“Sabía que diría que ´sí´ porque quería trabajar con Félix (Sabroso), quien venía desde hace un tiempo con este proyecto y me hizo sentir muy orgullosa que me llamara; por otra parte, me interesaba la historia y las actrices que formarían parte del elenco. Sabía que iba a ser tan brutal y tan divertido hacerlo”. Cecilia Roth comienza la charla con LA NACION con el entusiasmo de la labor cumplida y el convencimiento de haber aceptado una gran propuesta.
El próximo 11 de julio será el estreno internacional de Estado de furia, serie original de HBO que se verá por la plataforma Max, donde la actriz argentina comparte labor con Carmen Machi, Candela Peña, Nathalie Poza y Pilar Castro, quienes, por primera vez, coinciden en un trabajo en común. Además de ser el responsable de la dirección, Félix Sabroso es el cerebro detrás de la idea original. El cineasta, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1968, es uno de los más prolíficos guionistas y realizadores españoles que transita no solo el lenguaje audiovisual, sino también la poética teatral.
“Mi personaje, todos los personajes, y la serie en general están en diálogo con este mundo tan furioso en el que vivimos”, asegura Roth, acomodada en una oficina de Madrid, y en un alto -impuesto por la tarea promocional de la serie- de la gira que lleva adelante con la obra La madre, de Florian Zeller.
La actriz apela al castizo “tú”, una suerte de “mímesis aristotélica” con el entorno que la circunda y de su extenso historial con España, país en el que vivió siendo casi una adolescente y del que nunca se alejó.
Desiguales
En Estado de furia, Roth compone a Victoria, una actriz venida a menos que fue representante del cine erótico de la década del setenta. Narrada desde el presente, el personaje recibe una propuesta que podría, aspiracionalmente, marcar su regreso a la palestra del entretenimiento; sin embargo, se trata de una estrategia tramposa.
A través de ocho episodios, su historia se enlaza con las de los otros personajes femeninos, todos atravesados por una realidad de engaños, extorsión, opresión, exclusión y manipulación. “En la foto que plantea la historia, los vínculos son menos importantes que los intereses y lo colectivo”.
-¿Cómo te aproximaste a Victoria?
-Su historia está vinculada con lo que pasaba, y sigue pasando, con las mujeres. En este caso, es casi público lo que le sucede, lo termina contando y lo hace más público aún.
El ecosistema en el que se movía Victoria, como figura del cine sexual, dialoga con el contexto de “destape” que se vivía en España, luego de la muerte del dictador Francisco Franco: “Parecía que era la libertad, pero no se trataba de eso, ya que no había un solo hombre desnudo, pero sí mujeres cosificadas y que estaban en las películas para mostrar sus cuerpos; en general usadas y maltratadas por los personajes masculinos”, describe la actriz, quien reconoce que “eso también le pasaba en la vida, lo que cuentan sus películas es lo que, también, le sucedía y sucede a ella; una persona cercana la entrega, es nadie, más allá de su cuerpo”.
-Realidades no superadas.
-Por supuesto que no, está bien lo que dices.
-Incluso, también se podría aseverar que, algunas cuestiones, se han complejizado y empeorado.
-Es peor, porque ya se sabe qué es, tenemos conciencia de eso, y porque tenemos un colectivo femenino -donde ojalá también hubiera hombres- que lucha contra todo esto, contra la cultura patriarcal, como si las mujeres estuvieran en la vida para responder a los deseos de esa cultura. Se lucha mucho contra eso, hemos avanzado bastante, pero, estos últimos tiempos están tirando todo esto para atrás, de una manera notoria.
Roth entiende que “hay una misoginia en el pensar que todos los derechos que hemos conseguido con mucho trabajo y tiempo pueden ser tirados; no son tiempos fáciles en nuestro país y en todos lados”.
-Es interesante la posibilidad que plantea en torno a la participación del hombre en los movimientos y colectivos feministas.
-Obviamente, no hay ninguna lucha en contra del hombre; no soy feminista porque estoy en contra del hombre, sino de una cultura patriarcal de la cual los hombres también son víctimas. Los hombres también están machacados para no llorar, no ser sensibles, tener determinadas actitudes en la vida que los convierta en proveedores de la familia, eso también es una carga. Yo necesito acompañar ese feminismo que contempla al hombre, no se trata solo de la mujer a la que le sucede, el tango se baila de a dos.
-Podría afirmarse, a partir de lo que se conoce públicamente, que has sido una mujer y una actriz siempre que se plantó frente la cultura patriarcal como las que refleja Estado de furia.
-Tengo un padre feminista, fui educada así y eso es una absoluta suerte para poder estar parada donde quiero estar parada. Lo que no he querido hacer no lo he hecho, no he trabajado por dinero, sino queriendo hacer lo que hice, pero, es verdad también que los hombres ganan más. En ese sentido, es muy difícil romper.
-¿Aún hoy y siendo una actriz consagrada?
-Sin duda, los hombres con los que he trabajado ganaron más que yo. Nunca he preguntado cuánto ganan, pero lo sé. ¿No lo sabías?
-Desde ya que, aún hoy, en materia de ingresos, la mujer no lleva las de ganar, pero es sorpresivo que lo digas vos siendo una figura tan relevante en el universo artístico de la Argentina, Latinoamérica y España.
-No sé qué actriz en la Argentina gana lo mismo que un actor que se encuentra en un mismo nivel actoral, de prestigio o de reconocimiento masivo. Me vienen varios nombres a la cabeza, que no pienso decir, pero, desde ya, los hombres ganan más, es algo muy difícil de modificar. Las mujeres estamos antes en los rodajes, porque tenemos que maquillarnos y peinarnos, trabajamos dos horas más, pero eso no se paga.
-Vuelvo a Estado de furia. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Félix Sabroso y con sus compañeras de elenco?
-Maravilloso, me cuesta decirlo de otra manera. No quería terminar la serie, me hubiera quedado a vivir ahí. Había una enorme alegría, Félix (Sabroso) ha sido una cabeza de equipo espectacular, un director que está feliz por lo que está sucediendo, es tranquilo y lo expresa; con mis compañeras también ha sido igual.
-Se dice, casi un lugar común, que “el cine es de los directores” y “el teatro es de los actores”. Sin embargo, la comunión entre las partes es clave en ambas posibilidades expresivas.
-Depende qué director te toque, pero, tanto el cine como el teatro son trabajos de equipo, nadie se adueña de nada. En el teatro, tú trabajas con otro actor o actriz, y lo que sucede es lo que te sucede con esas personas. Cuando se dice que “el teatro es de los actores” y se da a entender que pueden hacer lo que les parezca, si eso sucede no está bueno.
-La serie propone un elenco coral femenino, algo que siempre suele generar un atractivo intrínseco.
-No estábamos las cinco juntas permanentemente porque son cinco historias contadas puntualmente pero, a la vez, se producen encuentros, aunque no implica que todas estábamos juntas en las escenas. Como actrices, desde ya que nos conocíamos, estábamos unidas, el trabajo de cada una dependía del de la otra, estés actuando con esa otra actriz o no. El cine es como un puzzle, si ponés la primera pieza mal, se jodió. La continuidad interna depende también de los otros personajes. Me gusta mucho el cine.
Destierros
-Alguna vez, Aníbal Troilo sentenció en su poética aquello de “quién dijo que me fui si siempre estoy volviendo”. En tu caso, se da con la Argentina y España.
-Los dos sitios están sumados. No es que, cuando estoy en Buenos Aires, extraño a Madrid y viceversa.
-¿Cómo es?
–Me instalo absolutamente en ambos lados y siento que no me voy a ir más. Me voy sin irme y vuelvo sin haberme ido, en ambos sitios, es una gran fortuna.
-Jugar de “local” para ambos públicos también es una gran fortuna.
-No lo sé, no lo pienso mucho, supongo que sí.
-¿Aparece en tu imaginario el dolor que implicó haberse ido del país siendo tan joven por el exilio de tus padres a raíz de la dictadura?
-Era muy joven y tuve la suerte de irme y no vivir la dictadura, pero extrañaba a mi novio de entonces, aunque, a los dos meses, ya tuve un novio español. Cuando te vas joven, hay algo que se corta… “El aroma de la infancia es el aroma de la infancia”, como decía María Elena Walsh.
Su madre ha sido la docente, cantante y pianista Dina Rot, mientras que su padre es Abrasha Rotenberg, reconocido escritor, poeta, periodista y empresario, cofundador de la revista Primera Plana y del periódico La Opinión. Su hermano es Ariel Rot, músico radicado en España.
La atmósfera intelectual siempre sobrevoló a su familia. “Cuando volví a Buenos Aires, luego de 11 años, había un paréntesis que tuve que cerrar y lo pude hacer”.
-¿Con qué tenía que ver?
-Tenía que ver con el dolor del exilio, pero fui muy feliz durante los primeros tiempos en España. Mis padres no manifestaban melancolía, acaso por eso no me gustaba estar con argentinos porque no quería esa melancolía, esa dificultad.
El nido vacío
El dramaturgo francés Florian Zeller ganó el premio Moliere por su obra La madre, la pieza donde Cecilia Roth interpreta a una mujer que ha construido su vida en torno a su hijo y que, ante la ida del joven, se enfrenta a la soledad, el “síndrome del nido vacío” y un replanteo existencial no exento de una mirada hacia el pasado.
La pieza es protagonizada por Roth, junto con Gustavo Garzón, Martín Slipak y Victoria Baldomir, actualmente se encuentra realizando funciones en diversas ciudades de la Argentina, luego de su temporada porteña en la sala Picadero. “Creo que nunca fui tan feliz y libre en el teatro”, afirma, quien en este material es dirigida por Andrea Garrote, actriz y directora de notable solvencia y conocimiento de la escena.
-No es poco, para alguien con tanto trabajo sobre sus espaldas, poder experimentar esa sensación de libertad.
-Quizás llegó el tiempo donde la libertad aparece de una manera muy gozosa.