Andrés Pereira, experto en protección de incendios: “Los nuevos productos incorporados a la construcción conllevan otros riesgos que no se tienen en cuenta”

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Bomberos en una grúa sanean la fachada quemada del edificio de 14 plantas en el barrio valenciano de Campanar. (Rober Solsona/Europa Press)

Este sábado se cumplen ocho años del incendio que redujo a cenizas la torre Grenfell, un edificio residencial de 24 plantas ubicado al oeste de Londres. Más allá de la pérdida total del edificio, el siniestro causó la muerte de 72 personas y dejó decenas de heridos. El fuego comenzó en un apartamento en los pisos inferiores y se propagó rápidamente por toda la fachada del edificio debido al revestimiento exterior inflamable que había sido instalado en una remodelación previa. La velocidad de propagación sorprendió a los residentes y a los servicios de emergencia, lo que dificultó la evacuación.

En España, un episodio similar marcó la historia reciente del país casi 20 años después de otro siniestro histórico: el incendio de la torre Windsor. El fuego que afectó al edificio residencial del barrio del Campanar (Valencia), ocurrido el 22 de febrero de 2024, arrasó la estructura de 14 plantas, dejando diez muertos y afectando a más de un centenar de viviendas. De nuevo, la causa detrás de la rápida extensión del incendio se debió al revestimiento del edificio con materiales inflamables.

Este hecho motivó el lanzamiento del Observatorio de Nuevos Riesgos de Incendio (OBS), una iniciativa “personal” para “una lucha casi quijotesca”, como cuenta a Infobae España Andrés Pedreira, su director y reconocido ingeniero experto en protección de incendios. Con motivo del aniversario del incendio de la torre Grenfell y en pleno auge de la rehabilitación energética del parque ya edificado, esta plataforma ha publicado un nuevo documento de posición que advierte sobre un “problema potencial”: los denominados ensayos a gran escala.

Esta advertencia está alineada con las principales conclusiones del informe de dicha investigación, que ya señaló la escasa fiabilidad de los ensayos a gran escala como método de evaluación. Cabe recordar que la Unión Europea cuenta con un sistema común que clasifica los productos según su reacción al fuego —las Euroclases—. Sin embargo, frente a esta clasificación “armonizada y comparable”, algunos laboratorios están promoviendo los ensayos a gran escala, “unas pruebas en ‘condiciones ideales de montaje’ y dispuestas específicamente para superar el ensayo, aunque sean sobre muestras de mayor tamaño”. “Estos ensayos no son una alternativa que ofrezca las garantías necesarias para evaluar la seguridad de las fachadas en edificios de gran altura o alto riesgo frente a incendios”, dice el texto.

En esencia, OBS cuestiona el uso de materiales combustibles en fachadas independientemente de su altura en el actual proceso de construcción, rehabilitación y mejora energética acordado en el seno de la UE. “Aunque estos sistemas son eficaces desde el punto de vista térmico, su comportamiento frente al fuego puede tener efectos indeseados, especialmente en edificios de altura superior a 18 metros, en aquellos donde la evacuación es lenta o dificultosa por el perfil de sus ocupantes (hospitales, escuelas, residencias de ancianos, etc.), donde se puedan dar una alta concentración de personas o existe un acceso limitado para la actuación de los bomberos”, señala la plataforma.

Pedreira lamenta la falta de regulación en esta materia en España, que sigue permitiendo sistemas y componentes combustibles en las fachadas de los edificios de gran altura o sensibles. “Tenemos la costumbre siempre de ir muy a remolque de casi todo”, dice en una conversación telefónica. Este ingeniero agrega que “no se pueden tomar medidas en caliente, pero tampoco podemos abonarnos al olvido (…) Ya nadie se acuerda del incendio que hubo en la discoteca de Murcia o de las distintas residencias de ancianos. Una tragedia va tapando otra tragedia. Se pasa el tiempo y se queda en el olvido. Y ese verano estaremos abonados a que tengamos un nuevo siniestro que sea peor todavía, con más víctimas que el de Valencia”, apostilla.

Nuevos riesgos, pero misma regulación

Su labor desde este observatorio es “poner precisamente en conocimiento de la sociedad lo que está pasando, los riesgos que están asumiendo con el uso de estos materiales en distintos sitios”. En esta línea, expone los nuevos riesgos que ponen contra las cuerdas la actual regulación, como las baterías de ion litio, las instalaciones fotovoltaicas o el hidrógeno verde, “que de repente va a pasar a ser doméstico”. “Todos estos nuevos riesgos tenemos que tenerlos claros”, señala. Por ello, desde su posición como experto, trabaja para que se adopten medidas de cara a evitar que “esos riesgos nos devoren y tener un número fatal de víctimas”.

Distintos informes muestran un aumento progresivo de los incendios en viviendas en los últimos años, aumentando el número de víctimas. Según el Estudio de las Víctimas de Incendios en España del año 2023, realizado por Fundación MAPFRE, en colaboración con la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos, se ha duplicado el número de muertes por incendio en los últimos cinco años. Con 249 muertes por incendio en 2023, se alcanzó un nuevo récord desde que se inició este estudio en 2010, destacando que gran parte de las víctimas se produjeron en viviendas.

¿Y por qué este aumento? “El grave problema es que, tradicionalmente, en España se ha construido con materiales incombustibles y han sido edificios muy seguros. De hecho, teníamos muy buenas estadísticas de incendios con respecto al número de víctimas. Esto está empeorando en los últimos años. ¿Por qué? Por el cambio de mejora de eficiencia energética de los edificios, incluso en lo que respecta a la rehabilitación. Estamos viendo que hay edificios que tenían fachadas que eran incombustibles, como los construidos con ladrillo caravista, algo muy utilizado por ejemplo en las zonas centrales de España, como puede ser Madrid y demás, y de repente, se están recubriendo con materiales que se comportan energéticamente de manera eficiente. Tienen muy buena eficiencia energética, pero son materiales combustibles y estamos modificando totalmente ese riesgo. Teníamos antes un tipo de edificio en el que no se iba a propagar el incendio por la fachada y, en cambio, ahora lo hemos revestido de material combustible y se propaga totalmente por la fachada. Ese es el problema”.

Por otro lado, Pedreira destaca los “nuevos diseños” en la construcción, con el revestimiento de las fachadas ventiladas, “que también mejoran energéticamente muy bien y demás”. “Todos estos nuevos productos que se han ido incorporando a la construcción tradicional en España lógicamente conllevan otros riesgos que no se están teniendo en cuenta”.

Escasa diferencia económica entre unos materiales y otros

OBS afea que el uso creciente de aislantes combustibles promovido por los objetivos de eficiencia energética “no puede ignorar el impacto sobre la seguridad contra incendios”. En este sentido, este ingeniero experto critica el uso de los actuales materiales, pese a la escasa diferencia económica entre ambos tipos. “Los materiales que se utilizan en una vivienda suponen el 10% del coste de la vivienda. Y de ese 10%, lo que destinamos a la fachada es un valor ridículo con respecto al coste de la vivienda”.

En esta línea, este observatorio no pide un cambio generalizado de materiales inflamables en todos los edificios, sino acotarlo a aquellos que consideran de alto riesgo, como los que tienen una altura de más de 18 metros. Y es que, a partir de esa altura, como se vio en el incendio de Valencia, “es muy complicado para los bomberos rescatar a alguien desde un edificio en altura”. También, llama a evitar este tipo de materiales en aquellas estructuras que tienen una lenta evacuación, “como un hospital, una residencia de la tercera edad o las guarderías”.

“No estamos diciendo que se prohíban todos los materiales combustibles, pero sí en aquellos edificios que realmente consideramos que sí presentan un gravísimo riesgo. Como mínimo, en estos para empezar, después ya iremos evolucionando, pero esto sí que no nos podemos permitir”, avala en relación con lo que considera una petición de “sentido común”. Por último, Pedreira subraya que este reclamo es compatible con la mejora de la eficiencia energética.

En este sentido, recuerda la carta enviada antes de enero al Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana para impulsar una revisión del Código Técnico de Edificación (CTE), una iniciativa promovida en nombre de una amplia representación de expertos de diferentes profesiones y sectores (arquitectura, ingeniería, bomberos o seguridad activa y pasiva). Si bien, lamenta que todavía no ha recibido ninguna respuesta.

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