“Mauricio está envenenado”, afirma quien fue un importante ministro de Mauricio Macri del extinto Juntos por el Cambio. El resto de los antiguos socios –los “ñoños republicanos”, como los bautizó Milei– coincide con ese estado de ánimo y los hechos parecen darles la razón a quienes hablan con el expresidente. Desde Miami, Macri, al menos hasta ayer, no había emitido ni un tuit después de que Karina Milei y Cristian Ritondo anunciaran, con bombos y platillos, la coalición entre violetas y amarillos para competir contra el kirchnerismo en las elecciones bonaerenses. “Mauricio está muy contento”, la quiso dibujar Ritondo. Qué va a decir.
El martes 8 de julio parecía que una tercera vía asomaba en la contienda del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires. Los intendentes de Pro que responden a Jorge Macri, en masa, se negaban a pintarse de violeta, y el radicalismo bonaerense en bloque proponía constituir una fuerza alternativa, alejada de los extremos. A estos dos espacios interesantes se sumaban la Coalición Cívica, dirigentes peronistas no K como Juanchi Zabaleta, Juan Schiaretti y Florencio Randazzo, y celebrities políticas de cierta taquilla, como Margarita Stolbizer o Facundo Manes.
Pero en menos de 24 hora todo cambió. El miércoles 9 de julio cundieron el miedo y la necesidad de los jefes y jefas territoriales. A punta de pistola –porque ninguno está cómodo–, la mayoría de Pro aceptó someterse –es la palabra– a la alianza de los hermanos Milei. Y más aún: hay dirigentes radicales importantes, como el senador Maximiliano Abad, que también podrían sumarse a la ola violeta. Abad es fuerte en la quinta sección electoral de la provincia, la que incluye Mar del Plata y Tandil (entre otras localidades), y tiene un histórico acuerdo político con Guillermo Montenegro, integrante del tridente que negoció con Karina Milei.
“Efectivamente, va a ser una contienda muy polarizada entre el peronismo y el oficialismo, que se va a dirimir por menos de 5 puntos”, apunta Lucas Romero, al frente de la consultora Synopsis, sobre la elección bonaerense, que tomó un vuelo inusitado. Claro que, a la hora de traducir la consistencia de estas alianzas en bancas para el Congreso, las cosas no parecen tan simples. La incógnita es: los radicales que se sumen al acuerdo de Pro y LLA, ¿formarán parte de un interbloque o, una vez elegidos, volverán a integrar el bloque de la UCR?
A nivel nacional, el mendocino Alfredo Cornejo podría ser otro sorpresivo caso de declinación y absorción por parte de LLA. Podría terminar acordando. A su pesar, desde ya. Las encuestas mandan y Milei vuela en la tierra del vino.
“A los botes, esto es un sálvese quien pueda”, se sinceró un importante dirigente radical hablando con otro cuando la Convención de la UCR bonaerense decidió incluir una cláusula en la que les da luz verde a sus afiliados para hacer “el acuerdo más conveniente” con otras fuerzas políticas, en cualquiera de las ocho secciones electorales. “¿Y si el acuerdo más conveniente, en alguna localidad, es con Fuerza Patria, de Kicillof, también lo harían?”, se preguntaba, indignada, esta semana una histórica dirigente de la UCR que milita la opción de una tercera vía.
La ofensiva que le plantearon ayer los gobernadores en el Senado al oficialismo también habría que leerla en clave electoral. La oposición logró juntar dos tercios y sancionó la ley de recomposición jubilatoria. Los jefes territoriales aprietan al Gobierno en el terreno que pueden: se niegan a que los Milei-Menem les impongan candidatos propios en sus provincias.
¿Malas intenciones de mandrilandia, como diría Milei, o un gesto en defensa propia? Pareciera lo segundo: un síntoma de que el acuerdo electoral que imponen los violetas, a fuerza de encuestas, se hace con la nariz tapada. Y en incomodidad.
Los exsocios de Juntos por el Cambio culpan, sin excepción, a Mauricio Macri de haber destruido la construcción de un centro republicano por su interna feroz con Horacio Rodríguez Larreta. Ese mismo encono lo tiene ahora con Milei. En el último caso, es lógico. El Presidente lo destrata sin piedad, cuando la estrategia política indica que debería tenerlo a su lado, sobre todo cuando la economía podría complicarse. Un diagnóstico que no proviene de economistas kirchneristas o envidiosos. Tampoco de un extraño off de Alejandro Fantino con Toto Caputo luego desmentido. Son posibles futuras turbulencias que ven economistas independientes y sólidos como Martín Redrado, ahora de viaje por Europa, adonde se trasladó para ofrecer conferencias sobre el futuro del dólar: “Vienen tiempos álgidos en la economía argentina”, indica.
Es por eso que en el mundo de los “ñoños” republicanos abunda el resentimiento contra Macri. El razonamiento es el siguiente: es cierto que hoy vamos a una elección polarizada y que quien vaya por afuera, sin plata y poco territorio, se arriesga a ser arrasado por la ola violeta. Como también es cierto que, si se pretende pelear el 2027, la tercera vía hay que construirla desde ahora, aunque esa jugada sea arriesgarse a una estruendosa derrota.
Los “ñonos” narran que, peleado a muerte con Rodríguez Larreta, Macri se jugó a fondo por Patricia Bullrich, que luego se terminó yendo con Milei. Finalmente, cuando la opción Bullrich naufragó, Mauricio empezó a coquetear con el libertario. Más aún: quería llevar a todos sus socios a un acuerdo él.
Cuenta la leyenda que, medio de ese coqueteo, Lilita Carrió, que rechazaba de plano una alianza con Milei (que implicaba, en la práctica, la destrucción de JxC), fue de corrida y en camisón hasta la residencia de Mauricio Macri en Acassuso. Allí, y en medio de la discusión, la lengua karateca de Lilita le enrostró: “Si pensás que yo soy tu carta de bridge, te equivocás”.
Macri, en su (justificado) malestar con Milei, también en esta ocasión ensayó un doble juego. Por un lado, alentaba a Ritondo a “arreglar” con los Milei, mientras que, por otro, empujaba a distintos dirigentes, exsocios macristas, para reavivar Juntos por el Cambio.
Pero, a pesar de la polarización y de la lenta muerte de una tercera vía de centro republicana, encuestadores como Romero no descartan, sin embargo, que otras fuerzas políticas, aunque pequeñas, puedan dañar las chances de la coalición liderada por los violetas en PBA. Pensemos en María Eugenia Talerico, con su fuerza Potencia. O en un potencial armado de un sector de la UCR, la Coalición Cívica y el peronismo no K. La mayoría de los dirigentes involucrados en esta oferta integraron Juntos por el Cambio. Es lógico que ese armado, por pequeño que sea, les saque más votos a los hermanos Milei que a Kicillof, sobre todo teniendo en cuenta que, en la elección bonaerense, no hay Paso.
“Cuando no hay primarias, las pequeñas fuerzas unidas pueden sumar hasta 10 puntos”, apunta el director de Synopsis.
Patricia Bullrich, que sabe más de política que Milei, pareció haber tomado nota de esta acechanza cuando cruzó, en un evento, al mediático abogado Diego Armesto, que ahora juega para Talerico. “¿Qué haces ahí? Vas a sacar dos puntos, como mucho”, lo desalentó. Un desaliento con un toque de preocupación. A favor de Talerico: no se dejó tentar por el cortoplacismo de las encuestas y, hasta el momento, se negó rotundamente a aliarse tanto a LLA como a lo que queda de sus exsocios de JxC.
Cuando la macro podría empezar a ponerse oscura de aquí a fin de año, tal como prevén economistas independientes, cachetear a tus potenciales aliados no parece ser la mejor opción. Nada es para siempre y la venganza, murmuran en la toxicidad de la política, es un plato que se come frío. En el ajedrez del poder, las negras también juegan.ß