Hace muchos meses que Andrea Ghidone está preparando Ellas son tango, un espectáculo que se estrena el 22 de octubre en el Espacio Origami, en Costanera Norte, y que promete ser un homenaje a las mujeres que transformaron el género porteño en arte eterno. Además, habrá funciones el 23 y 24 de octubre, y ese viernes el show estará coronado con el compromiso de Andrea y de Pablo Otero, dueño de la Tabacalera Sarandí, su pareja desde el verano pasado y con quien planea casarse en octubre del 2026.
En diálogo con LA NACION, Ghidone habla sobre este espectáculo tan especial en el que ella compone a María Nieves, cuenta su historia de amor con Otero, da detalles del vínculo que tiene con su hija Natacha y repasa sus días como vedette de las revistas de Carmen Barbieri. También rememora la decisión que la llevó a mudarse a Buenos Aires para cumplir el sueño de ser una artista profesional.
-¿Por qué Ellas son tango?
-Porque es un homenaje a Tita Merello, Libertad Lamarque, María Nieves, Susana Rinaldi y a otros grandes del tango. Estas mujeres son el hilo conductor del espectáculo, como en Madame Tango también, pero acá se potencia todo mucho más porque tiene un gran elenco de mujeres increíbles que me acompañan. Son mujeres musicales, como Anita Martínez que interpreta a Tita Merello, Marisol Otero que es Libertad Lamarque, Natalia Cociuffo que se mete en la piel de Susana Rinaldi, y yo hago de María Nieves. Le damos vida a estos cuatro personajes icónicos que marcaron y dejaron una bandera plantada para todas las que continuamos su camino. Además, hay una orquesta en vivo, diez bailarines maravillosos en escena y una puesta hermosa que el tango se merece. Siempre digo que el tango me dio muchas cosas. También está Lidia Borda, la voz del tango, y el Chino Laborde; juntos nos van a deleitar con un popurrí de temas icónicos. Yo soy fanática de ellos y voy a verlos adonde estén porque son grandes referentes.
-¿Cómo fue esta comunión que tenés con el tango? Porque ya eras una vedette muy famosa cuando te volcaste a este género…
-Fui primera vedette de Escandalosas, una revista con Carmen Brabieri y Moria Casán, y sentí que se había culminado una etapa muy importante de mi vida, fundamental para entrar en la Argentina y ser parte de un mercado artístico muy grande que ustedes tienen. Entonces había que duplicar la apuesta, y el tango estaba ahí esperándome desde hacía tiempo ya. En esa revista yo hacía el cierre final, de tango. Y nuestro querido Santiago Bal me había escrito un monólogo sobre el tema, así que entraba, hablaba con el público y después bailaba. Ahí se me encendió la chispa.
-Esa revista te llevó al tango, entonces…
-Carmen Barbieri me propuso cerrar la revista con un cuadro de tango. Y no es fácil, porque no es interpretarlo o bailarlo nada más; al tango hay que sentirlo. Tomé clases, me formé con gente que lleva el triple de años que yo bailando. Este es un género que nunca se termina de aprender. Trabajé durante dos años y medio en Señor Tango que fue una gran escuela, y ya empezaba a tener esta ilusión de producir un espectáculo que en ese momento era demasiado ambicioso. Así como algún día quise trabajar en este mercado argentino, me lo propuse y vine desde Uruguay hasta que lo conseguí. Sabía que trabajando duro se iba a dar. Y así fue, pero superó ampliamente mis expectativas.
-¿Nunca te imaginaste lo que iba a pasar?
-Nunca hubiera soñado tanto. El espectáculo anterior, Madame Tango, refleja toda mi historia con el tango y cómo me fui enamorando de este género y de estas mujeres que no elegían una familia, ni tener hijos, porque preferían ser las mejores en su género. Claramente todo eso no era bien visto en la sociedad, pero a ellas no los importó. Fueron pioneras en toda esa movilización de independencia. Ellas son tango muestra el origen de estas mujeres con pocos recursos que consiguieron tener su nombre y reconocimiento en el mundo.
-¿Qué recuerdos tenés de esa década en la que fuiste vedette?
-Hice cinco revistas con Carmen Barbieri. Arranqué como bailarina del montón en Vedettísima, y tenía un pequeño destaque. El género está devaluado hoy, pero en ese momento fue una gran escuela, sobre todo tener al lado a Carmen, una gran comediante, actriz, bailarina que le ha dado su vida al espectáculo. Aprendí mucho en todas las áreas, luces, música, escenografía, coreografía que me encanta porque estoy en el baile, pero no era mi fuerte.
-¿Qué hacías en tu Uruguay natal?
-Claramente, allá no tenía posibilidad de trabajar en un teatro de revistas. Arranqué con Boom, que fue un musical de revistas de ese momento, en Uruguay, y por donde pasaron figuras argentinas. Pero, en realidad, trabajaba como encargada de un departamento de gimnasia y daba clases porque estudiaba Educación Física y también Ciencias Económicas. De lunes a viernes, esa era mi vida convencional. Y los sábados y los domingos trabajaba en teatro, totalmente amateur y por amor a la profesión. En los últimos años los artistas son mucho más valorados en Uruguay y hay muchas propuestas, pero en ese entonces no era redituable económicamente. Sabía que no iba a poder ser feliz nunca siendo economista, que era lo que estaba estudiando. Lo artístico era lo que quería y no me iba a quedar con la duda de nada, lo iba a dar todo y más. Así pasa en mi vida siempre. Un día crucé el charco y empecé a hacer castings, hasta que entré al espectáculo que hacía Carmen Barbieri, que era el primero, con Los Nocheros.
-¿Y cómo eran esos años?
-De mucha incertidumbre no sabía si tenía que volverme a Uruguay a los seis meses, cuando terminaba la temporada. Era año a año, temporada a temporada y así pude continuar con lo que soñaba. Después hice el Bailando por un sueño y otro reality, siempre complementando con el teatro.
-Y con tu hija chiquita…
-Sí. Teníamos tenencia compartida con su padre hasta los seis años y podía pasar dos semanas sin verla, quizá. Después venía y se quedaba acá. Fue un ida y vuelta de gran sacrificio y, sinceramente, no sé cómo hice. Son cosas que uno no mide, porque me sentí una bendecida y una agradecida por estar trabajando de lo que me gustaba, con lo cual no había chances de quejarse de nada. Y era un privilegio que mi hija pudiera acompañarme, porque Carmen Barbieri tuvo mucho que ver con algo muy importante y es que me permitió hacer giras con mi hija. Natacha venía conmigo a todas partes y el elenco me ayudaba muchísimo, y mientras yo estaba en el escenario una compañera la maquillaba, otra la peinaba y ella se iba entreteniendo. Tuve compañeros hermosos que me ayudaron porque mi familia estaba en Uruguay y acá estaba sola con mi hija. No fue fácil porque el papá no quería, pero no hubo nada que me detuviera. Con el tiempo, viendo el vínculo que tengo con mi hija, entiendo que todo fue muy importante
-¿Y cómo es hoy el vínculo con tu hija?
-Hermoso. Me había dicho que a los 18 años se quería ir a vivir a Uruguay y eso no sucedió. Se inscribió acá en la universidad, está estudiando Economía Empresarial y viviendo conmigo. Y me hace feliz porque quedarse es su elección, ya de adulta. No es lo mismo cuando es uno chiquito y le dicen dónde tiene que estar. Ella lo elige y eso me pone muy contenta porque quiere decir que este país también la representa como me representa a mí, y se siente en casa como me siento yo.
-Estudia economía, como vos…
-Sí, y le pido, por favor, que no la abandone porque me gustaría que maneje mi productora. Mi hija es muy inteligente y muy compañera y cuando tengo ensayos me prepara mi vianda y se preocupa que esté bien, y yo lo mismo con ella. Sus amigas siempre vienen a casa y me encanta recibirlas. Somos muy compinches. Hoy estoy pasando un momento laboral hermoso, y en lo personal también. Entonces entiendo que cada esfuerzo y cada cosa que hice tiene su recompensa.
-Con tanto trabajo, porque se vienen más funciones de Ellas son tango, ¿vas a hacerte un hueco para casarte el año que viene, como estaba planeado?
-Sí, la idea es casarnos en octubre del 2026. Este hombre vale la pena que me haga muchos huecos para disfrutarlo y poder compartir. Hoy estoy dispuesta a disfrutar una familia, porque por muchos años solamente fuimos mi hija y yo. Quiero abrirme a esa posibilidad de otras cosas hermosas. Pospandemia entendí que no todo es trabajo, porque de la noche a la mañana el trabajo desaparece y los afectos son los únicos que te van a contener.
-¿Conviven?
-Pasamos algunos días juntos, pero cada uno tiene su espacio porque Pablo tiene un hijo de 15 años que vive con él y yo tengo a mi hija. Estamos ensamblándonos mucho más fuerte como familia y compartimos un montón. Estamos empezando a armar nuestro casamiento y es hermoso. Además, estamos produciendo este espectáculo juntos, él con su productora y yo con la mía; cada uno tiene su área y no se mete en la del otro. Está bueno. Nos comprometemos este viernes 24, después del espectáculo.
-¿Se comprometen en Ellas son tango?
-Sí. Tenemos 150 invitados que van a ver el show y después se quedan en una cena en la que nos vamos a comprometer.
-¿Cómo nació esta historia de amor?
-Nos conocimos en Punta del Este el verano pasado y un tiempo después unos amigos en común nos volvieron a juntar. A partir de ahí comenzamos a charlar más seguido, y bueno… Arrancamos. Fue todo muy despacito, tranquilamente, porque hacía mucho tiempo que los dos estábamos solos. Y yo estaba bien, sin expectativas de formar una pareja. Pero fue muy lindo empezar a conocernos, y conocerlo a él, y volver a creer en esta posibilidad de construir una historia juntos. Soy una persona de perfil bajo y no me gusta hablar de mi vida privada, pero tampoco tenía ganas de seguir escondiéndome, ni tenía por qué.
-El pedido de mano fue en Europa, ¿no?
-Sí, en Cerdeña, Italia. Fue durante una cena, en un lugar romántico en el que estábamos solos. Ya lo veníamos hablando, pero se concretó en ese viaje.