Se suele decir que el partido más difícil no es el clásico, sino el que se juega antes o el que viene después: el de antes, porque la cabeza ya está puesta en ese cruce; y el de después, por la carga del resultado a cuestas. Bajo esa circunstancia, Boca aprobó el primer examen: a siete días del duelo con River, sin jugar bien y gracias a un penal sobre el final, el equipo de Claudio Úbeda logró un trabajado triunfo ante Estudiantes, se trepó a la punta de la Zona A y cerró la fecha en el segundo puesto de la tabla anual, con un pie y medio adentro de la próxima Copa Libertadores.
Para Boca, la visita a Uno representaba todo un desafío: era la primera vez desde la llegada al club del volante campeón del mundo que jugaba sin Leandro Paredes, quien se había limpiado de amarillas ante Barracas para asegurarse su presencia en el superclásico en la Bombonera. La misión pasaba por encontrar variantes que permitieran romper la dependencia del equipo con Paredes, una situación que tuvo su punto máximo en la victoria ante el Guapo, cuando fue el jugador que más pases completó (152) en un mismo partido en todo el campeonato.
Con Ander Herrera disponible, Úbeda optó por Tomás Belmonte, para conformar un mediocampo batallador junto a Milton Delgado. La idea era equilibrar fuerzas en el círculo central -la zona más fuerte de Estudiantes, con Santiago Ascacíbar como estandarte-, recuperar rápido y apostar a las corridas de Exequiel Zeballos, otro de los quien se ganó un lugar a fuerza de buenos ingresos.
Pero Boca, lejos de proponer, eligió replegarse, ocupar los espacios sin perder el orden y armar un bloque bajo más posicional que agresivo, frente a un Estudiantes que propuso el mismo plan. El resultado fue un partido cerrado en la mitad de la cancha, con dos equipos largos, sin sorpresa y con escasa creatividad en ataque.
Estudiantes, que buscaba ratificar el buen desempeño ante Gimnasia, afianzarse entre los ocho mejores y alimentar su ilusión de clasificarse a la Sudamericana, fue quien asumió la iniciativa, aunque le faltó decisión en los metros finales. Lateralizó en exceso, tuvo a un Edwuin Cetré activo pero impreciso, y a un Cristian Medina que mostró claridad en el manejo, aunque sin lograr filtrar pases ni animarse al remate de media distancia.
El objetivo de Boca fue mantener la compostura. El empate no le caía mal, y eso quedó claro desde el minuto inicial: Agustín Marchesin demoró cada salida y fue advertido tres veces en el primer tiempo por Leandro Rey Hilfer, al que le faltó carácter para imponer autoridad. En el juego, al equipo también le faltó el cambio de ritmo que suele ofrecer Paredes, con su dinámica, su capacidad asociativa y sus cambios de frente. Hubo poca conexión entre Palacios y Zeballos, que quedaron aislados en los extremos, por lo que Boca dependió casi por completo de las acciones individuales del delantero santiagueño para generar peligro.
Así, sobre el cierre del primer tiempo, llegó la jugada del primer penal: se lo cometieron a él mismo y también él se encargó de patearlo. Intentó colocarla junto al palo, pero la pelota dio en el poste. Fue su primer penal fallado en toda su carrera, tras siete conversiones consecutivas, y además, el tercero que Boca desperdiciaba en sus últimos cinco intentos.
Boca solo generaba situaciones a través del número 7. Y de esa forma llegó el gol: apenas tres minutos después de que Tiago Palacios hiciera temblar el travesaño de Marchesin, Zeballos picó al espacio, recibió una asistencia precisa de Giménez y definió de zurda, cruzado, al palo más lejano de Fernando Muslera.
El gol sacudió a Estudiantes, que empezó a sentir la impaciencia de sus hinchas: el aliento inicial dio paso al clásico “que esta tarde cueste lo que cueste”, y a murmullos de inconformismo. El equipo de Eduardo Domínguez insistió con centros, pero alcanzó el empate gracias a una corajeada de Cristian Medina, que amontonó rivales a la carrera, se metió en el área y, cuando ya no tenía ángulo para definir, fue derribado por Marchesín: penal y gol de Cetré, que la picó con categoría.
Promediando la segunda etapa, Úbeda desarmó el doble nueve: entró Malcom Braida como extremo derecho, mantuvo a Zeballos por izquierda y sostuvo a Miguel Merentiel como punta, ya sin Carlos Palacios en la cancha y con Ander Herrera sumado al medio campo para formar un triple cinco junto a Delgado y Belmonte. El equipo quedó partido y cedió el dominio de la pelota, lo que lo llevó a jugar incómodo pese a que Estudiantes tampoco encontraba la manera de lastimar.
Lo mejor del partido
Herrera, finalmente, fue la llave de la victoria. Gabriel Neves lo bajó, le marcó los tapones y recibió la roja a poco de ingresar, frenando el envión de Estudiantes. Y en la última jugada, tras una pérdida de Fabricio Pérez en la salida, le cometieron penal -el tercero del partido- que Merentiel transformó en triunfo.
Los tres puntos trajeron alivio a Boca, que quedó virtualmente clasificado a la Libertadores, afianzado en zona de playoffs y ahora puede enfocarse de lleno en el clásico del domingo, que, aunque no reparta ningún trofeo, será más que nunca un campeonato aparte en un año que todavía tiene cuentas pendientes.
