Hasta el año pasado, con lo que ganaba del cartoneo, Cecilia Vega compraba comida, calzado, algo de ropa y los útiles del colegio para sus cuatro hijos de entre 10 y 16 años.
El sueldo que cobraba en la cooperativa de reciclaje en la que trabaja en la ciudad de Buenos Aires, sumado el plus por cantidad de materailes recolectados, la ayudaban a llevar adelante el día a día de su familia. Incluso, de a poco, podía hacer mejoras en la casa de material y techo de chapa en la que viven, en Villa Caraza, Lanús Oeste.
Pero este año su vida cambió drásticamente porque el precio del cartón que recolecta bajó cerca de un 70%: bajó de 300 pesos el kilo a 100. “Antes me alcanzaba para mantener a mi familia y ya no. Compro lo justo para el día y si bien los chicos desayunan y meriendan, solo llego a darles una comida fuerte al día, la cena o el almuerzo”, le cuenta preocupada a LA NACION.
La situación de Cecilia, que tiene 35 años y es cabeza de familia, es la de muchas otras personas que viven de la recuperación de residuos, una actividad en la que trabajan unas 200 mil personas en todo el país, según datos de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR).
Desde esa organización aseguran que en los últimos meses la cantidad de recuperadores que trabajan en el sector bajó. Explican que lo saben porque cerró cerca de un tercio de las cooperativas, que tienen en promedio entre 50 y 100 trabajadores.
La baja del precio del cartón es lo que más impacta al sector, ya que la recolección de ese material representa entre el 60% y el 70% del total de lo que un cartonero recupera. La desvalorización del cartón recuperado “golpea la economía de cientos de personas y familias que vieron en el reciclaje una salida laboral y que no tienen lugar en el mercado de trabajo informal y menos aún en el formal”, analiza Giselle Baiguera, coordinadora programatica de Economia Circular Inclusiva de Fundación Avina.
Para poder completar una canasta básica alimentaria (CBA), “en 2023 se necesitaba recuperar alrededor de 800 kilos de cartón”, dice a LA NACION Nahuel Agustín, referente de la FACCyR. Hoy, esa canasta cuesta un poco más de 500.000 pesos, por lo que cada cartonero ”debería recuperar alrededor de 6000 kilos de cartón”, señala y advierte que eso es imposible.
Aunque la disminución del consumo de alimentos y electrónicos hizo que las industrias que compran cartón recuperado necesitaran menos de ese insumo, desde la FACCyR señalan que la principal razón del desplome de precios de los materiales reciclables fue la apertura gradual de la importación de residuos no contaminantes, entre ellos cartón. Esa posibilidad se abrió en julio de 2023, pero imponía que solo podía importarse materiales si se a nivel nacional se agotaba el stock. Sin embargo, a mediados de 2024, ese tipo de importación experimentó un proceso de desregulación y en enero de este año el Gobierno nacional le dio vía libre a la importación de, entre otros materiales, cartón recuperado.
“La apertura de importaciones hizo estragos en las cooperativas de recuperadores y también en los recuperadores que no están organizados en cooperativas”, asegura Francisco Dorbessan, referente de la cooperativa Amanecer de los Cartoneros. “Incluso muchos galponeros que le compraban material a los que cartoneaban de manera independiente cerraron porque para ellos ya no es negocio”, agrega.
El cartón que recolecta esa cooperativa se apila en un predio del sector de Barrido y Limpieza del Gobierno de la Ciudad porque su sede de Barracas se incendió el año pasado. “Unidades productivas como la nuestra tuvieron que espaciar la recolección del material porque las empresas prefieren importarlo y no hay dónde guardarlo”, explica.
“Estoy buscando un segundo trabajo”
Cecilia es parte de la cooperativa Amanecer de los Cartoneros, que tiene un convenio con la Ciudad de Buenos Aires. Dice que al mes, en su bolsón de 35 kilos de capacidad, levanta 400 kilos de cartón. “Antes trabajaba de lunes a viernes, ahora solo dos días a la semana porque no nos compran el cartón y no hay mucho lugar para almacenarlo”, se lamenta.
Si bien cobra un sueldo de 300 mil pesos, esta pérdida de clientes impacta en el plus que podría obtener por cantidad recolectada. “De plus, el mes pasado cobré 31 mil pesos por 450 kilos totales recuperados. Todo suma, pero es mucho menos de lo que sacaba antes”, indica.
Cecilia comenzó a cartonear a los 12 años junto a su mamá. Para llegar a tener una ganacia importante estaban todo el día en la calle. No llegó a terminar la escuela primaria y dice que es por eso que siempre le fue difícil encontrar “algo diferente”, un “mejor empleo”.
En 2015 se sumó a la cooperativa porque con una jornada laboral de cinco horas se aseguraba un sueldo fijo, el plus por lo recolectado y una guardería para sus niños. Todo eso la ayudó a estar más presente en su hogar para cuidarlos y “estar atenta a que estudien porque solo así van a salir adelante”, explica y dice con tono resignado: “Ahora estoy buscando un segundo trabajo, pero tengo poca preparación”.
Según Baiguera, “ahora se ve a más mujeres y hombres abriendo bolsas de basura y metiéndose en los contenedores porque ya no buscan cartón, buscan metales, ropa o artefactos que les sirva para vender en las ferias”.
Ante la pérdida de puestos de trabajo, Nahuel Agustín, referente de la FACCyR, explica que muchos recuperadores están haciendo changas como pueden o cartonean con menos regularidad. Cierra con un dato que preocupa: “Lo más triste es que algunos empiezan a vender drogas o las mujeres se prostituyen porque tienen que mantener a sus familias”.
Ante este escenario, Baiguera analiza que una solución sería regular nuevamente las importaciones de residuos no contaminantes, dar incentivos económicos mayores a las empresas que compren el material que se recupera en el país y “regularizar de alguna manera el mercado laboral informal de los recuperadores, algo que se intenta a través de las cooperativas”.
Cecilia, antes de dirigirse al micro que la llevará de Lanús a la zona del Abasto para juntar cartones de los comercios y recuperar los más sanos de los contenedores de basura, repite: “Lo más importante es que mis nenes tengan salud y sigan estudiando. Para eso tengo que encontrar un segundo trabajo. Es angustiante porque está difícil. Me postulé para ser parte de una cuadrilla de limpieza en Lanús. Ojalá me llamen”.
Más información
- Latitud R es una plataforma que impulsa la articulación de acciones para contribuir al desarrollo de sistemas de reciclaje que permitan formalizar y mejorar las condiciones de los recicladores de base en América Latina.
- La Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores representa a por lo menos 18 mil recuperadores urbanos de la Argentina.