“En este mundo donde todo es urgente y corremos sin parar, proponemos frenar y ver lo bueno”, destaca Pedro. A partir de una serie de conferencias desarrolladas internacionalmente, Pedro y su equipo transmiten la importancia de la motivación y el crecimiento personal. Para garantizar buenas experiencias y potenciar el impacto de estas charlas, la logística cumple un rol esencial.
¿Cómo empezó este proyecto?
Hace 13 años, junto a mi mujer, nos embarcamos en este proyecto que hoy llamamos Mentes Expertas. Es un movimiento de psicología positiva que nació con un propósito muy claro: esparcir el pensamiento positivo y fomentar el ser buenas personas. Queremos animar a la gente a vivir con alegría, con ánimo, en un mundo que cada vez va más rápido y parece que todo tiene que pasar antes de ayer. Nosotros proponemos parar, focalizar, y darnos cuenta de que, aunque pasan cosas malas, también ocurren muchas cosas buenas.
No siempre estuve relacionado con esto. Hoy tengo la suerte de compartir escenario con grandes figuras que promueven el crecimiento personal, pero hace 13 años no conocía a nadie del sector. Pensaba que el positivismo de algunas personas que me rodeaban era cuestión de genética, y si no te tocaba, pues mala suerte. Pero con el tiempo, después de escuchar a más de 1.500 mentes expertas en vivo, entendí algo fundamental: la felicidad no es un estado, es una decisión. Y cuando entendés eso, podés empezar a transformar tu vida.
¿Cuál es el rol de todos estos expertos dentro del universo de charlas, conferencias y transformación personal?
Somos canalizadores. Y te digo algo: cuando arrancamos, no lo hicimos por la gente, lo hicimos por nosotros. Con mi mujer fuimos a una charla motivacional. Yo no quería ir, me parecía una pérdida de tiempo. Pero fue tan impactante lo que escuché… No porque no lo supiera, sino porque me di cuenta de que sabía todo eso pero no hacía nada. Vivía en la queja. Había perdido las riendas de mi vida. Y ahí entendimos que si eso nos había servido, teníamos que compartirlo.
Hoy tenemos country managers en toda Latinoamérica, el movimiento nos superó. Y lo más lindo es que ahora los ponentes nos buscan a nosotros. Este proyecto se convirtió en una comunidad fantástica para seguir creciendo juntos.
¿Cómo es el detrás de escena de estas conferencias? ¿Qué lugar ocupa la logística en todo esto?
La logística es todo. Yo soy una persona bastante desordenada, así que tengo un equipazo que me acompaña. Por ejemplo, en España, que es nuestra base, incluso la ticketera es nuestra. Lo hicimos por dos motivos: primero, para poder hablar con cada persona que compra una entrada. Segundo, para evitar la reventa, porque desde el inicio nos propusimos socializar el precio. Creemos que si querés venir, el precio no tiene que ser una excusa.
Y en Latinoamérica el criterio es el mismo: cuidar cada detalle. Si falla la logística, falla todo. Si vendés dos veces una butaca, si no se valida bien una entrada, si el equipo de luces o sonido no está a tiempo, perdés la experiencia. Movemos personas, equipos técnicos, escenografía. En esta gira, por ejemplo, estamos en tres países distintos al mismo tiempo. Imaginá lo que significa coordinar eso.
Para llegar a esta entrevista la logística fue clave. Hoy al taxista se le rompió el coche. Pasaron 45 minutos, el teatro estaba lleno. Necesitábamos viajar de Uruguay y Buenos Aires y no llegábamos. La logística nos salvó. Llamamos a uno de nuestros ponentes uruguayos que logró contactarnos con un piloto que nos vino a buscar en avión. Así de literal. Por eso digo que la logística tiene que ser comprometida, flexible, pero también humana. No llamé a una empresa, llamé a una persona. Y eso hace toda la diferencia.
Y en este contexto, ¿cómo se conectan logística y bienestar?
Es que justamente, en este mundo donde todo es urgente y corremos sin parar, es importante frenar. Vivimos acelerados, estresados, buscando inmediatez. Por eso, proponemos parar y ver lo bueno. Y para eso también hay que mostrarse contento, mantener el ánimo, contagiarlo. Porque la gente no necesita que le resuelvas la vida, pero sí que le des herramientas para seguir.
¿Sentís que ese mensaje se potencia cuando lo dice alguien con experiencia real?
Claro. Te doy un ejemplo. Cuando hubo una tragedia climática muy fuerte en España, nosotros estábamos de gira en Latinoamérica. Nos llamaban de allá, pidiendo ayuda y no sabíamos a quién recurrir. Apareció entonces un sobreviviente de los Andes. Nos dijo: “Si me pagan el pasaje, mañana estoy con ustedes”.
Viajamos. El ejército nos llevó hasta un pueblo devastado. Alquilamos buses, llevamos a la gente al teatro, y este sobreviviente les habló de canalizar el dolor, de unirse como grupo. Fue impresionante ver el poder sanador de la palabra. Nunca vi una transformación así.
Después de tantas experiencias, ¿ves un denominador común entre los ponentes?
Sí. Todos tienen un propósito. Médicos que dejaron su carrera porque descubrieron que con sus palabras podían ayudar más. Cirujanos que ahora, con una charla, transforman miles de vidas. Y todos, desde distintos ángulos, hablan de lo mismo: crecimiento personal. Algunos desde los hábitos simples, otros desde la espiritualidad, la crianza, la alimentación. Pero todos tienen algo en común: no buscan brillar, buscan iluminar.
Para nosotros, este proyecto es eso: un paraguas anti-ego. Personas que podrían tener todos los focos sobre sí, pero eligen compartir, ser parte de un equipo. Y eso, en un mundo tan individualista, es muy valioso.