Celine Song, la directora que revitaliza las comedias románticas con una dosis de realismo; “el género sigue vivo”

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La sonrisa amplia y juvenil de Celine Song ocupa casi todo el cuadro de la pantalla en el comienzo de la conversación vía Zoom con LA NACION desde Nueva York. “Esta es una ciudad de soñadores y románticos, algo que seguramente se aplica a la mayoría de las grandes ciudades. Estoy segura de que a los argentinos les pasa lo mismo con Buenos Aires, ¿verdad? Las ciudades son lugares donde la gente persigue sus sueños más grandes”, dice la cordialísima directora, después del primer saludo.

Con su fotogenia urbana aprovechada una vez más al máximo por el cine, Nueva York es casi un personaje más de Amores materialistas, segundo largometraje de Song después de su aclamado debut con Vidas pasadas, aquella historia romántica que viajó a través del tiempo, la memoria, los recuerdos infantiles y el desarraigo entre el Lejano Oriente y los Estados Unidos, y obtuvo en 2024 dos nominaciones al Oscar, uno a la mejor película y otro al mejor guion, firmado por la propia Song.

Dakota Johnson y Chris Evans en Amores materialistas

El notable reconocimiento que tuvo su ópera prima le permitió a Song asegurarse para su siguiente proyecto el respaldo de dos importantes nombres de Hollywood (un poderoso estudio como Sony y la productora de moda A24) y tres grandes estrellas para representar una historia que escribió poniendo en juego inclusive alguna experiencia autobiográfica.

La protagonista de Amores materialistas es Lucy (Dakota Johnson), una “casamentera” muy valorada en una cotizada agencia neoyorquina consagrada a atender las búsquedas de pareja por parte de clientes de buena posición social y económica. En la vida real, la propia Song llegó a desempeñar durante un tiempo ese mismo papel de matchmaker.

Mientras ejerce su oficio, a Lucy le toca también enfrentar los dilemas de su propia necesidad de afecto, que empieza a dividirse entre Harry (el omnipresente Pedro Pascal), un millonario con aspecto de seductor perfecto, y John (Chris Evans, el ex Capitán América), un antiguo novio que reaparece en su vida. “Además de ser romántico, también para sobrevivir en una gran ciudad hay que ser un poco cínico. Es una contradicción asombrosa, ¿verdad? Tener sueños e ideales por un lado, y una actitud realista y cínica por el otro”, dice Song, anticipando así el bosquejo completo de los personajes de la película que UIP-Sony estrenará en los cines argentinos el jueves 31 de julio.

Para la autora y realizadora nacida en Corea del Sur, criada en Canadá y residente estadounidense (vive en Nueva York con su esposo, el escritor Justin Kuritzkes), toda historia romántica es el resultado de una tensión entre lo realista y lo ideal. “Por eso creo que Nueva York es el lugar perfecto para una historia como la que cuenta esta película”, rubrica Song.

Pedro Pascal, una de las figuras de Amores materialistas, el nuevo film de Celine Song

-Como en Vidas pasadas, usted vuelve a indagar en la historia personal de los protagonistas. En lo que hicieron para llegar hasta aquí.

-Sí, definitivamente. Lo que más respeto es el tiempo de las personas. Y a partir de eso, lo que se trata de resolver de manera muy abierta y muy seria en Amores materialistas, y estaba ya insinuado en Vidas pasadas, es cómo planean pasar juntas el futuro. Es lo que Lucy siempre trata de descifrar. ¿Qué quiero priorizar en mi vida de ahora en adelante?, dice. Para conseguir la respuesta está obligada a cuestionarse y lidiar con todo lo que venía pensando hasta aquí sobre la vida y el amor. Y allí es cuando aparece la línea más importante de toda la película, lo que cambia todo: “No soy una mercancía, soy una persona”.

-¿Cómo se conecta esta frase con el trabajo que tiene Lucy? En la película ella tiene que elegir a la mejor pareja posible para que una boda se concrete.

-Cuando yo trabajaba como “casamentera” llegué a convertirme en una experta de lo que llamamos el mercado de citas. Lo primero que descubrí es que estamos todo el tiempo mercantilizando y objetivando a otros seres humanos, y al hacerlo también uno termina objetivando y mercantilizándose a sí mismo. Llegué a pensar que estaba colocando a todos mis clientes en una especie de mercado de valores como el de Wall Street.

El mundo de las citas y las búsquedas de pareja forma parte de la acción a partir del personaje de Dakota Johnson (en el centro)

-Esa certeza debe haber sido muy incómoda para usted. ¿Cuál fue su reacción?

Siempre nos llevará a la deshumanización. Y a algún tipo de final violento. Es la consecuencia de tratar a la gente como si fuera una mercancía más, y así lo viven algunos de los personajes de la película. Todo esto es a propósito de otra palabra muy importante que incorporo a la historia: “Nosotros somos valiosos”. En esta película se habla de tres personajes a quienes les cuesta mucho gustarse a sí mismos. Lucy en un momento aprende a hacerlo, a aceptarse tal como es y a recordar que no es una mercancía, sino una persona. Ese es el centro de la historia.

Chris Evans prepara una escena con Celine Song

-Usted plantea todas estas preguntas y estos dilemas desde la perspectiva de un triángulo amoroso. Suele decirse que tres son multitud o que el número tres equivale simbólicamente a la totalidad. ¿Usted sigue a estos tres personajes como si estuviera mirando a toda la humanidad con el lente de una historia romántica?

-Una elección siempre es una elección. Y este no es un triángulo amoroso tradicional. Amores materialistas tiene a una mujer en el centro de todo. Lucy tiene sus creencias, su vida, su trabajo y su mundo, y a partir de ellas empieza a tomar una decisión. Hasta que en un momento aparecen estos dos hombres que forman parte de ese proceso de elección.

-Volvemos a la imagen del triángulo amoroso.

-Siempre tenemos presente eso de que en un triángulo amoroso los hombres están en una situación competitiva. Pero la verdad es que ellos no compiten directamente entre sí. Lo más importante, insisto, pasa por el tipo de decisión que Lucy tiene que tomar. Y en todo gran drama siempre aparece un héroe tomando una decisión acerca de cómo quiere vivir.

“De nicho”

Amores materialistas se estrenó en los Estados Unidos con una muy buena respuesta de público, pero en el circuito acotado de cines independientes y de arte. Películas románticas de otro tiempo, como Sintonía de amor, La boda de mi mejor amigo o Un lugar llamado Notting Hill, también con grandes estrellas, llegaron a pelear por los primeros lugares de la taquilla general en Hollywood. ¿Será que el cine romántico se transformó en un género de nicho?

-Es un tema muy interesante. Y la realidad es que gran parte de estas películas ahora aparece en el streaming. Cada vez hay menos estrenos en los cines y eso me rompe el corazón. Para mí sigue siendo algo fascinante ir con alguien al cine y quedarse dos horas pensando y escuchando hablar sobre el amor, sin otra cosa que hacer.

Dakota Johnson, Celine Song y Chris Evans en el estreno mundial de la película, realizado a comienzos de junio último en Nueva York

-Y sin los llamados o las interrupciones del teléfono celular, entre muchas otras cosas.

-Exactamente. Está muy bien que te inviten a visitar un planeta alienígeno, pero mejor todavía es que te inviten a un lugar tan hermoso como Nueva York simplemente para pasar un rato en hermosa compañía, tratando de entender todo lo que pasa por tu corazón. ¡Qué invitación tan maravillosa! Allí aparecen otros problemas. La distribución cinematográfica de este tipo de películas se redujo muchísimo.

-Entramos en otro terreno.

-Es algo que está pasando en general. Lo describo como el caso de las películas de “clase media”. No son tan chicas como para que no necesite ganar dinero y tampoco necesitan recaudar mucho para ser rentables de verdad. Películas como la mía hoy tienen que luchar para ganarse un espacio en la taquilla. Creo que honestamente lo logrará, porque en este caso Sony y A24 siempre creyeron en Amores materialistas como un proyecto destinado a la pantalla grande, pensado para ser visto en un cine.

Celine Song en marzo de 2024, a su llegada a la ceremonia del Oscar en la que su ópera prima, Vidas pasadas, tuvo una nominación como mejor película

-Vuelvo entonces a preguntarle sobre el lugar que tienen hoy las historias románticas en el cine.

El romance como género cinematográfico sigue muy vivo. Hay un público al que realmente le gusta ir al cine, sentarse en una butaca y pasar dos horas allí mirando una película, y simplemente pensando y hablando de amor sin ningún condicionamiento. ¡Sigue siendo algo mágico!

Chris Evans, uno de los protagonistas

-¿Cómo llegaron a esta película nombres tan importantes como Dakota Johnson, Pedro Pascal y Chris Evans? ¿Qué la llevó a convocarlos?

Yo no escribo personajes pensando en actores. Empiezo con los personajes y me enamoro de ellos. Más tarde me transformo un poco en “casamentera” y salgo a emparejarlos con sus posibles intérpretes. Me pongo recién en ese momento a buscar a la persona adecuada, a un alma gemela para cada uno de mis personajes. En el caso de estos tres, todo fue… Como el amor. Como un relámpago. Simplemente sucede y es un milagro. Me pasó con Dakota. Estaba conversando con ella y ni siquiera hablábamos de la película, hasta que en un momento me detuve a pensar: “Creo que ella es Lucy”. Y así fue.

-¿Y con Evans y de Pascal ocurrió lo mismo?

Chris es John. Estaba destinado a ser John. Y con Pedro me pasó igual, con una salvedad. Creo que habría sido difícil imaginarlo en ese tipo de personaje si solo hubieras visto lo que venía haciendo hasta ahora, pero al hablar con él encontré la sensibilidad, la delicadeza y sobre todo la vulnerabilidad de Harry. Qué cosa tan perfecta, ¿no? El personaje con toda la apariencia de ser perfecto resulta ser el más vulnerable de todos. Así funciona el casting para mí. Es igual a enamorarse.

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