Benjamín Araya nació el 13 de abril de 1963. Tiene 62 años, está casado con Silvia Gilardenghi y ambos son los padres de Benjamín (39 años), Marcos (37), Sofía (35) y Bautista (26). A sus ocupaciones de la vida cotidiana y sus labores en el ámbito del polo, el hombre integrante de una familia de profundas raíces rosarinas y criado en Coronel Suárez deberá agregar otra. Una ocupación que le demandará mucho tiempo y extrema dedicación: la de presidente de la Asociación Argentina de Polo (AAP).
No se propuso serlo, pero varios llamados de destacadas figuras fueron convenciéndolo y Araya acabó postulándose. Lo tentaron a sumarse a la lista del oficialismo, pero armó un grupo propio y encaró la campaña electoral. Este miércoles, la voluntad mayoritaria de los clubes de polo del país lo consagró ganador en la contienda con Marcos Di Paola y sucesor de Delfín Uranga, en una elección celebrada en el Campo Argentino de Polo, en un recinto ubicado frente a las oficinas de la AAP. El contexto fue el de la asamblea anual ordinaria de la entidad, en la que se trata, entre otros temas, el balance. Hubo muchos participantes por video y el triunfo de Araya fue ajustadísimo: el candidato de la lista B obtuvo 58 votos, y el de la A, 56. No hubo abstenciones ni sufragios en blanco.
“Tantos llamados me hicieron reflexionar, despejaron algunas dudas que tenía. Me lancé y aquí estoy. Ocupar este cargo es una responsabilidad enorme, y a la vez, un desafío lindísimo y un honor”, reveló para LA NACION, unas semanas antes de la elección, quien fue un joven prodigio en el polo.
A los 17 años, a punto de terminar el secundario, Benjamín deslumbraba por su talento. Una llamativa habilidad y una sorprendente velocidad al montar sus caballos lo llevaron a convertirse en figura durante su primera experiencia en el Argentino Abierto. Corría la Triple Corona de 1980 y Araya logró el título de campeón de Palermo vestido con los colores de Coronel Suárez y apuntalado por tres próceres, Alberto Pedro Heguy, Alfredo Harriott y Celestino Garrós. A la temporada siguiente Araya repitió el cetro, con la misma camiseta y los mismos compañeros. Y en 1983, ya representando a Coronel Suárez II y rodeado por Juan Badiola, Daniel González y su padre, Horacio Araya, sumó la tercera y última conquista en Palermo. Benjamín volaba de mimbres a mimbres, y a pesar de sus extraordinarias condiciones, debió conformarse con los 9 goles de handicap. “Ya va a tener tiempo para llegar a 10”, argumentaron los calificadores de entonces. Sin embargo, Benjamín no repetiría las rutilantes actuaciones de los inicios de su carrera y jamás alcanzó el 10.
“Papá, Horacio, arrancó jugando en Rosario y se fue de joven a Coronel Suárez. Crecer en ese lugar nos inculcó valores y el club se convirtió en algo muy importante en mi vida”, valoró quien hasta la temporada anterior comentaba partidos de la Triple Corona en ESPN. Viajaba asiduamente de Suárez a Hurlingham, Tortugas o Palermo para cumplir esa tarea, y lo hacía a gusto, con un estilo muy didáctico. Además, el triple campeón del Abierto mantiene desde hace muchos años un vínculo con el polo español. Es el entrenador de su seleccionado y lo llevó alzarse con el título de campeón por primera vez en su historia en el último Mundial de 14 Goles, Palm Beach 2022, causando sorpresa.
Benjamín Araya tiene toda una vida relacionada con el polo. Y entendió que involucrarse en su conducción era una manera de devolverle algo de lo que esta actividad le brindó. Sus hijos varones son profesionales. “Asumí este compromiso y voy a cumplirlo, pero sin dejar de atender las otras cosas a las que estoy atado. Primero, porque también con ellos asumí un compromiso y no puedo romperlo de buenas a primeras. Y segundo, porque armamos un equipo de gente muy idónea en el que las decisiones serán tomadas de manera consensuada y no de modo individual”, explicó.
En cuanto a su plan de gobierno, Araya dejó en claro algunos puntos. “Creo que Buenos Aires centraliza mucho la actividad. Y no tenemos que olvidar que el polo de Buenos Aires es lo que es gracias al aporte del polo del interior, que es importantísimo. Hay un montón de clubes, de gente que juega, de familias, de chicos que viven de y para el polo y que han empezado sus carreras en Salta, Entre Ríos, Coronel Suárez, Trenque Lauquen, La Pampa. Entonces, no podemos olvidarnos. En muchos de esos lugares necesitan de la Asociación de Polo. No solamente recursos; también referís, gente que les enseñe, que los apoye, que les explique cómo se juega al polo, lo que es un caballo. Ahí también entran la Asociación de Jugadores y la de Criadores. Es un combo grande, en el que todos nos necesitamos”.
El nuevo presidente de la AAP Piensa otorgar un rol preponderante al Comando de Remonta y Veterinaria (dependencia del Ejército Argentino abocada al ganado y que opera el Campo Argentino de Polo), “porque, entre otras cosas, ha sido fundamental en la historia del polo y para los criadores”. Araya manifestó que lo encantaría que Palermo fuera Palermo toda la vida, es decir, el lugar del polo.
“Voy a apoyar al polo femenino, al de los chicos y al de las Ligas Federales. Queremos presentar un proyecto para el predio de Pilar, pero para hacer algo ahí hacen falta recursos. Polo University es una muy buena iniciativa, pero creo que es necesario apuntarles además a otras cosas. Hay que hacerlo más amplio, sustentable, y necesitamos a alguien que nos banque eso”, afirmó.
En cuanto al juego, se entusiasma con la regla del bloqueo. En cambio, no está muy seguro de que Palermo sea ideal con diez cuartetos intervinientes, pero rescata que el formato actual ”les da la oportunidad a dos equipos más de ser parte». Razonó lo siguiente: “Obviamente, hay diferencia entre los participantes, como la hay entre el lucky loser que entra al torneo de tenis y [Novak] Djokovic. Pero bueno, el tipo fue y jugó contra Djokovic. De otro modo, nunca habría jugado, y por ahí algún día termina ganándole”. A la vez, consideró: “Debemos potenciar lo de más abajo: la Copa Cámara, la Copa Municipalidad del Pilar y la clasificación para Palermo”.
Según el escrutinio, la propuesta de Benjamín Araya y su gente resultó algo más atractiva que la considerada oficialista. Distinta en matices, tal vez en modos de conducir. No en mucho más. Pasó Delfín Uranga. Ahora es el turno de aquel prodigio del polo campeón a los 17 años. Ahora, presidente con 62.