ROMA.- Después de haberse revelado la fecha del inicio del cónclave -el 7 de mayo próximo-, tal como se esperaba también se habría resuelto finalmente este lunes el “caso” Becciu, que había intoxicado con intrigas al mejor estilo Dan Brown el clima pre-cónclave.
Según diversos medios italianos el cardenal Angelo Becciu -defenestrado por Francisco en septiembre de 2020 al verse implicado en un escándalo de corrupción, pero que clamaba ser readimitido a la elección-, finalmente, presionado por la evidencia, dio un paso al costado “por el bien de la Iglesia”. Se espera que la Sala de Prensa de la Santa Sede confirme las versiones.
Desde el día siguiente a la muerte del Papa, Becciu, de 76 años, exsustituto de la Secretaría de Estado y persona de confianza de Jorge Bergoglio al principio de su papado, se transformó en una bala perdida. Si bien había renunciado a los derechos cardenalicios por orden del Papa, como aún tiene el título cardenalicio y en los últimos años Francisco, con generosidad, lo había dejado participar de ceremonias y liturgias, inició una campaña a todo trapo para ser reincorporado.
Amén de sostener su inocencia y clamar haber sido condenado injustamente a fines de 2023 a cinco años de prisión por una pésima y millonaria inversión en Londres con fondos reservados de la secretaría de Estado y otros casos de nepotismo, Becciu clamó ser readimitido a la votación porque se trata de un “deber” de los cardenales.
Según el Corriere della Sera el purpurado habría renunciado a su obsesión de ingresar a la Capilla Sixtina después de que el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, le mostró un texto firmado por Francisco con una simple “F” que dice claramente que no puede participar en el cónclave.
Fue entonces que Becciu habría bajado los brazos, al entender que su reclamo de ingresar a toda costa significaba ir en contra de la voluntad del Pontífice muerto. En los últimos días, en efecto, el cardenal clamaba haber sido indultado por el Papa, quien en enero le habría dicho que estaba encontrando “una solución” para él.
El único que salió a defender a Becciu -cuyo caso monopolizó las conversaciones pre-cónclave y causó indignación entre los no italianos porque se trata de intrigas muy típicas -fue el cardenal italiano Giuseppe Versaldi, de 81 años.
“El cardenal Becciu es una persona muy estimable. Ha habido un juicio, habrá una apelación y ustedes saben que hasta que no hay una sentencia definitiva uno es inocente”, dijo Versaldi, prefecto emérito de la Congregación para la Educación católica, a un grupo de cronistas que lo interceptaron al ingresar a la quinta congregación general, que se lleva a cabo en el Aula Vieja del Sínodo, en el Vaticano. “Vamos a verificar”, agregó, al recordar, consultado si un cardenal excomulgado puede votar en un cónclave, que “Clemente V dio esta norma, pero es un poco lejana, veremos”.
Según ANSA, que citó fuentes presentes en las Congregaciones Generales, Becciu habría tomado la palabra durante la reunión pre-cónclave para insisitir en que era su “derecho y deber” ingresar al cónclave. Pero que al final, dio marcha atrás.
El caso Cipriani
Lo cierto es que el caos Becciu no es el único que ha enturbiado las aguas. También está causando tensión y malhumores la presencia del cardenal peruano, Juan Luis Cipriani, arzobispo emérito de Lima, de 81 años y el primer purpurado de la historia del Opus Dei.
Si bien a fin de enero pasado trascendió que, tras acusaciones de abuso, fue sancionado por el Vaticano con restricciones disciplinarias que incluyen el exilio de su país natal, la prohibición de llevar símbolos cardenalicios y hacer declaraciones públicas, se encuentra en Roma.
Y fue visto el domingo en la Basílica de Santa María la Mayor, donde un centenar de cardenales fueron a rendirle tributo a la tumba de Francisco y rezaron las vísperas. Esta corresponsal vio con sus ojos y llamó a Cipriani, que contestó y saludó, mientras se retiraba junto a los demás cardenales, vestido con sus paramentos color rojo cardenalicio.
Durante el encuentro con periodistas en el que Matteo Bruni, anunció la fecha del cónclave, LA NCION hizo una pregunta respecto de cómo podía ser que Cipriani se encontrara en la Basílica y en las congregaciones generales, vistas las sanciones del Vaticano.
“No damos información particular sobre los cardenales”, dijo, al destacar que “no tenía indicaciones” sobre el tema y que se iba a informar.
A fin de enero, luego de una nota de El País, Bruni si bien confirmó que, por voluntad del papa Francisco, Cipriani fue sancionado, no proporcionó detalles de las acusaciones. Aunque indicó que las sanciones se impusieron después de que Cipriani se retirara como jefe de la iglesia peruana en 2019 “como resultado de las acusaciones contra él”, lo que sugería que había más de una denuncia. Asimismo agregó que Cipriani aceptó las medidas.
Las sanciones son similares a las impuestas a otros altos prelados que han sido acusados de abuso sexual. El ex arzobispo de Agaña (Guam), Anthony Apuron, y el obispo ganador del Nobel de la Paz y ex obispo de Timor Oriental, Carlos Ximenes Belo, también fueron obligados a abandonar sus países de origen y limitar sus ministerios públicos tras acusaciones de abusos.