Boca se juega el año en siete días. En 180 minutos. En un suspiro. El triunfo sobre Barracas Central y la eliminación de Racing a manos de Flamengo dejaron al equipo xeneize en una situación inesperadamente favorable con miras a la clasificación para la Copa Libertadores de 2026 y al Mundial de Clubes de 2029. El conjunto dirigido por Claudio Úbeda se enfrentará este domingo con Estudiantes en La Plata necesitado de un triunfo para quedar a un paso de volver, después de dos años, a la zona de grupos del máximo torneo continental de clubes. Ese objetivo puede ser, además, el puntapié inicial para sumar puntos rumbo al torneo de FIFA, una carrera que se allanó para Boca tras la caída de la Academia en una semifinal de la Copa.
Este miércoles, mientras en el Salón Filiberto, de la Bombonera, se desarrollaba una intensa asamblea de representantes –se aprobó, entre otros puntos, un superávit superior a 30 millones de dólares y un polémico acuerdo con la cadena estadounidense Hard Rock Café–, varios socios y dirigentes siguieron de cerca por sus teléfonos el encuentro que Racing jugaba en Avellaneda. No se trataba solo de un duelo atractivo por la instancia y la calidad de los protagonistas: lo miraban porque el resultado en el Cilindro podía beneficiar a Boca en su camino hacia una hipotética participación en el Mundial de Clubes. El proceso clasificatorio ya empezó, y las chances del cuadro azul y oro se habrían achicado si la Academia hubiese levantado la Copa Libertadores.
Salvo un cambio de formato, que por ahora no está previsto, al Mundial de Clubes de 2029 irán los ganadores de la Libertadores de 2025, 2026, 2027 y 2028 más los dos mejores ubicados en el ranking de Conmebol que abarca esas cuatro temporadas excluidos los campeones, con un máximo de dos plazas por país. Por eso, si Racing se hubiera consagrado, el margen para Boca se habría estrechado demasiado, sobre todo considerando que los puntos para el ranking son obtenidos según los resultados en torneos de Conmebol y que el club ya resignó el primer año al no participar en ningún certamen. Esto, sin contar el impacto económico: por protagonizar la fase inicial del Mundial este año, en la que sumó dos empates y una derrota, embolsó 15,21 millones de dólares.
Pero para aspirar al Mundial de Clubes, primero Boca debe acceder a la Libertadores de 2026. En esa pelea fue clave la victoria del lunes sobre Barracas Central, en un partido pendiente de la fecha 12 del torneo Clausura. Esos tres puntos reacomodaron al equipo en ambas tablas: en la liga saltó del noveno lugar de la zona A al tercero, y en la anual, del sexto al segundo, desplazando a River, que marchaba como escolta, al puesto del repechaje.
Aunque todo sigue muy ajustado, con apenas dos puntos de diferencia entre Boca, River, Argentinos y Riestra, el cuadro xeneize puede asegurarse el pasaje a la Copa ante nada menos que River, en el clásico del 9 de noviembre, si antes consigue sumar de a tres frente a Estudiantes en el estadio Uno. Su cierre en la etapa regular del Clausura será contra Tigre en la Bombonera. Los playoffs no contarán para la tabla anual, por lo que la clasificación se definirá en las próximas tres fechas.
Por eso, el partido de este domingo en La Plata adquiere una relevancia especial. En los últimos diez cruces Estudiantes fue un rival difícil: como visitante, Boca apenas logró dos victorias y registró tres empates y cinco derrotas. Esta vez, el equipo no contará con Leandro Paredes, su jugador emblemático, que frente a Barracas recibió la quinta tarjeta amarilla acumulada. El volante llegará limpio al superclásico, pero no deja de ser una baja sensible ahora para un conjunto que necesita ganar para confirmar sus aspiraciones.
“Estamos bien, como para competir y luchar por los objetivos que nos quedan. Somos un club grande y tenemos la obligación de salir a triunfar en cada partido. Tenemos mucha fe y mucha confianza en que el equipo mantenga el nivel y los jugadores sigan en ascenso”, dijo Úbeda, que también se juega parte de su futuro en esta recta final del Clausura. Su continuidad está garantizada hasta el final del torneo. Luego, la dirigencia realizará una evaluación, pensando en 2026.

“De acá al cierre, cada partido es una final para nosotros y para los equipos que pelean por lo mismo. Veníamos haciendo las cosas bastante bien en partidos en los que no ganamos, y contra Barracas corroboramos todas esas buenas sensaciones”, agregó Ander Herrera, quien peleó con Tomás Belmonte por ser el reemplazante de Paredes, pero finalmente volverá a ocupar un lugar en el banco de los suplentes.
Boca quedó al margen de la Libertadores de 2024 por puntos –disputó la Sudamericana con Diego Martínez al mando– y en 2025 afrontó el repechaje, en el que cayó ante Alianza Lima y no accedió al cuadro principal. Así, pasó dos años sin estar entre los 32 mejores clubes de América, algo que no ocurría desde 2010 y 2011. En caso de no clasificarse para 2026, será la primera vez desde el vacío 1995–1999 que el club queda fuera de tres disputas consecutivas.
Pese a no ser todavía un equipo confiable, los últimos resultados propios y ajenos dejaron en una posición expectante a Boca. Ahora depende de sí para dar el golpe final y encaminar un año que tuvo más frustraciones que alegrías, proyectando a corto y mediano plazos, en el nivel local y el internacional.
