El Ministerio de Salud de Brasil confirmó este miércoles al menos 10 muertes y 53 casos confirmados de intoxicación por metanol tras consumir bebidas alcohólicas adulteradas.
En su última actualización, la cartera sanitaria detalló que, hasta el momento, se han registrado 112 notificaciones de intoxicación a nivel nacional, de las cuales 53 ya fueron confirmadas y el resto permanecen bajo investigación.
El Ministerio también señaló que más de 600 alertas han sido descartadas tras una serie de estudios.
El estado de San Pablo, el más poblado del país, concentra la mayor cantidad de muertes (7) y de personas afectadas (42) por el consumo de destilados adulterados.
El resto de las víctimas se reparten entre Pernambuco (2) y Paraná (1), mientras las autoridades mantienen 11 muertes más bajo investigación para determinar si la causa fue esta sustancia.
Los primeros casos de intoxicación por metanol comenzaron a conocerse a fines de septiembre y, desde ese momento, las autoridades brasileñas han abierto varias investigaciones para descubrir la fuente de contaminación de las bebidas alcohólicas.
Un mercado paralelo del crimen organizado a través de la contaminación de la cadena alimentaria
El caso de la adulteración con metanol de bebidas destiladas en Brasil, que estalló hace unas semanas, ha desatado una tormenta de problemas. En el gigante latinoamericano, la contaminación se está extendiendo, desde las bebidas alcohólicas hasta el agua y los agrotóxicos, poniendo en riesgo la calidad de la cadena alimenticia.
Mientras la lista de víctimas por metanol elaborada por el Ministerio de Salud se alarga día a día, varias operaciones policiales han descubierto un auténtico sistema paralelo y totalmente ilegal que abastecía a muchos locales en varios estados del país, pero sobre todo en San Pablo y sus alrededores, los más afectados por la emergencia.
La semana pasada, el comisario general de la Policía Civil paulista, Artur Dian, declaró que todas las bebidas adulteradas con metanol vendidas en el estado de San Pablo se habrían producido en la periferia, en una fábrica clandestina gestionada por una familia en São Bernardo do Campo.
La principal sospechosa es una mujer, Vanessa Maria da Silva, detenida in fraganti hace 15 días. Según la investigación, toda la cadena criminal, desde la producción hasta la distribución en bares y restaurantes, giraba en torno al núcleo familiar de la mujer.
El metanol, utilizado en la fabricación de pinturas y disolventes, era suministrado por dos distribuidores de combustible ya identificados por la Policía.