Bergoglio, el que más pagó. Las apuestas por el nuevo Papa, una práctica que se remonta al siglo XVI: favoritos, batacazos y prohibiciones

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Apenas han pasado unas cuantas horas de la muerte del Papa Francisco y la conmoción mundial no ha menguado. Sin embargo, la mecánica del poder en el Vaticano es implacable y no se permite largos duelos. De modo que ya aparecieron los nombres de los candidatos para suceder a Bergoglio en el trono de San Pedro. De todos ellos, uno solo será electo en el cónclave que comenzará el próximo 5 de mayo.

Pero, además, ya comenzaron a hacerse apuestas sobre quién será el nuevo Sumo Pontífice. Así es como, católicos o no católicos pueden ingresar en las casas de apuestas online para poner un dinero en favor de quien, a su entender, puede ser el nuevo Papa. Aquí vale aclarar que en algunos países esto es ilegal.

Pese a que ahora este fenómeno de apostar por el nuevo Santo Padre está mediado por la tecnología, lo cierto es que esta práctica no es nueva. Por increíble que parezca, los registros sobre las primeras “apuestas papales” se remontan a comienzos del siglo XV. Y desde entonces, nunca han dejado de existir.

El Papa Francisco falleció el pasado lunes y ese mismo día comenzó a mencionarse a sus posibles sucesores

32 a 1: Bergoglio, el que “más pagó”

En el cónclave de 2013 se notó la influencia de los medios de comunicación y el acceso a la información en las apuestas para ver quién sería el nuevo Papa. Si bien al comienzo aparecían como favoritos el cardenal italiano Angelo Scola y el estadounidense Timothy Dolan, las preferencias de los apostadores fueron cambiando con el correr de las votaciones.

Así, el argentino Jorge Bergoglio, que aparecía como muy lejos de los principales candidatos a comienzos del cónclave, fue ganando lugar y posibilidades a medida que las distintas votaciones. Mientras los favoritos no alcanzaban los dos tercios necesarios para ser electos, las apuestas por el argentino crecían. Sin embargo, los apostadores nunca creyeron del todo en él: solamente pasó de pagar 55 dólares por cada dólar apostado en la primera elección, a una cuota de 32 a 1 en la última.

Finalmente, cuando en la quinta elección el exarzobispo porteño fue electo como Papa, convirtiéndose en Francisco, seguramente quienes apostaron por él se llevaron una fortuna.

Jorge Bergoglio no llegó como favorito al cónclave de 2013. Los apostadores que jugaron por él se llevaron 32 dólares por cada dólar apostado (Photo credit should read VINCENZO PINTO/AFP/Getty Images)

Ratzinger: “la mayor apuesta no deportiva de la historia”

Con la elección, en 2005, del alemán Joseph Ratzinger, los corredores de apuestas alcanzaron un fenómeno llamativo. La casa Paddy Powers llegó a juntar del aporte de los jugadores unas 200.000 libras y entonces, el pozo reflejó lo que se convirtió en “la mayor apuesta no deportiva de la historia”, según la misma casa de apuestas.

En pocos días, Ratzinger pasó de una cuota de 12 a 1, a convertirse en el favorito. Así, fue el más elegido por los apostadores en dos de las tres primeras elecciones del cónclave. Y volvió a serlo, con una cuota de 3 a 1, en la cuarta y última votación, la que definió su destino como Sumo Pontífice. Así, el favorito cardenal teutón se transformó en Benedicto XVI.

ARCHIVO - El papa emérito Benedicto XVI llega a la Plaza de San Pedro en el Vaticano para asistir a la ceremonia de papa Pablo VI el 19 de octubre de 2014

1503, el primer registro

En 1419, la República de Venecia prohibió las apuestas sobre la vida del Papa. Hasta entonces, la jugada más común tenía que ver con cuántos años viviría el Sumo Pontífice.

Recién en 1503 aparecen los primeros registros sobre apuestas alrededor de un cónclave. Aquel año, los corredores de las casas bancarias romanas recorrían las calles de Roma con el listado de los cardenales que tenían chances de asumir el puesto de líder de la Iglesia Católica, para que la gente pudiera darle alas a su pálpito.

El favorito resultó ser el ganador. Se trató de Francesco Picolomini, el cardenal italiano que pagaba 100 por cada 30 apostados. Derrotó, en un cónclave que requirió más de una instancia de votación, a su compatriota y principal rival, Guiliano de la Rovere, que pagaba 100 por cada 15 apostados. Picolomini se convirtió en Pío III, nombre que eligió en homenaje a su tío Pío II.

Pio III, sobre cuya elección en 1503 se encontraron los primeros registros de apuestas

Un batacazo

En 1521, previo a un nuevo cónclave, hay otro registro de cómo fueron las apuestas para el nuevo Santo Padre. Pero acá podría decirse que se dio un “batacazo”. Es que había dos candidatos, favoritos en la previa, que no resultaron ganadores. Se trataba de Giulio de Medici, primo del ex Papa León X, con una cuota de 100 a 25, y de Alessandro Farnese con una de 100 a 20.

Pese a no ser el primer favorito, Farnese estuvo a punto de ser elegido Papa pero no alcanzó por muy poco los dos tercios de los votos que se requieren por parte del cónclave. Entonces ocurrió algo impensado: los cardenales buscaron al futuro Papa por fuera del cónclave y elegidieron como el nuevo dueño de la basílica de San Pedro a Adriaan Florensz, o Adriano de Utrecht, el neerlandés que fue bautizado como Adriano VI.

Adriano VI, un Papa que los apostadores no esperaban

¿Tráfico de información?

48 cardenales participaron del cónclave que se desarrolló a fines de 1549 y comienzos de 1550. En esta ocasión, donde las alternativas de la votación fueron cambiando y hubo apoyos repentinos a uno de los candidatos, aparecieron las primeras denuncias de maniobras poco transparentes en el terreno de las apuestas.

En este sentido, el embajador veneciano Matteo Dandolo, testigo del cónclave, denunció: “Está más que claro que los comerciantes están muy bien informados sobre el estado de la encuesta y que los asistentes de los Cardenales en el cónclave se asocian con ellos en las apuestas, lo que hace que muchas decenas de coronas cambien de manos”.

Julio III, en su elección se sospecha que hubo tráfico de información hacia los apostadores

El caso es que, más allá de este aparente tráfico de información privilegiada, y cuando parecía que el cardenal inglés Reginald Pole se quedaba con el papado, llegó a tener una cuota de 100 a 95, el que terminó alzándose con el mismo fue el romano Giovanni Maria Ciocchi del Monte, que se transformó en Julio III.

Dos cónclaves el mismo año

Hay también constancia de apuestas en los dos cónclaves que se realizaron en 1590. El primero, en septiembre, donde ganó el favorito, Giambattista Castagna, que se convirtió en Urbano VII. Lamentablemente, este sería el hombre que menos tiempo duró como Sumo Pontífice en la historia: tan solo 12 días.

A continuación, en diciembre del mismo año, otro cónclave reflejaba una elección con apuestas teñidas de sospechas. Era el favorito el cardenal Gabriele Paleotti, que llegó a tener un 70 por ciento de posibilidades de ganar. Pero se dice que, secretamente, otros dos religiosos con gran influencia, los cardenales Montalto y Sforza, acordaron repentinamente volcar sus preferencias y votos hacia el milanés Nicolo Sfondrato.

Gregorio XIV prohibió las apuestas sobre la duración de un papado y la elección de un Papa, pero nada cambió

De este modo, al ser este último religioso electo como Papa, se sospecha que los dos cardenales mencionados se hicieron su propia fortuna. Es que, el día anterior a esta elección, las probabilidades en favor de Sfondrato eran de 10 a 1. Finalmente, este cardenal asumió el papado con el nombre de Gregorio XIV.

“Supersticiosos y aficionados a la lotería”

Paradójicamente, fue el mismo Gregorio XIV, en marzo de 1591, el que prohibió las apuestas sobre los cónclaves papales, la duración de un papado o el nombramiento de cardenales, bajo pena de excomunión.

Pero las apuestas continuarían. Tras la muerte de Pio IX, y el posterior cónclave de 1878, el New York Times se asombraba de que los italianos “son todos supersticiosos y aficionados a la lotería” y de que “todo gran acontecimiento lleva a la especulación con números”. El artículo aseveraba: “Las muertes y advenimientos de los Papas siempre han dado lugar a una excesiva apuesta por la lotería”.

La elección del Papa se presenta para algunas personas como la oportunidad de ganar dinero fácil

Según el trabajo Pronosticando el resultado de decisiones a puerta cerrada: evidencia de 500 años de apuestas sobre cónclaves papales, realizado por los profesores de economía Leighton Williams y David Paton, de la Universidad de Nottingham, Reino Unido, hubo también constancia de grandes apuestas en los cónclaves de 1903 y 1922, que culminaron con las respectivas elecciones de Giuseppe Sarto – Pio X y Achille Damiano Ambrogio Ratti – Pio XI, pero no quedó registro de cómo habían sido esas apuestas.

Juan XXIII y Juan Pablo I

En 1958, de cara al cónclave de ese año las casas de apuestas de Milán daban como favorito con una cuota de 2 a 1 al cardenal Angelo Roncalli, que finalmente resultó electo y asumió el papado como Juan XXIII.

Juan XXIII, uno de los favoritos de las apuestas que fue electo como Papa

En el primero de los dos cónclaves realizados en 1978, el más elegido por los apostadores era el cardenal italiano Sergio Pgnedoli, por quien las casas de Londres ofrecían apuestas de 5 a 2. Sin embargo, quien se alzó con el papado fue un tapado, el italiano Albino Luciani, quien se convirtió en Juan Pablo I.

Por desgracia, este Papa duró en su cargo tan solo 33 días y tras su sorpresiva muerte se produjo otra elección para escoger a su sucesor. Esta vez, según la Asosiated Press, no había un claro favorito. En la nómina de los posibles estaba además el cardenal argentino Eduardo Pironio. Finalmente, se necesitaron ocho votaciones para elegir al polaco Carol Wojtyla, que se convirtió en Juan Pablo II.

27/04/2011 Papa Juan Pablo II SOCIEDAD ECONOMIA

El futuro cónclave

Para el próximo cónclave, que comenzará el próximo 5 de mayo, las casas de apuestas ya están presentando varios candidatos. Por lo pronto, se puede mencionar a seis: Matteo Zuppi, de Italia; Luis Gokim Tagle, de Filipinas; Pietro Parolin, de Italia; Péter Erdö, de Hungría y Jean-Marc Aveline, de Francia.

Posibles sucesores del papa Francisco

Hay una reflexión que hacen los economistas de la Universidad de Nottingham que quizás sea buena para tener en cuenta para concluir: “Una evaluación publicada el 12 de marzo de 2013, (justo antes de la elección de Francisco) señaló que ‘casi como un reloj desde 1878, cada elección ha alternado entre un favorito y una sorpresa casi total. En 2005, 1963, 1939, 1914 y 1878, los cardenales electores optaron por lo seguro, mientras que en 1978 (dos veces), 1958, 1922 y 1903 estuvieron dispuestos a arriesgarse, a menudo para romper un cónclave estancado”.

En efecto, si puede decirse que lo del cardenal argentino fue una sorpresa, es de esperarse que el próximo Papa no lo sea.

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