Cazadores del fin del mundo (Afterburn, EE.UU./2025). Dirección: J.J. Perry. Guion: Matt Johnson y Nimród Antal. Fotografía: José David Montero. Música: Roque Baños. Edición: Luke Dunkley. Elenco: Dave Bautista, Olga Kurylenko y Samuel L. Jackson. Duración: 105 minutos. Calificación: apta mayores de 13 años. Nuestra opinión: regular.
Hace bastante tiempo que los espectadores de cine norteamericano convivimos con algunos malos entendidos cada vez más comunes, a saber, que los luchadores, como están acostumbrados a la violencia sobre un escenario y tienen bíceps del tamaño de la cabeza de un neandertal, pueden ser estrellas del cine de acción. También, nos dejamos convencer de que los dobles de riesgo, como su trabajo consiste en encabezar secuencias cuidadosamente orquestadas que se desarrollan a toda velocidad, saben cómo dirigir un largometraje de modo dinámico y a un ritmo imbatible.
El resultado más corriente de esos malos entendidos suele ser una película como ésta, en la que el múltiple campeón de lucha libre Dave Bautista demuestra una vez más que no hay una relación directa entre anabólicos y carisma y el ex stuntman devenido director J.J. Perry, por su parte, ofrece la evidencia final de que no es lo mismo planificar eficazmente una persecución entre autos deportivos que realizar un film.
Hay un argumento contra el socialismo en el hecho de que los países del antiguo bloque del este suelan ser elegidos por el cine para dar una versión creíble de un país del Primer Mundo arrasado por algún tipo de apocalipsis. En este caso, Eslovaquia pasa por Francia luego de que una monstruosa erupción solar deja al planeta sin tecnología alguna, sin luz eléctrica, sin gobiernos y sumido en el caos.
Jake (Bautista) es un exsoldado que se ocupa de rastrear objetos preciosos que hayan sobrevivido a la hecatombe para vendérselos a quienes todavía puedan pagarlos. Uno de estos clientes es King August (Samuel Jackson) quien, en medio de largos parlamentos expositivos que explican el orden social (resumiendo: cabecillas armados compiten por el control de diversos territorios), logra introducir una propuesta para Jake: quiere que viaje a París para encontrar a la Mona Lisa. En tal misión cuenta con la ayuda de la guerrera Drea (Olga Kurylenko) y con la oposición del general demente Volkof (Kristofer Hivju), quien controla el desierto antes conocido como Francia.
Como se ve, el relato es lo suficientemente elemental como para que se pueda mantener el scrolleo por redes sociales durante la proyección sin perder el hilo: es una road movie postapocalíptica, en la que el protagonista va de lugar en lugar buscando un Objeto Maravilloso. No se puede ser más lineal y, sin embargo, el relato se las arregla para empantanarse en todos los momentos en los no hay granadas explotando en la cara de gente.
Aunque los personajes no tiene rasgos distintivos más allá de los estrictamente genéricos y están reducidos a funciones básicas (el héroe tiene una misión, el villano se opone) no aparecen demasiadas razones que expliquen por qué cada uno hace lo que hace. Tampoco es que en este contexto se las extrañe demasiado. Basada en un cómic homónimo de la editorial independiente Red 5, probablemente la historia haya ofrecido mayor recompensa en ese formato. En cuanto a la película, exagerando su metáfora, se puede pensar que ofrece una autorreflexión acerca la tarea del artista, que busca belleza en medio de un territorio yermo. En la ficción, el protagonista triunfa incuestionablemente porque encuentra la pintura más celebrada de la historia. Por el contrario, en el mundo real, el realizador J.J. Perry encontró este film.