La actriz Celeste Muriega desbordó de felicidad en las redes sociales tras lograr alcanzar el sueño de la casa propia, una meta que llevaba más de dos décadas persiguiendo. Sus palabras resonaron entre sus casi 1,5 millones de seguidores en Instagram, donde compartió una serie de imágenes que capturaron su emoción en un momento crucial de su vida. ¿Cuántas veces un rostro conocido logra hacer visible una aspiración tan universal y convertirla en una celebración colectiva? Ella lo consiguió.
La instantánea principal lo dice todo: la actriz se inclina hacia adelante en el umbral de una puerta balcón completamente nueva, las llaves alzadas en alto, y una risa incontenible desbordando en su rostro. No hay pose ni artificio; está ahí, vestida con un conjunto de jean claro y top blanco, en el espacio vacío de lo que ahora es su casa propia. La luz natural lo inunda todo y, por un instante, el tiempo parece detenerse para celebrar con ella. ¿Quién no soñó alguna vez con levantar una llave y abrir, finalmente, su primer hogar?
En el corazón de su mensaje, se leía la confesión más sincera: “Bueno… ¡No sé cómo arrancar! Después de 22 años de trabajo consecutivos, hoy puedo contarles que cumplí uno de muchos sueños que he tenido desde chiquita a hoy”. La intimidad que compartió con sus seguidores se volvió palpable con cada frase: los sueños de infancia, los consejos de sus padres, el sacrificio silencioso de los años de carrera, el esfuerzo que parecía interminable.
Su relato se entrelazó con nostalgia y aprendizaje. “Papá y mamá siempre me decían ‘invertí en ladrillo’”, reveló la influencer, al momento de evocar ese consejo familiar tan ligado a las generaciones argentinas. El “chanchito”, imagen entrañable del ahorro, nunca llegaba a llenarse. Y sin embargo, el tiempo pasó. Y las mil facetas de Celeste Muriega, trabajadora incansable, fueron dejando su huella que logró plasmarse en un título de propiedad.
Cada palabra de la actriz se vistió de gratitud. “Finalmente, pasó el tiempo, y los años de trabajo, de teatro, de eventos, de promociones, de shows, de desfiles, de conducciones, de panelismo, de bailarina, de actriz, de Influencer, etc., etc., etc., dieron su fruto”. No se trató de un golpe de suerte, sino de construirse día a día. “De a poquito les voy a ir mostrando cada rinconcito (aunque algo ya les fui adelantando)”, anticipó a sus seguidores, al invitarlos a participar de su alegría y del proceso de transformar la casa en un hogar.
El agradecimiento formó parte esencial de su mensaje. Desde quienes se alegran con ella hasta Christian Sancho, su pareja, fue nombrado especialmente por haberla acompañado en el camino. Hubo otro agradecimiento, más silencioso, pero no menos potente, dirigido a quien ya no está: “A papá (que desde el cielo seguramente me acompaña en esta felicidad)”. ¿Cuántas personas pueden decir que, al alcanzar una meta largamente ansiada, sienten que quienes partieron siguen celebrando a su lado?
La confesión final desnudó una realidad financiera que no suele asomarse en los relatos de éxito mediático: “Acudo a todos los canjes que aparezcan para el armado, ya que quedé en cero (literal)”. Honesta, Muriega reconoció que alcanzar el sueño mayor le dejó la cuenta en mínimos, y que cualquier colaboración sería bienvenida para decorar y equipar su nuevo hogar.
Por estas horas, en palabras propias, Celeste Muriega elige agradecer. “Hoy solo me queda agradecerle al universo por tanto y anticiparle que voy por más”. Una promesa —¿o un desafío?— que lanzan solo quienes saben que soñar, a veces, también es la única manera de sobrevivir y avanzar.