La vida de Helene Bertha Amalie Riefenstahl (Berlín, 1902 – Pöcking, 2003) está marcada por este dilema que la convirtió en una de las personalidades más controvertidas del cine: mientras unos elogiaban su estética innovadora y creativa, otros la criticaban por su “pasividad” ante el avance del nazismo.
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Actriz, bailarina y nadadora, se interesó en el cine al ver la película La montaña del destino (1924), dirigida, escrita y producida por Arnold Fanck. Amigo personal de Hitler, Fanck la recomendó a Leni para filmar películas propagandísticas del Partido Nazi, como El triunfo de la voluntad (1935) y Olympia (1938), sobre las competencias deportivas celebradas en Berlín en 1936, y que fue clasificada por la revista Time como una de las 100 mejores películas de todos los tiempos.
Los recursos puestos a su disposición le permitieron utilizar los últimos avances tecnológicos de la época, como el desplazamiento de cámaras sobre rieles, cámaras atadas a globos aerostáticos o a botes a fin de capturar imágenes panorámicas.
A pesar de las intenciones del partido de mostrar la superioridad aria, fue Leni quien promovió la imagen del corredor afroamericano Jesse Owens, aclamado en Alemania pero que no fue recibido por el presidente Roosevelt a su retorno a Estados Unidos. Durante la gala organizada en su homenaje en un hotel de Nueva York, ni siquiera se le permitió entrar por la puerta principal, pese a sus cuatro medallas doradas. Como toda persona de color, debió ingresar por la puerta de servicio.
Al comienzo de la guerra y con el apoyo del III Reich, Leni comenzó a documentar el avance del ejército alemán en Polonia, pero, perturbada por las escenas bélicas, decidió no continuar filmando para el régimen, aunque siguió cultivando su amistad con el Führer.
Riefenstahl se abocó entonces a su proyecto más personal: Tiefland (que significa “llanura” o “tierras bajas”), adaptación de la ópera homónima de Eugen d’Albert, basada a su vez en la novela de Àngel Guimerà (1845-1924), autor catalán. Este proyecto era un viejo anhelo. Había comenzado a trabajar en el guion en 1934, pero recién empezó a filmarse en 1940 en España, con la propia directora en el papel protagónico.
La guerra, su vinculación con el nazismo, los juicios de postguerra y la confiscación de la cinta retrasaron su lanzamiento hasta 1954, convirtiendo a Tiefland en la producción fílmica más larga de la historia. Ingresó así al Libro Guinness de los Récords, aunque años más tarde fue superada por El ladrón y el zapatero, película animada dirigida por Richard Williams, que demoró 29 años en completarse.
La película se inicia con la imagen de un pastor español, Pedro, matando un lobo con sus propias manos para defender a su rebaño. Luego se narra la tiránica postura de Don Sebastián, marqués de Roccabruna, quien niega el acceso al agua a los campesinos. Acosado por las deudas, planea casarse con Amelia, una rica heredera, pero en el ínterin conoce a Marta, una bailarina gitana interpretada por Riefenstahl. Seducido por su belleza, la convierte en su amante y la mantiene cautiva en su palacio.
Finalmente, Don Sebastián se casa con Amelia, y Marta logra escaparse. Exhausta, es encontrada por Pedro en el bosque, quien la refugia en su casa. Hasta allí llega el marqués para recuperarla, pero el pastor se niega a entregarla y debe batirse a duelo con Pedro, quien termina estrangulándolo como lo había hecho con el lobo. La escena final muestra a la pareja caminando por las montañas, perdidos entre las brumas.
Esta película, de apenas 98 minutos, tropezó con escollos desde el primer momento. La filmación en España se suspendió y continuó en los Alpes alemanes y en las Dolomitas italianas. El pueblo español fue recreado sobre Mittenwald. Todo hacía pensar que la película se estrenaría en 1941, pero los fondos destinados originalmente por el Reich fueron considerados un gasto innecesario por Goebbels, quien tenía serias diferencias con Leni desde la filmación de Olympia. Para colmo, los estudios donde se editaba la película fueron bombardeados, y la tarea continuó en Praga.
Originalmente, Riefenstahl no iba a hacer el papel de Marta, pero no encontró otra actriz que tuviese la habilidad para bailar que requería este personaje. Sin embargo, al comenzar la filmación, Leni tenía 40 años, mientras el actor que interpretaba a Pedro (Franz Eichberger) 23. Cuando se vio en la pantalla en 1954, Leni se percató de su error.
Después de la guerra, la película inconclusa fue confiscada y Riefenstahl fue interrogada y detenida hasta 1948. En Dachau, el tenebroso campo de concentración, Leni fue confrontada con imágenes filmadas allí y cuestionada sobre su conocimiento de estos centros de exterminio y su estrecha relación con Hitler (que se había deteriorado después de la muerte de su hermano en Rusia, en 1944).
Debido a una supuesta depresión, fue internada en una institución psiquiátrica donde recibió varias sesiones de electroshock, tratamiento estándar para la época. Entre 1949 y 1952 enfrentó cuatro juicios por su participación en la propaganda nazi. Finalmente fue declarada “compañera de ruta”, una forma elíptica de calificarla como colaboradora sin condenarla formalmente. En 1954 se le permitió completar Tiefland, que se estrenó con éxito en Alemania, aunque no fue aceptada en otros países.
Hasta 1969 trabajó como fotógrafa de revistas prestigiosas como Life y Paris Match, donde publicó sus fotos tomadas de los Nuba, una tribu africana. Estas fotografías fueron recopiladas en un libro criticado por responder, según Susan Sontag, a la “estética fascista”.
Mientras enfrentaba más de 50 juicios por difamación, fue premiada en Alemania como Fotógrafa del Año en 1975 e invitada a los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976.
También presentó un libro de fotografías subacuáticas, Maravilla bajo el agua, y el 22 de agosto del 2002, al cumplir 100 años, lanzó una película: Impresiones submarinas. Ese mismo año fue nuevamente juzgada, acusada de haber elegido para Tiefland a gitanos recluidos en un campo de concentración, quienes posteriormente fueron exterminados en Auschwitz. Obviamente, negó los cargos.
Falleció en septiembre del 2003 a los 101 años, víctima de un cáncer. Su cuerpo fue incinerado y enterrado en Múnich.
Si bien se reconoció el valor innovador de sus películas y sus trabajos fotográficos, estos fueron donados a la Fundación de Patrimonio Cultural Prusiano, que resaltó su calidad estética aunque la misma fundación declaró que existía una “responsabilidad especial para una necesaria reflexión crítica”.
¿Arte o propaganda? Toda manifestación artística tiene una implicancia política “por palabra, obra u omisión”; Leni Riefenstahl no fue una excepción a esta regla.