Cartas de lectores: Tirar para el mismo lado, un flagelo incurable, piedras y denuncias

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Carta de la semana

Tirar para el mismo lado

No es fácil que un país que estuvo tan devastado logre salir adelante si quienes lo habitamos nos peleamos y boicoteamos las ganas de cambiar. Es como querer que gane un equipo de fútbol cuando la mitad de los jugadores se proponen perder. Nadie gana, y pierden todos. Esa es la realidad que tenemos que dejar atrás. Nos bancamos el ajuste con sacrificio para que la economía pueda empezar a sanar y podamos ver una luz al final del túnel. Pero, si seguimos divididos, discutiendo y desconfiando, ese esfuerzo se va a perder. ¿Cómo se puede recuperar la confianza si la “verdad” cambia según el canal o medio de comunicación que uno elija ver? Eso no ayuda ni a construir ni a avanzar. Nos hace falta que todos pongamos un poco de patriotismo en lo que hacemos, desde la casa hasta el trabajo, y hasta en las noticias que leemos o escuchamos. Nadie dice que sea fácil, pero si todos tiramos para el mismo lado, vamos a caminar más rápido y más firmes. Hay que dejar atrás la bronca y el rencor, que solo paralizan.

La Argentina es un país lleno de gente trabajadora y con ganas de salir adelante. Si creemos de nuevo en que se puede, con diálogo y compromiso, vamos a hacer que ese sacrificio que hicimos valga la pena. No se trata de aguantar cualquier cosa, sino de apostar a que las cosas mejoren y que la mayoría salgamos ganando, no unos pocos. Este es el momento de estar juntos, con la cabeza alta y la convicción de que podemos construir un futuro mejor.

Héctor Guillermo Vidal Albarracín

DNI 4.433.082

Un flagelo incurable

La situación de pobreza, atraso y decadencia de nuestro país es explicable por la corrupción e impunidad expandida durante décadas y que hoy nos muestra sus macabros resultados. Épocas de progreso y esplendor han sido arrasadas por el fracaso de desgobiernos sucesivos. Todos los estratos –social, político y cultural– están involucrados en mayor o menor proporción y participan por acción u omisión, por estrépito o silencio. Coimas, retornos, vueltos, prebendas, dádivas –como quieran llamarlas– son las únicas monedas estables de varias generaciones. Para mayor desesperanza, cuando los antiguos maestros continúan todavía en actividad, parece que nuevos alumnos se están graduando en las aulas de la corrupción.

Guillermo Beccari

guillermobeccari @yahoo.com.ar

Piedras y denuncias

¡Hay que tirar piedras! Y también las piedras son denuncias, como la acusación contra Enrique Olivera por sus cuentas millonarias no declaradas en el exterior, o contra Francisco de Narváez, a quien antes de las elecciones de 2009 denunciaron por presuntos vínculos con el tráfico ilegal de efedrina. En ambos casos, fueron “piedras lanzadas en campañas electorales“ que se reprodujeron en la prensa, destruyendo la imagen de los candidatos. El tiempo pasó, y ya no fueron más noticia. Se investigó y se demostró que eran falsas denuncias, pero el daño de la piedra ya estaba hecho y había sido efectivo. Estas políticas de desprestigio sin duda sirven en nuestro país, y el sistema las consume como agua en el desierto. Tengamos memoria.

Rodolfo Miani

DNI 17.865.757

Confianza y paciencia

La República arrastra décadas de corrupción y desgobierno; salir de ese laberinto exige más que un ajuste económico: requiere una política de Estado clara, sostenida con diálogo, sinceridad y transparencia. El error ha sido, tal vez, ignorar nuestras riquezas y atarnos a pasiones del pasado, favoreciendo a las mafias que corrompen la política. El cambio será posible con disciplina y ahorro, incluso en lo imprescindible. Démosle tiempo a este gobierno: no hay opción entre mirar atrás, detenidos, o arriesgarnos, avanzando con más paciencia. Tras décadas de retraso, no podemos esperar soluciones mágicas. El crédito nos lo tenemos que dar primero entre nosotros para que luego nos crean también los de afuera. En las próximas elecciones, votemos, no lo hagamos enojados y sin confianza. Probemos un sistema con errores y aciertos, pero distinto. Nunca prometieron facilidades y los impacientes desesperan, difaman, obstaculizan, porque pierden oportunidades de vivir a costa del trabajo ajeno. Si nos equivocamos, en dos años habrá ocasión de buscar líderes nuevos; mientras tanto, apoyemos a quienes elegimos.

Ricardo A. Titto

DNI 572.194 (Ex. L.E.)

Vocación por la docencia

Hace tiempo que escuchamos que la docencia está en crisis. Hay pocos estudiantes que ingresan a los profesorados y muchos docentes abandonan las aulas. ¿Qué pasa detrás de este fenómeno? No tengo la respuesta definitiva, pero sí una opinión nacida desde mi experiencia: soy profesora de Educación Inicial y licenciada en Educación, y lo más importante es que amo profundamente mi vocación. Cuando elegí este camino, nunca faltaron las advertencias: “Vas a cobrar muy poco”, o comentarios que desvalorizan la formación docente, como “Tus materias son Tijera 1” o “¿Por qué dura 4 años el profesorado si los chicos van a jugar al Jardín de Infantes?”. Seguramente, en otra carta de opinión abordaré el lugar irreemplazable que ocupan el Nivel Inicial y sus docentes. Pero estas frases no son inocentes, reflejan lo poco reconocidos que estamos.

¿Cómo reclamar salarios dignos si la sociedad cree que trabajamos 4 horas y que nuestra tarea es sencilla? La escuela es el lugar de las oportunidades y la esperanza. Cada día, los docentes tenemos en nuestras manos el poder de transformar realidades. Pero los docentes nos encontramos muy solos. Y esa luz que podemos encender se apaga frente a la oscuridad de un Estado que no acompaña: salarios bajos, exigencias crecientes y poco reconocimiento. Esta situación desgasta. Desalienta a quienes podrían sumarse a esta hermosa tarea y empuja a muchos a dejarla. Si no revalorizamos el rol irreemplazable de la escuela y sus docentes, habrá cada vez menos maestros. Como dijo Nelson Mandela: “La educación es el arma más potente que puedes usar para cambiar el mundo”. Ojalá llegue el día en que la sociedad en su conjunto pueda dimensionar el poder y la fuerza que tienen la educación, los docentes y las escuelas.

A pesar del panorama desolador, elijo seguir en la docencia. Amo mi profesión y soy plena en la sala. Pero anhelo, como todos mis colegas, un salario digno y el reconocimiento social que merecemos.

Milagros Bustos Candisano

[email protected]

Demoras judiciales

Diez años después de la muerte del fiscal Alberto Nisman, la exfiscal Viviana Fein deberá comparecer ante la Justicia, imputada por no haber preservado adecuadamente la escena del crimen. Queda comprobado que para obtener justicia en la Argentina el ciudadano debe tener vocación de eternidad.

Juan Peña

[email protected]

Atucha 1

Se aprobó la inversión con fondos públicos, de $ 225.741.010.999 durante este año, según la resolución 1.114/2025, para la extensión de la vida útil de Atucha 1, iniciada el año pasado, con un costo total de u$s 700 millones, una potencia de 362 MW, y una duración de la obra de 30 meses. Con el mismo presupuesto podrían haberse construido centrales térmicas de ciclo combinado a gas, de mucha mayor potencia, cuyas licitaciones fueron suspendidas el año pasado, sin los “riesgos ambientales relacionados a las nucleares (régimen de almacenamiento de residuos, fugas de material radiactivo)”, que señala la Sociedad Científica Argentina.

Según informes energéticos, la solar fotovoltaica y la eólica son actualmente las fuentes más baratas de nueva generación eléctrica a gran escala, con inversiones privadas de nuevos emprendimientos en la Argentina.

José Armando Franzosi

[email protected]

Números y señales

Comparto la carta del lector en la que comenta que desaparecen las placas con la numeración de una propiedad en las calles de la ciudad, porque el que construye no repone esa placa, por lo que hay que adivinar el número por aproximación. También se retiran, por la misma razón, los carteles con los nombres de las calles, o al colocar marquesinas que invaden el espacio de la vereda. Se han instalado carteles colgantes en los postes de los semáforos, que no están mal, pero a veces son imprecisos. Por ejemplo, si se circula por avenida Rivadavia y se quiere doblar hacia Alberti, se debe tomar Paysandú, pero como las calles cambian de nombre de cada lado de la avenida, del lado ascendente solo se ve un cartel que dice “Hortiguera” y el semáforo con giro permitido. Para no quedarme solo en la queja, un buen ejemplo a imitar es la señalética de las líneas de subte que hizo una empresa de diseño gráfico. Cada línea tiene su color. Cada estación informa claramente antes de bajar desde el nivel suelo, hacia qué lado se dirige el pasajero, o si es en ambas direcciones. Incluso si se hacen nuevas líneas, como la F, esta tendrá su color nuevo, respetando que las líneas A, B, C, D, E, H y premetro mantengan su color referente. ¡Bien hecho!

Alberto Gesualdi

[email protected]

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