El interés por Japón está en el aire, sea a través de redes sociales o viajando (como muchos argentinos alentados por precios más asequibles), y Casa Yui lo captó. “Más allá de los objetos de diseño, mucha gente se acerca para hacer nuestros cursos y workshops, como el de las degustaciones de té, por ejemplo. ¿Qué los motiva? La curiosidad per se, el estar por viajar a Japón, o el haber vuelto de allá, con el deseo de estirar esa experiencia», nos dice la arquitecta Mitsue Kido, al frente de Casa Yui junto con su socia, Adriana Uema.
“Adriana y yo nos conocimos en Japón, cuando ambas estábamos becadas: ella participaba en un programa de Kaizen junto con el que hoy es mi marido [Manuel Shibuya], y yo cursaba una beca de diseño en Kioto”, nos cuenta Mitsue, chilena descendiente de japoneses, mientras que Manuel, también arquiteco y descendientes de japoneses, es argentino.
¿Qué sentís que te quedó de tus antepasados?
Aunque en Chile vivíamos lejos de mi abuelo japonés y esas costumbres no formaban parte de mi rutina cotidiana, era algo que me generaba interés, y quedó algo de lo que no me dí cuenta hasta que llegué a Japón para la beca. Te diría que es como una gestualidad grabada en el cuerpo. En Japón hay mucho código corporal -entrar a un lugar ajeno pidiendo permiso, sin tocar ninguna cosa, hablando más bajo- y yo me sentía cómoda sin haberlo vivido. Me fluía el modo de pararse, el sentarse erguida y sin ‘desparramarse’ para tomar el té y sostener el cuenco de un modo particular. Cuando volví a Chile me quedé unos meses con eso, como quien vuelve de una provincia con una tonada.
Crear lazos
“Yui significa ”lazo”, “unión”. Ese es el corazón de este proyecto: tender puentes entre tradición y presente, entre Japón y Sudamérica, entre quienes crean y quienes eligen con atención». Tomemos algunos ejemplos, como los zapatos de la marca Tari, de Renata Schiera, que se dedica exclusivamente al diseño tabi, con su característica división en la puntera. Con ese signo que remite a las sandalias de madera con medias, el tabi en Japón hoy se usa como calzado de trabajo, aunque ya en 1988 Maison Bargiela, de París, advirtió su potencial en el mundo de la moda, que luego tomó Nike.
“Muchos descendientes de japoneses se dedicaron a la gastronomía, y no tanto al diseño. Pero me sorprendí al encontrar en Argentina artesanos consumados en técnicas e inspiración japonesa, que hoy presentamos en Casa Yui”.
¿Cuál es tu visión de Japón?
Por un lado, es una sociedad tradicionalista: en Kioto aún se puede ver gente por la calle vestida con un kimono completo yendo a un templo; por otro lado, su tecnología ultradesarrollada choca con las técnicas para llevar a cabo los infinitos pasos de esa y tantas artesanías tradicionales. También es una sociedad muy exigente, algo que en un viaje turístico no se llega a captar plenamente. Por ejemplo, hay jerarquías sociales que se manifiestan ya desde el lenguaje: no usás las mismas palabras con alguien de un rango superior que con alguien del tuyo. Y hay mil códigos imperceptibles que si un extranjero no cumple, se le disculpa, pero que ya no se tolera si lleva un tiempo en el país.
¿Creés que tenemos idealizados los interiores japoneses?
Las casas tradicionales aun existen, así como también otras que conservan solo una parte en ese estilo mientras que el resto es occidental. Y tampoco es que son vacías e impolutas; nuevamente, un sector es así y después puede haber en otros bastante desorden, especialmente en las muy pequeñas de las grandes ciudades. En mi práctica como arquitecta me gusta aplicar ciertos conceptos básicos, aunque nunca de modo literal y, más que nada, referencias de los arquitectos japoneses contemporáneos.
“Otra de nuestras actividades es asesorar en proyectos comerciales que buscan una estética japonesa. No solo acompañamos en la elección de los elementos, sino en su vínculo con los conceptos y la filosofía”.
El “laboratorio”
En Casa Yui también se realizan talleres. “A esa parte le llamamos ‘laboratorio’, porque al reinterpretar técnicas japonesas desde una mirada criolla, el resultado es algo nuevo, una especie de experimentación entre culturas”. Queda claro en la producción de temari (esas pelotitas nacidas como un juguete de niñas nobles; hoy, meditación en movimiento) surgidos de esos workshops.
“Si bien los patrones para hacerlos que damos en los workshops son japoneses, los hilos son los de acá, esa es una primera diferencia. Y después está la elección de los colores: hay una interpretación que da como resultado algo distinto”.
“Nunca podemos anticipar si un taller va a atraer a gente joven, a gente mayor o a un público variado. Es algo que siempre nos sorprende”.
Casa Yui. Miércoles y viernes, de 11 a 18; sábados, de 11 a 17. Venezuela 468, San Telmo. Ver el sitio para consultar por los talleres.