Tiene sólo 23 años y su figura impone respeto. Desde su 1.90 metro transmite una distancia que cuesta descifrar. De gesto serio, pocas sonrisas, como concentrado a cada paso. Sin embargo, en un chasquido de dedos se borra esa imagen, que Arturo Coello se encarga de despejar con un puñado de palabras. Tan contundente como cada uno de sus remates desde esa zurda letal.
Y cuando habla, no deja ni un ápice de señal de que se trata del mejor, junto con Agustín Tapia, en el universo del pádel. Alcanza con mirar cómo suelta una sonrisa o cómo gesticula con admiración de otros, como Paulo Dybala, para encontrar al chico de Mojados, el del municipio de 3300 habitantes de España, en la provincia de Valladolid. Y aquí en Buenos Aires, la tierra de su compañero y amigo, donde se lo conoce como el Rey Arturo, sólo es el centro de atención de todo y todos, pero él sólo piensa en coronarse el próximo domingo para “que Agustín levante el trofeo ante su familia”.
Se sienta a la mesa, siempre acompañado de su paleta Head, porque el protocolo de los jugadores ante las cámaras así lo requiere. Pero cuando advierte que sólo por delante tendrá un grabador, se relaja, deja sobre su falda su “arma” de juego para este Premier Padel y suelta la primera sonrisa cuando habla de su relación con Agustín Tapia: “Es bastante fácil y no hay ningún truco, somos muy, muy amigos. Tanto afuera como adentro de la pista. Afuera nos respetamos y entendemos muy bien las necesidades de cada uno. Intentamos tener siempre un comentario bueno o por lo menos constructivo hacia el otro, nunca hay rencillas ni discusiones dentro de la pista”.
Camina por los pasillos de Parque Roca y se presencia es magnética para los fanáticos. Y él confiesa que allá por 2022, cuando ganó su primer torneo internacional, en febrero, en Miami, no imaginaba todo este momento. Es que su imagen se multiplicó con un vértigo cautivante. Tan sólo 19 años, 11 meses y 19 días, Arturo Coello se instaló en la historia grande del pádel desplazando justamente a Agustín Tapia, como el más joven en coronarse en la elite del pádel mundial.
Catorce títulos conquistados en 2024, acompañados de 47 victorias consecutivas obtenidas desde julio hasta diciembre y el primer puesto en el ranking FIP por segundo año consecutivo. Y en 2025, en la cima de la disciplina, de los siete torneos en los que participaron en esta temporada ganaron 3 (Riad, Qatar y Bruselas). A pesar de estos número de locura, en Coello no se refleja esa condición de súper estrella. Nada está impostado en él, porque su esencia es trabajar y trabajar. Hasta eligió dejar España e instalarse en Miami, con el club Reserve Padel como centro de operaciones y al empresario Wayne Boich como mecenas y gran apoyo en este cambio.
-¿Qué implica estar jugando para vos en Buenos Aires?
-Siempre que he venido a Argentina, lo he disfrutado mucho. He tenido la suerte de venir acompañado de jugadores también nacionales, con lo cual creo que la gente también se ha sentido muy identificada conmigo, aunque no sea del país; me han alentado mucho, siempre me han apoyado. Puede ser que por mis compañeros o también porque sientan cierta simpatía por mí, yo la siento también por el país, la verdad que le tengo un cariño increíble y lo disfruto mucho. Es un placer venir a Buenos Aires, a la Capital, a jugar en este estadio que es inmenso, y que esté lleno todos los días indica que el pádel sigue creciendo, aunque en Argentina ya sea muy popular, sigue aún así creciendo; eso demuestra el gran trabajo que están haciendo todas las partes. Ojalá que podamos estar a la altura y hacer un buen torneo.
-¿Que representa ser número 1 y cuánto presiona sostenerlo?
-Implica muchísima dedicación. El hecho sólo de proponerte ser número 1, ya te deja indicar que es un reto muy difícil, que todos optamos para intentar serlo y que unos pocos del ranking dan su vida para llegar a estar ahí. Tenemos rivales muy difíciles, van apareciendo parejas cada vez con mayor nivel… Este año creo que aún más se está viendo un pádel muy competitivo, que cualquiera te puede sacar en cualquier ronda, con lo cual es un reto muy importante. También indica que cuando lo logramos tuvo un mérito mayor, porque fue cristalizar el trabajo diario, el esfuerzo y con el equipo hacemos muchos esfuerzos para sostener este momento.
-¿Trabajás particularmente para soportar esa presión?
-Sí, sin duda que el equipo sostiene muy bien todos los estados por los que vamos pasando, tanto la parte deportiva, la parte física, la parte mental, que son los tres aspectos más importantes para nosotros. Yo trabajo de manera particular con una terapeuta, ya que entiendo que es importante tener claridad en momentos de estrés deportivo.
-¿Te cambió la vida ser número 1?
-No creas que tanto, al final es lo mismo, la gente te conoce un poquito más. Yo trato de ser el mismo, de tener las mismas costumbres que me han llevado a ser número 1, y ahora mismo pues seguir con ellas y disfrutar de lo cosechado, e intentar crear cosas nuevas.
-¿Por qué elegiste el pádel como deporte?
-Yo combinaba pádel, tenis y fútbol en el pasado, cuando era muy pequeño. Creo que siempre los deportes de raqueta se me dieron mejor, entonces decidí continuar con el tenis y el pádel. Y justo por un motivo nacional vuestro, porque mi entrenador antiguamente era argentino y el otro era uruguayo, me incliné por el pádel, porque era mucho más dinámico y la forma de ellos de impartir las clases que teníamos era muy atractivas. Entonces, le empecé a tomar mucho más cariño al pádel. Me alejé un poco del tenis, también en esa época el tenis en España era mucho más caro, con lo cual mis padres no podían sufragar todo tipo de gastos para hacer el circuito. En el pádel era todo más accesible, se hacía un poco más llevadero y por esas dos cosas pues decidí jugar al pádel.
-¿Imaginaste en algún momento que ibas a poder vivir del pádel?
-Hablábamos mucho también con los chicos, con los argentinos, que implica mucho esfuerzo poder vivir del pádel. Es verdad que cuando yo tomo la decisión de ser jugador profesional, en ese momento vivían del padel muy pocos jugadores, por no decir los mejores. Era una apuesta más de felicidad y de disfrute, de hacer una cosa que me gustaba, más que un objetivo de vida, de ganarme la vida. Pero es verdad que, a medida que he ido creciendo, el pádel también ha ido subiendo y a día de hoy creo que sí que se puede vivir, y se vive bien. La gran mayoría de los jugadores profesionales pueden alcanzar ese estatus. En lo personal imaginé o proyectaba que podía dedicarme al 100 al deporte. Cuando me decanté por ser un profesional de pádel, imaginaba que iba a poder vivir de ello. No sabía si como jugador profesional y solo dedicándome a los torneos, o si iba a tener que mezclar torneos, clases y todas las actividades que tienen que hacer otros jugadores para sostenerse. Pero sí, yo siempre proyecté que, si trabajaba con la misma ilusión y las ganas que lo hacía desde muy pequeño, podía llegar muy arriba.
-¿Qué te pasa cuando grandes figuras de todos los deportes hablan de ustedes o quieren jugar con ustedes?
-Es curioso porque al final ellos te ven de tú a tú y muchas veces, muchos jugadores o figuras del deporte que son ídolos para ti, a ti mismo te tratan como lo mismo. Ellos disfrutan de nuestro deporte, nos ven y entonces se sienten en la misma situación. Es verdad que quizás un poco menos de lo que nosotros sentimos por ellos y eso es lo que más me impacta. Vamos a poner un ejemplo, a Dybala le hace más ilusión a veces conocerme a mí de la que me hace a mí conocerlo a él. Y para mí eso es imposible, porque para mí Dybala es un genio y lo he visto en la tele diariamente. Que él simplemente sepa mi nombre, que yo juego al pádel, que le guste compartir ratos conmigo, es increíble, es algo brutal. Con lo cual, son situaciones que nos sorprenden mucho. Porque al final el pádel es un deporte pequeño, no es un deporte tan grande como el fútbol, y conocer a este tipo de figuras es algo increíble.
-En el punto en el que estás parado, de ser el número uno del mundo, ¿Podés disfrutar de jugar al pádel?
-Yo disfruto, ya no sé si de jugar al pádel, pero sí del trabajo que he escogido. Al final, cada mañana me despierto y estoy feliz porque sé que el trabajo que hago me encanta. Me encanta entrenar físico, me encanta jugar al pádel, me encanta la vida que he escogido. Es verdad que tanto unas vidas como las otras siempre son duras, pero la nuestra dentro de todo, es menos dura, aunque nos mantiene mucho tiempo alejado de casa, pero lo que es el día a día del trabajo es muy gratificante.
-Todos señalan que sos muy perfeccionista, ¿cómo lidiás con eso?
-Bueno, yo me exijo mucho al máximo, y a veces hasta demasiado. Yo soy dos personas muy distintas cuando entreno y cuando compito. Lo tranquilo, calmado, el control de emociones que suelo tener siempre en la competición, en el entreno, que es el momento en el que me exijo al máximo, quizás no lo tengo tanto. Soy muy exigente, muy ambicioso a la hora de perfeccionar cada cosa, porque al final mi esencia no ha sido tanto algo dado, sino algo más trabajado. Yo he tenido que reinventarme mucho para llegar al nivel de jugadores con el talento de Agustín, de Juan Lebrón, de muchos otros, pero eso también me gusta, y la sensación de entrenar, de exigirme, de marcarme nuevos retos cada día, me motiva un montón.
-¿Qué te genera Agustín cuando lo ves jugar?
-De Agus podría destacar muchísimas cosas, tanto en lo personal como en lo profesional, pero digamos en lo profesional, creo que es la combinación que tiene de pausa en los momentos que tiene que estar tranquilo y la garra, el carácter y la fuerza que tiene en la competición. Creo que es una combinación muy buena, le hace estar muy tranquilo en las fases de reposo del día y del torneo, y tiene la capacidad inmediata de transformar esa tranquilidad en mucha fuerza a la hora de competir.
-¿Cuánto te costó la determinación de dejar España para instalarte en Miami?
-No fue sencillo, lo medité bastante, como mi familia. El cambio es muy grande, es otra cultura, otro idioma, costumbres distintas… Pero los Estados Unidos ofrece muchas oportunidades, no sólo para impulsar el crecimiento del deporte, sino también para llevar una vida ideal para un deportista profesional. Y en realidad, lo que busqué con este cambio es ganar en mi evolución como jugador y también como persona, que en definitiva, van de la mano y permiten mejorar en todos los aspectos de la vida.
-¿Cómo se proyecta, en términos de objetivo, ahora que ya son la mejor pareja del mundo?
-Es que yo creo que el 1 nunca ha sido nuestro objetivo como tal. Yo decidí ser jugador profesional porque quería ser cada día mejor, ser lo mejor que pudiese ser. Cuando llegó el 1, que fue un objetivo que estaba, pero que era más un sueño, todo fue natural. Ahora, la ambición de continuar arriba no te deja descansar, y yo ahora busco cada año reinventarme y mejorar; cada año intento estar un poco más arriba, y creo que el objetivo como tal del 1 nunca fue un objetivo principal.
-¿Y como equipo?
-Pues como equipo, la verdad que es un reto, uno de los grandes, mayúsculo para todas las partes, porque obviamente la exigencia es tremenda cada semana, cada día, cada momento. Pero también es muy bonito porque te da momentos duros y momentos buenos. Pero, por suerte, desde nuestra unión han sido más buenos que malos los momentos que compartimos y eso es magnífico para todos.