En el marco de las fiestas patrias en México, la gastronomía nacional cobra un papel central y entre los platillos más emblemáticos que se disfrutan durante septiembre destaca el famoso pozole.
Esta preparación, presente en mesas de todo el país, posee una historia que se remonta a la época prehispánica, cuando formaba parte de rituales y celebraciones de diversas culturas indígenas, quienes utilizaban el maíz como base de su alimentación y símbolo de unidad.
El pozole tradicionalmente se elabora con maíz cacahuazintle, que al cocerse revienta y adquiere su característico aspecto esponjoso. Se combina con carne —usualmente de cerdo o pollo— y se complementa con ingredientes frescos como lechuga, rábanos, cebolla y orégano. Su presentación puede variar en tres estilos principales: blanco, verde y rojo, dependiendo de la región y los ingredientes adicionales, como chiles o salsas, que definen su sabor y color.
Durante el mes patrio, familias y amigos se reúnen para compartir grandes cazuelas de pozole, acompañando la celebración de la Independencia de México con este platillo que simboliza tradición y convivencia. El pozole no solo es un ícono de la comida mexicana, sino también el reflejo de una identidad cultural que perdura y se fortalece año con año en septiembre.
Delicioso pozole rojo: receta del icónico platillo mexicano
El pozole rojo es uno de los mayores exponentes de la cocina mexicana y protagonista indiscutible durante las fiestas patrias. Su sabor profundo, el aroma de los chiles y la textura del maíz hacen de este platillo una tradición que se comparte en familia. Aunque existen distintas variedades de pozole a lo largo del país —como el verde de Guerrero o el blanco de Jalisco—, el rojo, característico del centro y occidente de México, destaca por el uso de chiles secos en su adobo.
Para preparar un clásico pozole rojo, se comienza cocinando 1 kilogramo de maíz cacahuazintle previamente nixtamalizado. En una olla grande, el maíz se hierve con suficiente agua hasta que los granos revienten, proceso que puede durar entre 2 y 3 horas. Mientras tanto, en otra cacerola, se cuecen 1,5 kilogramos de carne de cerdo (espaldilla, pierna o costilla) junto con cebolla, ajo y sal al gusto.
El color y sabor distintivo del pozole rojo provienen de la salsa de chiles. Se deben desvenar y remojar 5 chiles guajillo y 3 chiles ancho en agua caliente hasta que se suavicen. Luego se muelen junto con ajo, orégano y un toque de comino, creando una pasta espesa que se añade a la carne ya cocida. Todo se mezcla con el maíz y se deja hervir para que los sabores se integren completamente durante al menos 30 minutos adicionales.
El pozole se sirve en platos hondos, procurando incluir abundante carne y granos de maíz en cada porción. Tradicionalmente se ofrece con guarniciones frescas: lechuga o repollo finamente picado, rábanos en rodajas, cebolla, orégano seco y limón. No puede faltar el toque crujiente de las tostadas de maíz o tortillas. Este platillo representa la fusión de productos prehispánicos y tradiciones coloniales, reuniendo a generaciones en torno a una receta que ha perdurado a través del tiempo, especialmente en las celebraciones patrias.