Camila Peralta: de la extrema timidez y ser una de las caras más vista del streaming y una experiencia como “celebridad” en China

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“Trato de aprovechar todo”, dice Camila Peralta, que esta semana estrena en cine, protagoniza en streaming y es una de las caras de calle Corrientes. Por eso dar con ella es cuestión de encontrar un hueco, pero apenas se va de su casa el veterinario de una de sus gatas, comienza la charla con LA NACION.

La actriz oriunda de Balcarce es Eloísa en la película Adulto, Solita en la serie En el barro y otros siete personajes en Suavecita, en el Metropolitan, la obra que sin dudas marca su presente y que la llevó a los proyectos que hoy disfruta.

Hace veinte años soñaba con estos días como actriz, pero muy internamente: era tan tímida que era capaz de faltar a un cumpleaños y no se animaba a contarle a nadie sobre sus sueños artísticos. A 416 kilómetros del hogar, cuando llegó a Buenos Aires para estudiar cine, todo cambió: fue a una primera clase de teatro y se le abrieron las puertas a un nuevo mundo, una nueva forma de ver las cosas.

Camila Peralta en Suavecita

A días de estrenar Adulto, con dirección de Mariano González y protagonizada por Alfonso González (padre e hijo) y Juan Minujín, ganadora del festival de cine de Shangai, Montreal y Mar del Plata, Camila cuenta cómo fue rodar en un lugar tan familiar como la casa del realizador (su hogar era el set) y en contraste, cómo fue hacerlo en una fábrica abandonada de cigarrillos en San Martín, en pleno invierno y de noche para la serie En el barro.

―¿Con qué nos vamos a encontrar en Adulto?

―Es una peli que pone en relieve quiénes son los adultos y quienes no. Mi personaje viene a cumplir la figura de un adulto responsable mientras el padre no está. Pero el director no quería que demos demasiada información sobre qué hacía mi personaje además de cuidar a la señora o su personalidad y a veces la tarea más difícil es hacer menos y contener la información. Tengo el rol de cuidadora pero es un vínculo que no se logra ver del todo, es una conocida, pero hay desapego y todo eso es para abonar al conflicto: Antonio es un chico de 14 años que se queda solo y no hay un adulto muy confiable que se haga cargo de él.

―¿Tenés algo en común con Eloísa?

―Hay algunas cosas que encontré como para empatizar, como que cuando me necesitan estoy, pero a su vez pongo límites.

―Al momento del rodaje, igual que el personaje, Alfonso tenía 14 años, ¿cómo fue trabajar con un adolescente?

―Realmente hermoso, nos hicimos medio amigos. Tiene una manera de vincularse con gente grande, es muy inteligente, charlábamos, se armó un vínculo de hermandad; nos llevamos bien. Y también me gusta mucho lo que hace y lo veía muy fresco. Como actriz que estuvo más veces en un set, ver a alguien igual en modo actuación y modo pibe es muy lindo, hay que tener algo de eso en algunos personajes. A su vez, la historia es parecida a la historia con su padre; no le pasó nada de eso, pero ellos vivían en la casa donde se rodó y estaba bueno eso de usar a favor las cosas que había en la vida. Fue como filmar las primeras cosas con amigos, con esas ganas de llevar adelante un proyecto por las ganas de hacerlo, con un lindo clima. Mariano es muy empático y cero acartonado, si ve que la cosa va para otro lado se manda y deja que fluya.

―¿Cómo te preparás para el estreno?

―Estoy contenta porque no hay tantos estrenos y si bien tiene producción, es una peli muy chica y sensible. Tengo ganas de que la gente la vea. Estuvimos en China y al público le gustó.

―¿Cómo fue esa experiencia?

―¡Una locura! De las más hermosas que viví. Fuimos con Juan, Mariano y la productora. Allá viven el espectáculo de una manera muy extrema. Salimos escoltados porque se nos tiraban arriba como si fuéramos celebrities. Fue loco y se llevó un premio muy importante. Ver Adulto por primera vez allá en una sala llena de chinos y chinas fue hermoso; ver con qué cosas se reían, muchas cosas que me daban gracia del protagonista, a ellos también. El protagonista vive un momento muy particular porque pasa de jugar con autitos a salir con sus amigos a fumar porro.

―Ese es Antonio a sus 14, ¿y Camila a esa edad cómo era? ¿Soñabas con este presente?

―Soñaba en soledad con esto, no se lo contaba a nadie. Vivía con ese deseo pero era extremadamente tímida, al punto de no poder ir a un cumple porque me daba vergüenza y sabiendo que tenía algo de expresión dentro de mí y que necesitaba hacer y lo hacía en la intimidad. Si estaba con mis cinco amigas hacíamos sketchs, pero llegaba alguien más y yo desaparecía.

Oriunda de Balcarce, Camila Peralta viaja periódicamente al pago chico a reencontrarse con sus seres queridos

―¿Fue una época difícil?

―Fue conflictivo siendo mujer con el cuerpo, con sentirse fea o linda. Me acuerdo mucho sentir la necesidad de querer ser con todo el mundo como era con mis amigas. Cuando vine a Buenos Aires pude unir esas dos cosas (la timidez y la actuación) y hoy soy una persona con una vergüenza normal.

―¿Viniste desde Balcarce cuando terminaste la secundaria a estudiar teatro?

―Ese era mi objetivo interno, pero muy interno. Vine a estudiar cine que era más fácil y hablé con la hermana de una amiga que había hecho teatro y empecé. Cuando se lo conté a mi mamá me dijo que ella sabía que eso me gustaba porque en lo familiar era de hacer pavadas. Me animó para que fuera y la primera clase me abrió una nueva forma de habitar el mundo. Me ayudó por el hecho de ser gente con la que compartía ideas. Eso me era más fácil que entrar a un aula en Balcarce con compañeros que no me entendían y me daba timidez. Fue sentirme parte y el reconocimiento de los pares me ayudó a ganar seguridad y ser menos tímida. Fue revelador. Hoy, antes de las funciones, a veces me agarran nervios.

―¿Terminaste de estudiar cine?

―No, cursé tres años en el UNA, de los cuales uno la facultad estuvo tomada, pero ahí empecé a participar como actriz en los ejercicios de los demás.

―¿Siempre pudiste vivir de la actuación?

―No. Al principio trabajaba en boleterías de teatros. Trabajé en La Carpintería, El Tinglado, en administración, cuidé niños y en un momento cuando hice Quiero vivir a tu lado (de Polka, en 2017) tuve mi primer sueldo bueno y decidí dedicarme a full.

En el Barro. (L to R) Ana Garibaldi as Gladys, Valentina Zenere as Marina, Camila Peralta as Solita in En el Barro. Cr. Consuelo Oppizzi / Netflix ©2025

―Seguís con Suavecita

―Sí. Sigue siendo del off, pero ahora en teatro comercial, en un día y un horario que le pertenecen al off. Llegamos al Metropolitan porque el público pedía. Hubo un momento en que hacía cuatro funciones porque estábamos en un teatro de 90 localidades que se agotaban. Es una obra exigente, hago como siete personajes. El espíritu se mantiene, que es la manera en la que me gusta estar en el teatro, con amigos y compañeros, me gusta eso artesanal del off. Por ejemplo, ensayamos cuatro meses. Ahora nos vamos a Europa, ganamos un montón de premios.

―Y en el medio, un proyecto mega comercial como En el Barro, que ya tiene en dos semanas unas 11 millones de reproducciones.

―Esperaba repercusión porque es un spin off de El Marginal, pero no sé si tanto. Estamos re contentas, mucha gente nos escribe y se armó un revuelo lindo, tiene sus críticas y cosas que gustan más o menos, pero es pura ganancia. Además, lo hicimos el año pasado en una época en la que no se filmaba tanto y hubo mucho compañerismo.

―¿Fue largo el rodaje?

―Seis meses, porque grabamos las dos temporadas. Me sentí afortunada porque muchas tenían ganas de estar ahí y yo estaba, y no había quejas ni pavada, ni nada de decir “me citaron temprano y tengo que esperar”. Entre tantas pibas del casting, quedamos nosotras. La pasamos muy bien. Tenía ganas de ir todos los días a grabar así fuera a las cinco de la mañana, hasta me compré una motito. Recuerdo que estábamos con la bolsa de agua caliente, abrazadas entre toma y toma por el frío y nos cuidaban. Me hice amigas que me quedaron.

―¿Ya conocías a algunas de tus compañeras?

―A Inés Estévez, que está en la segunda temporada, la conocía del teatro. Fue muy lindo encontrar gente del teatro puro. También recuerdo las charlas con Juana Molina y la Locomotora Oliveras, espectaculares. Y pibas de la última parte que estuvieron presas de verdad; cantantes, hay mucha mezcla.

―¿A vos te gustaba Juana Molina?

―Siempre, la conocí por YouTube, pero he visto programas del estilo como Cha Cha Chá, Todo por dos pesos, ese humor me formó. Me acuerdo que mi papá y mi mamá se morían de risa.

―¿Cómo sigue tu año?

Suavecita sigue, voy a hacer otra obra, Madre, en el Metropolitan, los jueves y viernes de octubre. Estoy en la serie Gordon (de Netflix, sobre Aníbal Gordon), mi personaje es bastante fuerte. Estuve en Pepita también, grabamos en Mar del Plata dos semanas.

Matías Recalt, Camila Peralta, Rodrigo de la Serna y Matías Meyer en Gordon, serie de Netflix aún sin fecha de estreno

―¡Qué año!

―Todo lo que hago hoy es por Suavecita, gracias a esa obra. Me fueron a ver muchos productores.

―¿Y cuando no trabajás?

―Amo estar en mi casa. Soy de cáncer y me encanta estar en la cama. Viajo a Balcarce. Mi mamá, mi papá, hermana y primos están allá y suelo ir a relajarme, bajar, aunque me lleva una semana acostumbrarme y estar tranquila. Vivo con mi novia y dos gatitas.

―¿Ella es del medio también?

―Sí, es asistente de dirección. Nos tocó hacer cosas en Pepita. Estamos hace dos años juntas.

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