El cáncer de huesos es una enfermedad poco frecuente pero que puede afectar a personas de todas las edades. Aunque representa una pequeña fracción de los cánceres diagnosticados anualmente (entre el 1,5 y el 2 % del total), su impacto puede ser significativo debido a su agresividad y a las complejidades asociadas con su tratamiento.
Este tipo de cáncer se origina cuando las células óseas experimentan cambios en su ADN, lo que provoca un crecimiento descontrolado y la formación de tumores. Estos tumores pueden invadir tejidos cercanos y, en algunos casos, diseminarse a otras partes del cuerpo. Existen varios tipos de cáncer de huesos, cada uno con características específicas:
- Osteosarcoma: es el tipo más común y suele afectar a adolescentes y adultos jóvenes. Se origina en las células que forman el hueso, generalmente en los huesos largos de las piernas o los brazos.
- Condrosarcoma: este cáncer comienza en las células del cartílago y es más frecuente en adultos de mediana edad y mayores. Suele localizarse en la pelvis, la cadera y el hombro.
- Sarcoma de Ewing: afecta tanto a los huesos como a los tejidos blandos circundantes. Es más común en niños y adultos jóvenes, y suele presentarse en los huesos de las piernas y la pelvis.
La causa exacta del cáncer de huesos no siempre es clara. Sin embargo, se han identificado varios factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollarlo. Por ejemplo, algunas condiciones genéticas raras, como el síndrome de Li-Fraumeni y el retinoblastoma hereditario, están asociadas con un mayor riesgo. Las enfermedades óseas preexistentes como la enfermedad ósea de Paget y la displasia fibrosa pueden predisponer al desarrollo de cáncer de huesos, así como los tratamientos previos contra el cáncer.
Los signos y síntomas del cáncer de huesos pueden variar, pero los más comunes incluyen un dolor óseo persistente, especialmente en áreas específicas que empeoran con el tiempo; hinchazón y sensibilidad cerca del área afectada; debilitamiento de los huesos, lo que puede llevar a fracturas con traumatismos mínimos; fatiga o sensación constante de cansancio; y pérdida de peso inexplicada, sin cambios en la dieta o el ejercicio.
Diagnóstico y tratamiento del cáncer de huesos
El diagnóstico del cáncer de huesos implica una combinación de evaluaciones clínicas y pruebas de imagen. Los médicos pueden ordenar radiografías, resonancias magnéticas, tomografías computarizadas y gammagrafías óseas para visualizar el tumor y determinar su extensión. Además, se puede realizar una biopsia para confirmar el diagnóstico y clasificar el tipo específico de cáncer.
El tratamiento del cáncer de huesos depende de varios factores, incluyendo el tipo de cáncer, su ubicación, tamaño y si se ha diseminado. Las opciones terapéuticas incluyen:
- Cirugía: la extirpación del tumor es una opción común. En algunos casos, se puede realizar una cirugía de preservación del miembro, mientras que en otros puede ser necesaria una amputación.
- Quimioterapia: es especialmente eficaz en tipos como el osteosarcoma y el sarcoma de Ewing.
- Radioterapia: utiliza rayos de alta energía para eliminar las células cancerosas. Puede ser una opción cuando la cirugía no es viable o para reducir el tamaño del tumor antes de la intervención quirúrgica.