An Espil, la chica que va del supergrupo Nafta a Los Simpson y de Radiohead a Coldplay

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“A Anita le ponés un partido de Italia 90 y te lo armoniza; The New York Times”. El humor se cuela en todo lo que An Espil hace: en el escenario, en sus canciones, en su día a día y en esta charla con LA NACION en la que las risas abundan. La frase, que le pertenece a Alejo, un amigo de la cantante, figura en su perfil de Spotify. Ella es una de las tres voces de ese bandón que es Nafta (la principal es la de Magamo y la otra voz femenina es la de Abril Olivera), pero por fuera del grupo ella tiene un mundo artístico que la completa. Al soul que practica con ese supergrupo que el año pasado llenó dos veces el Movistar Arena, ella le suma pizcas de funk, mucho jazz, algo de trip hop y nuevas miradas y mixturas sobre ese universo conocido como R&B.

De la mano del humor que salta a la vista en su obra se cuelan las referencias a la cultura pop de los 90 para acá. Como los nombres de sus dos discos registrados con el músico y productor Iván Bakmas: Jessica Alegría y Laura Polines. ¿Son personas reales? No, son personas animadas, salidas de Los Simpson y de quienes el pequeño Bart se enamora.

Las chicas: Jessica Alegria y Laura Polines

“Naftita me hizo mutar un montón”, reconoce esta intérprete que pisa fuerte en escena, se adueña del espacio y solo necesita de un puñado de minutos para hacer cómplice al público de sus locuras.

–¿Cómo llegaste a Nafta, los encontraste vos o te encontraron ellos?

–Me encontraron ellos a mí. Mati, el liderazo (Magamo, cantante, compositor y guitarrista), me encontró a mí. Yo a él lo conocía por Militantes del Clímax (precursores de la escena de neo-soul y hip hop en la que coinciden varios integrantes de Nafta). Él me vio en un video mío y me llamó. No lo podía creer, a mí me encantaban los Clímax. Fui a grabar con ellos y hubo química desde el principio. A partir de ahí me nutro de todo eso para seguir componiendo, absorbo toda la data de estudio de ellos. Digamos que aprendí más y salí mejor. Y pude aprovechar la exposición de Nafta, que estaba ganando mucha exposición.

–Es impactante lo que pasó y lo que pasa con Nafta, que hace una música que no es precisamente de las más populares…

–Es casi una banda de música clásica, ¿no? Que se hiciera popular es increíble. Hace poco estábamos por terminar el show y en el público habían empezado a hacer una ronda tipo de pogo. El tema terminó y la ronda no había estallado. Nos miramos sin entender muy bien lo que estaba pasando.

–Te llevo al comienzo. ¿Qué hiciste antes de Nafta?

–Yo era una adolescente perdida. Para mí fue una salvación empezar con la rutina de la música y estudiar en el conservatorio. Ahí encontré amigos posta, amigos más que los de la escuela, ¿viste? Con algunos de esos colegas me sigo cruzando hoy. Yo soy de Pilar y en un momento me vine a vivir a Capital y a estudiar a la Esnaola (escuela de música terciaria). Empezando con Nafta, en 2017, saco un tema, “Mentiras”. Yo ya tenía canciones propias. Como no grababa en el estudio todavía, tocaba mis temas en vivo, los grababa y los subía a Bandcamp. Después, en pandemia, sale el disco de Nafta [en realidad un poco antes, a finales de 2019] y yo un año después edito Jessica Alegría. Empiezo a hacer música con Cirilo (Fernández, tecladista), con el tecladista de Nafta (Simón Grunblatt) y empezamos todos a compartir nuestras músicas.

–Esa es otra de las características de Nafta, además de una banda es una comunidad artística…

–Son muy creativos. Simón, por ejemplo, tiene mil proyectos. El primer boom con Nafta se produjo en plena pandemia. Me acuerdo que el primer show que íbamos a hacer, en La Plata, se suspendió por el comienzo de la pandemia. Ahí aproveché a sacar un tema solista, “Amor de Instagramer”, al que le fue muy bien. Como que encontré una faceta para dejar de ser un poco la chica Nafta y soltarme. Con algo más humorístico, porque Nafta es más solemne, ¿viste?

–Vos decís que Nafta es más solemne, pero la manera que tienen de decir “Juntá tus cosas y andate” (“Andate) es original. Nunca lo escuché en una canción dicho de ese modo…

–Sí. Crudo y a la vez es poético, ¿no? Ahora jodemos con: “Dejá tus cosas y quédate” (risas). Hay algo de la poesía y la lírica tan cruda de Nafta de la que obviamente me nutrí un montón, pero lo llevé más para el humor. Y también están las referencias. En el nuevo disco está lleno de frases ajenas, refes televisivas…

Una de ellas se visualiza ni bien arranca Laura Polines: “A jugar con Hugo”, nombre del primer tema, que remite al programa de Magic Kids de los 90, aquel que conducía Gabriela Roife y que tenía como estrella a un innovador juego interactivo. En lo musical también hay una referencia directa a aquellos años: una base triphopera que remite a Tricky, Portishead. A lo largo del disco, el acid jazz y la nostalgia radioheadiana también surgen como referencias directas.

–¿Cómo empezó la idea de ponerle a tus discos nombres de personajes salidos de Los Simpson? Ya pinta para saga…

–De meter refes a Los Simpson no paro, porque están buenísimas las frases. Eso es mérito de la traducción latina, que tiene frases y ocurrencias espectaculares. Creo que empezó en pandemia, cuando Cirilo Fernández me pasó un tema, “DETA”, que es la sigla de “Dónde está tu amor”. Me pasó todo el tema en piano solo y yo empecé a componer. Me acuerdo que en una improvisación con el micrófono, en plena grabación, empecé a decir el discurso de Lisa del disco de canciones de Los Simpson. Y hay un tema que me gusta mucho, en el que ella hace todo un speech, como si estuviera hablándole al ingeniero de sonido. Y quedó en el tema porque a él le gustó y a partir de ahí me animé a soltar más frases de ellos.

–Y ese humor que tenés y que volcás en tus temas, como el latiguillo “¡Ey! Amarilla juez”, me imagino que también está en la vida cotidiana…

–Sí, estoy todo el tiempo haciendo chistes. Y ni hablar en vivo. Si hay alguna cosa que dicen del público, yo me agarro de eso para decir algo. A veces me tengo que controlar para no decir todo lo que se me ocurre, porque está el riesgo de que me olvide de lo que sí tengo que hacer o decir.

–Te gusta mucho Radiohead, estuviste haciendo un ciclo con Cirilo Fernández, y más allá del costado humorístico tenés otro más nostálgico. ¿De dónde sale?

–Es verdad. Yo me nutrí mucho de Roxana Amed. A ella le decían que cantaba muy triste. Hay un momento para lo bailable y otro para el soul, el jazz, el tango. Pero incluso en los momentos más nostálgicos de un show, uso el humor para salir de ahí, para cambiar el clima. Al final, el humor es un poco eso, entrar y salir de lo serio.

Para An Espil, con la grabación de los primeros discos de Coldplay está cumpliendo un capricho

–También te pusiste a versionar a Coldplay. ¿Cómo surgió eso?

–Bueno, estoy cumpliendo un caprichito con eso, ¿eh? Porque siempre fui de aprenderme muchas letras y escuchar repetidamente un disco o una canción. Y quería poner fechas y tocar seguido, tipo una vez por semana como mínimo, para cambiar de repertorio. Pensé en hacer discos enteros y los dos primeros discos de Coldplay me gustan mucho, Parachutes y A Rush of Blood to the Head, que los escuché por una de mis hermanas. Son canciones preciosas. Después se pusieron más comerciales para mi gusto, más poperos. Ahora vamos a hacer el segundo disco de ellos, en agosto.

Para An Espil, el tiempo con Nafta vale doble: vale por la experiencia en si, por compartir el crecimiento de la banda en la banda, y vale porque la estimula a seguir creando fuera del grupo. Este viernes presenta Laura Polines en el teatro Margarita Xirgu “con el trío que tiene Iván”, acota. Se trata de un power trío jazzero, 442, muy “groovero y versátil”.

Como si fuera una eximia periodista de música, An cuenta que en una gacetilla describió al grupo que la acompaña en su proyecto solista como “si Jimi Hendrix invitara a Erykah Badu a cantar temas de Radiohead”. Habrá que ir para comprobarlo.

An Espil y 442 presentan Laura Polines. Viernes 13, a las 20.30, en el teatro Margarita Xirgu, Chacabuco 875. Entradas a la venta en Passline

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