Bahía Blanca se consolida como nodo estratégico para el comercio exterior argentino

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Pamela Lorenzo es despachante de aduana y licenciada en comercio internacional (Foto: Movant Connection)

Al referirse al potencial portuario, Pamela comenta que “Bahía Blanca tiene uno de los principales puertos de aguas profundas del país”. En esta entrevista, explica por qué la ciudad se consolida como nodo estratégico para el comercio exterior, su cercanía con Vaca Muerta y los beneficios logísticos que ofrece frente a otras regiones.

¿Cómo es la actualidad de Bahía Blanca en materia de comercio exterior?

Bahía Blanca tiene uno de los principales puertos de aguas profundas del país. Desde allí salen oleoductos, gasoductos y poliductos que conectan con la cuenca de Vaca Muerta. Es además uno de los puertos más importantes para la exportación de oleaginosas.

El último año registró un aumento en sus exportaciones: 10,5 millones de toneladas en cereales, con el maíz como principal producto, seguido por trigo y soja. Los destinos más relevantes fueron China, Taiwán y Brasil. Luego aparece todo lo vinculado a la industria petrolera.

El puerto es clave no solo para las oleaginosas, sino también para la logística en general. Muchas veces el comercio internacional se piensa desde Buenos Aires, pero desde la región buscamos poner en valor el rol de Bahía Blanca, sobre todo en relación con Vaca Muerta. Desde lo logístico, un puerto cercano significa abaratar costos y reducir tiempos, que en comercio exterior son sinónimo de dinero.

Además, cuenta con un polo petroquímico muy amplio, que concentra empresas de gran relevancia. Es estratégico tanto para la exportación como para la recepción de insumos destinados a industrias de gran escala.

¿Qué beneficios diferenciales ofrece frente a otras regiones?

Primero, la condición de puerto de aguas profundas, que permite operar con buques de gran calado. A eso se suma una aduana más ágil, propia de una ciudad más pequeña, donde los trámites suelen ser más fluidos.

Contamos también con depósitos fiscales en el puerto y con la Zona Franca Bahía Blanca–Coronel Rosales, una de las dos únicas que existen en la provincia de Buenos Aires. Esto nos da herramientas concretas para potenciar el comercio internacional y atraer inversiones.

En síntesis, tenemos puertos, rutas, depósitos fiscales y zona franca: un conjunto de factores que convierten a Bahía Blanca en un punto estratégico frente a otras regiones.

¿Cómo impactaron las inundaciones y fuertes vientos a la logística?

Fue un evento complejo, pero por suerte la infraestructura logística no sufrió daños graves. Las vías terrestres, el puerto y la conexión ferroviaria no se vieron comprometidos, lo que permitió sostener la operatoria del comercio exterior.

A nivel urbano, la ciudad todavía enfrenta desafíos de recuperación, pero desde la perspectiva logística, Bahía Blanca sigue bien conectada y mantiene su rol estratégico.

Además de la conectividad y la cercanía con Vaca Muerta, ¿qué otro beneficio ves en comparación con Buenos Aires?

La escala. En Buenos Aires la magnitud de operaciones a veces genera demoras y congestión. En Bahía Blanca, en cambio, el movimiento es más manejable y las relaciones entre operadores son más cercanas, lo que facilita la fluidez.

Esto se traduce en mayor eficiencia operativa y en un ambiente más amigable para quienes trabajan en comercio exterior.

¿Cuál es la situación actual de la conexión ferroviaria?

Existen proyectos para desarrollar el Corredor Norte Patagónico, que permitiría ampliar las vías férreas hacia la región. Hoy algunas líneas funcionan y ayudan a interconectar, pero todavía queda mucho por desarrollar. Es una expectativa pendiente que, de concretarse, fortalecería aún más el rol de Bahía Blanca en la logística nacional e internacional.

¿Qué aspectos considerás fundamentales para quienes quieren iniciarse en comercio exterior?

Lo más importante es la disciplina y la prolijidad. El comercio internacional no admite descuidos: cada error puede significar pérdidas económicas importantes.

He visto empresas decir “exportar no es para mí” porque tuvieron una mala experiencia: enviaron una muestra sin hacer el trabajo previo y terminaron con la mercadería retenida. Eso pasa cuando no hay un plan de negocios y un plan de exportación bien desarrollado.

Exportar o importar no es imposible para nadie, pero requiere preparación, planificación y asesoramiento adecuado.

Para Pamela,

¿Qué destacarías en términos de logística dentro de la formación?

Hay que comprender que la logística empieza desde el diseño del producto. No se trata solo del transporte final, sino de cómo se planifica el embalaje, cómo se negocia con los proveedores y cómo se coordina toda la cadena.

Es fundamental tener socios estratégicos: un despachante de confianza, un agente de cargas confiable, operadores que acompañen cada etapa. Igual que una empresa necesita un contador de confianza, en comercio exterior necesita aliados sólidos en la logística.

¿Qué importancia tiene el despachante en la cadena?

Muchísima. El despachante es un eslabón de la cadena de suministros. Si entiende de logística y de transporte, puede garantizar el éxito de la operación.

El trabajo conjunto con forwarders y agentes logísticos es esencial. No alcanza con resolver el despacho: hay que comprender cómo se mueve la carga hasta el depósito del cliente. Un despachante con visión logística agrega un valor diferencial.

¿Notás un crecimiento en la demanda de operaciones de comercio exterior en los últimos años?

Sí, el crecimiento ha sido exponencial. Particularmente en importaciones, aunque también en exportaciones.

En Bahía Blanca lo notamos con claridad: las operaciones se duplicaron o triplicaron, y aparecieron muchos importadores nuevos. Esto refleja una reconfiguración de actividades económicas, donde las empresas buscan reconvertirse, sustituir cadenas de producción o incorporar bienes de capital más tecnológicos.

Ese crecimiento, ¿qué implicancias tiene para la logística?

Genera mayor necesidad de asesoramiento profesional. Uno de los principales cambios fue la flexibilización de las importaciones, que no debe confundirse con una liberalización total.

Hubo modificaciones importantes en el acceso al mercado de cambios. Pasamos de un 2023 con restricciones casi absolutas para girar divisas al exterior, a un esquema más calendarizado y previsible. Entender estas reglas es clave: si no, los nuevos proyectos de importación pueden fracasar antes de empezar.

Por eso insisto: el primer paso es un buen asesoramiento. Sin claridad en la normativa cambiaria y en los procesos logísticos, el crecimiento de operaciones puede convertirse en un problema en lugar de una oportunidad.

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