.
Inspirada en la vecina ciudad holandesa de Amersfoort, que ya instaló cientos de escaleras similares desde junio, Ámsterdam planea replicar la iniciativa pero de manera estratégica. En tanto, trabajará en conjunto con la organización de bienestar animal Dierenambulance, que aportará datos sobre los lugares más problemáticos para que los gatos puedan salir del agua.
“Una escalera realmente puede salvarles la vida, siempre y cuando haya suficientes”, explicó Maggie Ruitenberg, del Katten Kenniscentrum, un centro especializado en comportamiento felino, en declaraciones a Euronews.
A pesar de que aún no se definió el cronograma de instalación, se espera que las escaleras comiencen a colocarse en los próximos meses. Serán estructuras simples, pensadas para facilitar el ascenso de cualquier animal pequeño que accidentalmente termine en el canal.
Cómo es el “barco de los gatos” en Ámsterdam
Una de las embarcaciones que pasea por los canales de Ámsterdam es un “barco de los gatos”, también conocido como De Poezenboot. Se trata del único santuario de animales flotante del mundo.
Pese a que la idea parezca innovadora, existe desde hace muchos años. La famosa nave se fundó en 1966, como un gran acto de amor a los felinos.
La creadora, Henriette Weelde, decidió adoptar a una gata callejera y hacerse cargo de sus crías. Para ello, llevó a los animales a vivir a una barca abandonada, donde pudieron estar a gusto. Cuando vio que esto funcionaba, y que el interior se podía adaptar a la vida de los gatos, decidió llevar más mascotas para que encuentren refugio allí.
La vieja barcaza que la mujer usó para albergar a los gatos fue renovada varias veces, hasta que finalmente en 1979 se convirtió en una auténtica casa flotante.
Años más tarde, en 1987, nació De Poezenboot Foundation, una organización sin fines de lucro encargada de cuidar este refugio. En 2001, el barco fue renovado por última vez, para que se adaptara a las normativas de santuarios de animales de los Países Bajos.