
El desafío de mantener el equilibrio de un vaso con una vela encendida sobre la cabeza, mientras se ejecuta un zapateado vigoroso, ha convertido al Baile de la Bruja en una de las expresiones más singulares y reconocibles del folclore veracruzano.
Esta práctica, que combina destreza, ritmo y control, no solo añade un elemento visual cautivador, sino que refuerza el carácter místico y simbólico de La Bruja, uno de los sones jarochos más antiguos y emblemáticos de México.
La vitalidad de esta pieza radica en su transmisión oral, que ha permitido su evolución a lo largo de generaciones. Sin un autor conocido ni una fecha precisa de creación, La Bruja se ha consolidado como un referente anónimo y colectivo, moldeado por la memoria y la creatividad de los músicos del Sotavento veracruzano. La falta de registros escritos ha dado origen a una enorme variedad de versiones, tanto en letra como en melodía, testimonio de la adaptabilidad y riqueza del son jarocho.

Este género musical surgió en la región del Sotavento, en Veracruz, como resultado del mestizaje cultural entre influencias indígenas, africanas y españolas. Su instrumentación tradicional incluye la jarana, el requinto, el arpa y el pandero, además de elementos rústicos como la quijada de burro. Las letras, generalmente improvisadas, abordan temas que van desde el amor y la naturaleza hasta leyendas y costumbres rurales, acompañadas por zapateados que aportan ritmo y percusión.
En este contexto, La Bruja ocupa un lugar especial dentro del fandango veracruzano, especialmente en las zonas de Catemaco y Tlacotalpan. Su baile eleva la dificultad del zapateado tradicional, ya que las bailarinas deben mantener el equilibrio de un vaso con una vela encendida —o, en ocasiones, una flor— sobre la cabeza durante toda la ejecución. Este acto, símbolo de concentración y dominio corporal, acentúa el aura mágica del personaje central: la bruja.
El vestuario de los bailarines también conserva el espíritu de la región. Los hombres visten de manta blanca, con sombrero de palma y paliacate rojo, mientras que las mujeres usan vestidos largos y ligeros, acompañados de zapatos de tacón bajo, lo que permite una libertad expresiva dentro del marco tradicional.

La figura de la bruja en el folclore veracruzano está profundamente vinculada a lo mágico y sobrenatural. Se le atribuyen poderes de transformación y vuelo, y en la época colonial fue símbolo de temor y persecución. Sin embargo, en la canción, la bruja oscila entre lo terrorífico y lo seductor: a veces aparece como un ser que roba almas o sangre; otras, como una mujer libre que toma la iniciativa amorosa, desafiando los roles de su tiempo.
En este sentido, La Bruja puede interpretarse tanto como un relato de lo sobrenatural como una sátira social, en la que el doble sentido y la picardía popular se entrelazan con los ecos del miedo ancestral. Su coreografía, que exige equilibrio y fuerza, refuerza la imagen de una mujer poderosa y controladora, capaz de dominar el ritmo y la mirada de todos.
Hoy, La Bruja continúa siendo uno de los símbolos más vivos del son jarocho: una danza que conjuga misterio, humor y tradición, y que, a través del fuego de una vela sobre la cabeza, mantiene encendida la llama del folclore veracruzano.

Letra La Bruja (Tlen Huicani)
¡Ay! Qué bonito es volar a las dos de la mañana
A las dos de la mañana, ¡ay! Qué bonito es volar, ¡ay mamá!
Volar y dejarse caer en los brazos de una dama
¡Ay! Qué bonito es volar a las dos de la mañana, ¡ay mamá!
Me agarra la bruja, me lleva a su casaMe vuelve maceta y una calabaza
Me agarra la bruja, me lleva al cerrito
Me vuelve maceta y un calabacito
Que diga y que diga y que dígame usted
Cuántas criaturitas se ha chupado ayer
Ninguna, ninguna, ninguna lo sé
Ando en pretensiones de chuparme a usted
¡Ay! Me espantó una mujer en medio del mar salado
En medio del mar salado, ¡ay me espantó una mujer, ay mamá!
Porque no quería creer lo que me habían contado
Lo de arriba era mujer y lo de abajo pescado, ¡ay mamá!
Cuando a mi mujer la encuentro acostadaLe lavo las colchas, no me dice nada
Cuando a mi mujer la encuentro durmiendo
Le jalo las colchas y salgo corriendo
Ay, dígame y dígame y dígame usted
Cuántas criaturitas se ha chupado ayer
Ninguna, ninguna, ninguna lo sé
Ando en pretensiones de chuparme a usted
A la bruja me encontré
En el aire iba volandoEn el aire iba volando
A la bruja me encontré, ¡ay mamá!
Entonces le pregunté que a quién andaba buscandoMe dijo ¿quién es usted?
Soy catador de huapango, ¡ay mamá!
Escóndete Chepa Escóndete Juana
Que ahí anda la bruja debajo de la cama
Escóndete Chepa Escóndete Jova
Que ahí anda la bruja volando en su escoba
Ay, dígame y dígame y dígame usted
Cuántas criaturitas se ha chupado usted
Ninguna, ninguna, ninguna lo sé
Ando en pretensiones de chuparme a usted
