Boca volvió a entrar en estado de emergencia. Una vez más. Como tantas otras veces en los últimos tiempos, el futuro del técnico depende más del resultado inmediato y del clima interno del vestuario que de otra cosa. Ahora es el turno de Miguel Russo. No ganó en sus primeros siete partidos y ya está al borde del abismo. Si no vence a Racing o al menos el equipo no muestra una mejora clara, su ciclo puede terminar. Si se tratara de otro técnico, tal vez ya estaría afuera. Russo cuenta con un respaldo especial: el afecto de Riquelme, que valora especialmente que haya dejado San Lorenzo para asumir sin escalas en Boca, un gesto que le dio algo de crédito en un momento delicado. Aun así, el fútbol se rige por resultados. Y hoy Boca no gana. Ni transmite paz. Ni parece tener un futuro claro.
Lo que pasó con Miguel Merentiel contra Huracán no pasó desapercibido. Que haya entrado en el segundo tiempo cuando ya había sido reemplazado muestra que algo anda mal. O Russo no fue claro en el vestuario, o Merentiel no lo escuchó, o directamente desobedeció la orden en señal de protesta. Cualquiera de las tres es grave.
Para la dirigencia, fue otra muestra de que el vestuario no está bien. Si de verdad fue “un problema de papeles”, como dijo Russo, lo lógico era que Merentiel se quedara en el banco. Pero no lo hizo. Y encima llamó la atención que justo lo sacaran a él: más allá de su flojo primer tiempo, sigue siendo uno de los pocos que puede inventar un gol en medio del caos.
👀 ¿QUÉ PASÓ? La secuencia, al detale, del cambio de Merentiel en el Ducó.
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— ESPN Argentina (@ESPNArgentina) July 28, 2025
Este lunes se cumplieron 100 días desde la última victoria de Boca en tiempo reglamentario. La única alegría desde entonces fue en los penales contra Lanús, por los octavos del Apertura, tras un 0 a 0 sin luces. Para encontrar una victoria en los 90, hay que remontarse al 19 de abril: 2 a 0 a Estudiantes, con Fernando Gago todavía como entrenador. Desde entonces pasaron tres técnicos, seis empates, cinco derrotas, 8 goles a favor y 13 en contra.
El equipo no mejora. Contra Huracán, apenas pateó una vez al arco: un remate débil de Zenón que Meza controló sin problemas. No hay funcionamiento, no hay ideas y el banco no ofrece soluciones. Russo, lejos de encontrar respuestas, desarma lo poco que todavía funciona. Sacó a Di Lollo, a Delgado y ahora también a Merentiel, para poner en su lugar a futbolistas que vienen en un nivel bajo. Su arranque ya es el peor de la historia del club: siete partidos sin ganar, igualando el registro de Mario Zanabria en el Metropolitano del 84. En aquel torneo, Zanabria cortó la racha con un triunfo ante Atlanta y se mantuvo cinco fechas más en el cargo, hasta el cierre del campeonato. Esta vez el panorama es más preocupante: el semestre recién empieza, pero el clima ya es de final de ciclo. Y no solo por lo que pasa en la cancha. También por lo que pasa afuera.
El caso Merentiel no fue el único foco de conflicto de los últimos días. También hubo ruido con Carlos Palacios, que se bajó del partido con Atlético Tucumán por una supuesta tendinitis. Russo no le creyó. Cuando fue consultado, evitó dar detalles: “Prefiero no opinar”. La situación expuso una nueva diferencia entre el plantel y el cuerpo técnico. Otro frente abierto es el de Marcos Rojo y Sergio Romero. Ambos tienen contrato hasta diciembre, ya no son tenidos en cuenta por el DT, pero siguen entrenando con el plantel. Su permanencia, por peso propio, conspira contra el clima de trabajo. El club espera que algún equipo los venga a buscar y deje algo de dinero, pero mientras tanto todo se vuelve más tenso.
La noche del domingo fue larga. Más allá de la derrota, hubo opiniones encontradas entre los que manejan el fútbol. No todos piensan igual. Riquelme sigue bancando a Russo, más por afecto y lealtad que por convencimiento. Cree que, con una sola competencia por delante y algo de tiempo, el equipo puede mejorar. Pero otros en el Consejo piensan distinto: creen que el ciclo ya está terminado, que lo mejor sería cortar ahora, aprovechar el receso, renovar el aire y pensar en lo que viene. Por ahora decidieron esperar hasta el partido con Racing. Una apuesta arriesgada: otra derrota puede generar una reacción fuerte en la Bombonera y complicar aún más a una dirigencia que ya no es intocable desde la eliminación con Alianza Lima.
Este lunes se corrió el rumor de posibles cambios en el Consejo de Fútbol. Desde Ezeiza lo negaron. Lo que sí se confirmó es que Russo pidió mudar algunos entrenamientos a Casa Amarilla, para acercar al plantel al día a día del club y a los hinchas. Pero en este contexto, eso puede ser más riesgoso que útil. El enojo de los hinchas crece. Aunque la mayoría apunta principalmente a la dirigencia y a los jugadores, el DT está cada vez más en la mira. Algunas acciones de Russo tampoco ayudan. Por ejemplo, darles libre el lunes generó malestar. Si bien el próximo partido será recién el sábado 9 de agosto, la decisión no cayó bien. No hay margen para más errores.
Russo, por ahora, no piensa en renunciar. Lo dejó claro tras la caída con Huracán: “Me hago cargo de todo, es lo que corresponde. No digo que tocamos fondo porque hay material, yo creo que llegó el momento de cambiar algunas cosas, en estos 15 días tenemos que trabajar mucho para lograr el cambio que el club necesita”. En el club, entendieron que era un mensaje hacia adentro: limpiar el plantel, dejar afuera a los que no va a usar, bajar la tensión en el vestuario y entrenar fuera de Ezeiza. Pero nada de eso resuelve el problema de fondo. El equipo ya no compite, algo que solía destacar Riquelme, y el tiempo empieza a jugar en contra.
Se vienen semanas largas, llenas de rumores y especulaciones, pero con una realidad concreta: Boca empeora día tras día. Este martes se reencontrarán en el predio Russo, Riquelme y los jugadores, en busca de una salida. La situación es crítica y la presión crece. En estas condiciones, es difícil que un técnico pueda mantenerse, más allá del cariño y los pergaminos que tenga.