Cuando Carlo Ancelotti aceptó la propuesta para dirigir a la selección de Brasil, su hijo Davide, que fue su ayudante de campo en Bayern Munich, Napoli, Everton y Real Madrid, consideró que era el momento de empezar su carrera como director técnico principal en un equipo. Era algo que proyectaba desde hace tiempo. A los 35 años, quien también es preparador físico, había decidido emanciparse futbolísticamente de su padre.
Davide Ancelotti evaluó ofertas de clubes de la primera y segunda división de España, también de Italia, y una más concreta de Glasgow Rangers. No cerró un acuerdo con nadie porque no eran “los proyectos adecuados”. En esa búsqueda de nuevos horizontes estuvo la agencia DV7, del exdelantero David Villa. Al postergarse el comienzo de otra profesional, acompañó a Carletto en su debut en Brasil, en los partidos por las eliminatorias ante Ecuador (0-0) y Paraguay (1-0).
La sociedad futbolístico-familiar ahora sí está a punto de escindirse, aunque geográficamente seguirá cerca porque Davide tiene avanzadas gestiones para hacerse cargo de Botafogo, que cesanteó al portugués Renato Paiva después de la derrota 1-0 frente a Palmeiras por los octavos de final del Mundial de Clubes. Por estas horas, el club carioca, propiedad del estadounidense John Textor, mantiene conversaciones con la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) para conseguir la liberación de Davide, que está junto a padre sin un contrato fijo. Inclusive no se descarta que pueda cumplir ambas funciones. Cuando Carlo reside en Brasil, lo hace en Rio de Janeiro, donde tiene la sede Botafogo.
Queda por ver si la pretensión de Davide de encabezar un proyecto firme y sostenible encaja con los fuertes golpes de timón que viene dando Botafogo, que en menos de un año, desde que obtuvo la Copa Libertadores frente a Atlético Mineiro en la final disputada en el Monumental, hizo pasar a tres directores técnicos.
El portugués Artur Jorge se fue pocas semanas después de la conquista continental, en un proceso de renovación que incluyó también la salida de varios futbolistas. Parte de los ingresos de esas ventas fueron girados para solventar deudas de Olympique Lyon, que también es propiedad de Textor. De todas maneras, en la última semana el club francés fue descendido a segunda división por la Dirección Nacional de Control de Gestión a causa de las irregularidades financieras. Para recuperar su lugar en la Ligue 1 deberá inyectar inmediatamente 100 millones de euros y presentar una garantía por un monto similar.
Después de Jorge pasaron por el banco de Botafogo Carlos Leiria (10 partidos), Claudio Caçapa (3) y Paiva (23). Este último, en el Mundial de Clubes había provocado uno de los grandes batacazos al vencer 1-0 a Paris Saint Germain en la etapa de grupos. Luis Enrique había sido especialmente elogioso con su colega: “Botafogo es el rival que mejor se defendió de nuestro ataque desde que estoy en PSG”. Menos consideración tuvo Textor con Paiva tras la eliminación contra Palmeiras, disconforme por un planteo que consideró “demasiado conservador”.
Aun por caminos separados, Carlo y Davide podrían conservar una sinergia beneficiosa para la selección, teniendo en cuenta la visión ampliada que el hijo tendrá como DT a cargo de un equipo que participa en el competitivo Brasileirão.
Davide se fue transformando en un colaborador muy calificado de su padre. De acuerdo con testimonios de quienes siguieron su trabajo en Real Madrid, “Davide es muy cerebral. Su aporte táctico es muy importante y con el paso de los años también fue clave en lo humano”. Por su dominio del inglés y el francés estableció una comunicación directa desde el comienzo con varios futbolistas del plantel.
Carletto es consciente de que perderá a su mano derecha, pero también muestra la generosidad del padre que alienta a su hijo a hacer su camino: “Me gusta mucho mi cuerpo técnico porque hace tiempo que trabajamos juntos y somos una familia. Creo que al trabajar en un ambiente familiar eres capaz de sacar más de cada uno. Con Davide tengo una relación especial en el sentido de que él me dice cosas que a veces otros del cuerpo técnico no se atreven. Es un cuerpo técnico joven, que me da mucho entusiasmo, que me hace pensar mucho. Tenemos muchas discusiones”.
La vocación de Davide por ser director técnico le viene desde adolescente. Tras dejar de jugar a los 19 años, tuvo claro su futuro. En el libro La Decimocuarta (por la Champions League ganada por Real Madrid), Davide expresa: “No fue nada traumático no jugar más. Mi ilusión por entonces ya era la de ser entrenador. Siempre me gustó ese aspecto del fútbol. Cuando jugaba ya veía el juego como un entrenador. Escuchaba las entrevistas de mi padre, sus conferencias de prensa. Lo tenía muy claro. El gusto de jugar lo podía seguir probando con los amigos. No quería hacer el sacrificio de entrenarme cinco veces por semana durante muchos años y luego llegar a los 35 o 36 y no tener nada. Por eso decidí estudiar el fútbol desde el principio”. En las próximas horas se sabrá si sigue bajo el ala de su prestigioso padre o empieza a tomar vuelo propio.