El cáncer de tiroides registra incrementos sostenidos en varias regiones del mundo. Las tasas han aumentado más rápido que las de otros tipos de cáncer.
En Estados Unidos, donde la incidencia se triplicó entre 1980 y 2016 según la base de datos SEER, el fenómeno ha llevado a investigadores y médicos a examinar qué factores explican esta tendencia: mejoras diagnósticas, cambios metabólicos, mayor exposición a radiación médica o alteraciones ambientales.

Algunos estudios recientes, según ‘BBC News’, muestran que el sobrediagnóstico por sí solo no explica todo. Investigaciones revisadas señalan incrementos tanto en tumores pequeños como en tumores avanzados y metastásicos. Un estudio en California analizó a más de 69.000 pacientes entre 2000 y 2017 y encontró que los casos y las muertes aumentaron independientemente del tamaño del tumor.
Otro trabajo mostró ascensos en cánceres papilares metastásicos y un crecimiento anual de 1,1 % en la mortalidad.
Además, Sanziana Roman, cirujana endocrina de la UCSF, dijo al medio británico que el aumento se observa incluso en regiones sin programas robustos de tamizaje.
También se detectan más tumores grandes y avanzados, lo que sugiere un incremento real de incidencia.
Radiación en la infancia y lecciones de desastres nucleares
La relación entre radiación ionizante en la infancia y cáncer de tiroides está bien documentada. Tras el accidente de Chernóbil de 1986, las tasas se dispararon entre niños de Bielorrusia, Ucrania y Rusia.
Asimismo, un estudio que atribuye alrededor del 36 % de los casos en sobrevivientes japoneses de la bomba atómica desde 1958 a la exposición infantil.
Además, el incremento mundial de obesidad se ha relacionado con el riesgo de cáncer de tiroides. Las cohortes analizadas indican que personas con IMC elevado tienen más de un 50 % de probabilidad adicional de desarrollar la enfermedad.
El reportaje señala que los mecanismos siguen sin estar claros, pero los investigadores estudian la inflamación crónica, la resistencia a la insulina y las alteraciones hormonales, como los cambios en los niveles de TSH, como posibles vías.
Sustancias químicas que interfieren con hormonas

Investigaciones sobre disruptores endocrinos presentes en productos cotidianos, como el PFOA y el PFOS, vinculados a utensilios de cocina, empaques de comida, cosméticos, alfombras y espuma contra incendios. Estas sustancias pueden alterar el funcionamiento hormonal.
La evidencia de su relación directa con el cáncer de tiroides es contradictoria, por lo que la hipótesis sigue en estudio, según mencionó el medio.
Algunos países insulares registran tasas elevadas de cáncer de tiroides. Ciertos oligoelementos presentes en áreas volcánicas, como zinc, cadmio o vanadio, podrían influir.
No obstante, no hay ningún estudio por el momento que respalde las hipótesis planteadas por los especialistas.
Por Jos Guerrero
