No existen recetas mágicas ni tampoco fórmulas para el amor, pero Ariel Rodríguez Palacios y su esposa, Valeria Palazzo, parecen haber encontrado el secreto del amor eterno.
Su historia comenzó a mediados de los ’80, mientras ambos cursaban la escuela secundaria, aunque no eran compañeros en realidad. Sin embargo, las miradas furtivas en los recreos los enamoraron y pronto se hicieron amigos. El noviazgo duró algunos años y superó unos cuantos meses de distancia cuando el chef viajó a París para estudiar en Le Cordon Bleu y en la escuela Ritz-Escoffier. Se casaron en 1992 y son padres de Gaspar, Felipe, Máximo y Lourdes.
De perfil bajo, poco se sabe de la vida íntima del conductor de Ariel en su salsa, el exitoso ciclo de Telefe. Sin embargo, él suele contar alguna anécdota familiar durante el programa. Una vez dijo que ella quiso cocinar un pollo al horno, pero no se dio cuenta y no sacó la bolsita plástica con los menudos: “Cuando sirvió el pollo tenía un olor horrible y estaba incomible”, cerró entre risas.
En su casa la cocina no es un territorio exclusivo del chef, aunque intenta adueñárselo todo el tiempo. “Mi mujer cocina algunas cosas, pero casi siempre lo hago yo porque me encanta cocinar. Para mí no es un laburo. Yo el fin de semana recibo amigos y me gusta hacer el asado, las pastas, los pescados. Siempre disfruto de recibir gente en casa. La gastronomía tiene eso: vos tenés que disfrutar que el otro esté sintiendo placer. Generalmente me esfuerzo para que eso suceda, y soy un buen anfitrión”. En su casa en un barrio privado de zona Norte, Rodríguez Palacios tiene un asador que funciona también como fogón, una parrilla profesional y un horno de barro.
Sobre Valeria, Ariel contó hace un tiempo en LA NACION: “Nos conocimos de muy chicos, en la secundaria. Ella es un año más chica que yo, así que la conozco de toda la vida. Cuando me fui a Francia, me bancó y no nos vimos durante bastante tiempo, pero siempre seguimos juntos… Valeria es una super madre. Mis chicos están bien, no nos dieron grandes problemas. Ya se recibieron y ahora trabajan. Creo que el 85% de todo eso se debe a la madre que siempre estaba ahí”.
El chef siempre tiene halagos para su pareja: “Es una gran compañera y parte de su vida la sacrificó por la familia. Siempre estuvo contenta de que me fuera bien, de que tuviera éxito. Como yo estoy contento de todos sus logros también. Y tenemos cuatro hijos. La nuestra es una gran historia y qué paciencia tiene esa mujer. ¡Seguí así, Vale!”.
Sus hijos, su mayor orgullo
Su hijo Felipe también es cocinero y lo acompaña en el programa desde hace unos años: “Trabajar con Felipe es parte de la vida y estoy tan agradecido. Él es un chico fácil que entiende el juego y hasta se divierte con el ida y vuelta. Tenemos un muy buen vínculo. Mi hijo le hizo muy bien a Ariel en su salsa porque le pone una impronta moderna y me enseña un montón de cosas… Él hizo una carrera mucho mejor que la mía. Vivió siete años en Francia, estuvo en Japón, trabajó en un restaurante con tres estrellas Michelin, de esos súper exigentes. Me superó. En formación me da ocho vueltas (risas). Es muy bueno. Hoy es difícil que una persona se banque el ritmo de un restaurante con tres estrellas Michelin de Europa. El chef que pone el nombre está todos los días revalidando lo que hace. El trabajo tiene que estar muy bien hecho”, le confió a LA NACION.
Para Ariel, la familia es lo primero. Hace un año mostró en redes un viaje que hizo con su esposa a los Estados Unidos para asistir a la ceremonia de graduación de su hijo Gaspar, que es Licenciado en Economía e hizo un máster en Finanzas; “¡Estamos orgullosos de tus logros, Gaspi. ¡Felicitaciones! ¡Te queremos!“, escribió en sus redes en ese momento.
Máximo, que mantiene un perfil bajo, estudió en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y realizó un posgrado en dirección de empresas; y heredó la pasión de su papá y es cocinero. Lourdes, la menor de los cuatro, se graduó como diseñadora en la Universidad Torcuato Di Tella.
Por otra parte, Ariel comparte con sus hijos Lourdes y Máximo el gusto por correr, entrenar y participar de maratones; el año pasado los tres corrieron la Maratón de Buenos Aires. “Durante seis meses entrenamos para ese momento y realmente fue una experiencia única y enriquecedora poder realizarlo junto a mis hijos, desde entrenar en la semana a charlar sobre el tema y ocuparnos de los preparativos. Pero lo más emocionante fue la llegada los tres juntos, haciéndonos el aguante… Bah… Haciéndome ellos el aguante a mí”, contó en sus redes.