Hasta dónde se puede llegar a sentir nostalgia si te lo proponen: hoy ni hacer un trámite es lo que era. Ahora se resuelven “a distancia”, las colas son “virtuales” y, si hay sala de espera, ya nadie para la oreja ni curiosea lo que vino a hacer el que está adelante (toda la atención se la roba el celular). Aquel agobiante peregrinar por pasillos y oficinas quedó demodé, planillas y sellos de goma están al borde de la extinción, poco queda del famoso “papeleo a lo Wazowski”. Y todos estos afortunados avances que devuelven el tiempo perdido se llevan consigo no solo el fastidio de la administración pública o privada sino lo que germinaba en los intersticios del trámite, digamos, la humanidad del tema. Posiblemente sin esta pátina vintange no habría Asuntos internos, una obra no convencional que a partir de este sábado Florencia Werchowsky y un grupo de artistas que se va afianzando a través del tiempo como una suerte de de compañía inestable proponen al público.

Para empezar, la cuestión es como una cita a ciegas: hay un punto de encuentro en Retiro, sobre la calle Esmeralda, y un cadete (Oliver Carl) que acude al encuentro para guiar al grupo hasta la oficina donde se seguirá una serie de pasos (también de baile) hasta que el expediente cobre un buen volumen. Por caso, una mujer que tiene el número 108 se presenta con un estrambótico formulario completado ante los recepcionistas -los bailarines David Gómez y Julieta Zabalza, autores además de la coreografía- y se disparan, entonces, algunas preguntas más bien existencialistas, del tipo: “Usted cree que antes de morir volverá a ver un amanecer: A- Más de 10 veces, B-Más de 100 veces. C- Nunca estoy despierto/ta cuando amanece”. Catalogada de “optimista”, la mujer avanza al siguiente mostrador. Entre las estaciones por venir se encontrará con una empleada del área de maestranza (Rocío Agüero, también del Ballet Estable del Teatro Colón), que con guantes de goma repasa los vidrios que dan al patio; habrá algunos desperfectos lumínicos que dejarán a la vista aquello que habitualmente no se ve de una oficina; y en la jefatura, frente a un gong, la autoridad máxima (Iván García) se pondrá a cantar.
“Una obra en una oficina, un trámite improbable, un elenco de burócratas, un ejercicio de autoconocimiento”. Con esa enumeración se presenta Asuntos internos, site specif en las instalaciones de una pyme de la industria láctea que, como tantas dependencias céntricas, ya no funciona igual que antes. Es decir que el mobiliario, la cartelería, los mapas que cuelgan de las paredes, la fotocopiadora, las plantas, nada de todo eso es escenografía.
Entre otros requisitos, la experiencia performática se atraviesa con sentido del humor y predisposición a la sorpresa. Al fin y al cabo, todo trámite tiene sus requisitos. En este, además, para reservar un lugar (la capacidad es limitada) y pagar un arancel (entiéndase, la entrada, $22.000) hay que ingresar en Alternativa Teatral. Atiende viernes y sábado, a las 20 y 21.30; y los domingos, 19 y 20.30.
