La propuesta de una excandidata a la intendencia del departamento uruguayo de Maldonado encendió una polémica en el país rioplatense. Teresa Marzano, del Partido Colorado, presentó un proyecto para que el águila del Graf Spee rescatada hace 19 años del fondo del mar de la popa del acorazado alemán hundido frente a la costa de Uruguay sea exhibida en la Isla Gorriti en Punta del Este.
En declaraciones a FM Gente, la exfuncionaria dijo que esa obra representa una “fuente de atracción turística” para los turistas, lo que favorecería “desde el punto de vista económico a todo el país”. Según remarcó, es una pieza “única en el mundo”. “Hace más de dos años que vengo recopilando material por hobby. Me interesa muchísimo el águila del Graf Spee por cuestiones particulares. Estuvo 69 años bajo el mar y además estuvo dos décadas en un cajón en el Ministerio de Defensa”, sostuvo para defender su idea.

“La isla Gorriti tiene muchísimos elementos de la época de la colonia y de los corsarios que están allí, que formarían parte de lo que puede ser un museo a cielo y mar abierto”, agregó Marzano, según los medios locales. Explicó que su idea es “hacer una obra escultórica donde el águila esté de alguna manera posada en una suerte de barco hecha de metal”. “No puede estar metida dentro de cuatro paredes”, opinó.

El 20 de diciembre de 1939, el capitán de navío Hans Wilhelm Langsdorff, comandante del acorazado Graf Spee, se quitó la vida de un disparo en el Hotel Naval de Buenos Aires. Días antes, tras presentar batalla en el Atlántico a buques británicos, el navío germano relacionado con el nazismo se vio obligado a recalar en el puerto de Montevideo. Tras infructuosos intentos de reparar su nave, Langsdorff decidió hundir la embarcación.
El 5 de agosto de 1997, el empresario Alfredo Etchegaray pidió permiso oficial ante la Prefectura Nacional Naval para intentar dar con los restos del Graf Spee. La autorización fue concedida el 18 de febrero de 2003. El costo de la búsqueda correría por exclusiva cuenta del hombre y el beneficio de encontrarlo se dividiría al 50% con el Estado. En febrero de 2005 se logró extraer el telémetro del acorazado y un año después el águila imperial, una escultura de más de dos metros hecha de bronce.

Tras el hallazgo, Etchegaray pidió llevar adelante la venta de los objetos rescatados. En el caso del águila, se solicitó su traslado al exterior para su exhibición y comercialización en subasta pública internacional. Desde junio de 2006, el águila permanece, encajonada y lacrada, en la base del Cuerpo de Fusileros Navales de la Armada uruguaya.
