Cesc Fàbregas ha dado un salto reciente al mundo de los banquillos, siguiendo una trayectoria paralela a la de Xabi Alonso, otro exinternacional español que ahora afronta el reto de dirigir en la máxima categoría. Aunque ambos apenas suman unas pocas temporadas al mando de equipos profesionales, sus nombres ya despiertan expectación en el fútbol europeo. En el caso de Fàbregas, su trabajo en el Como italiano está captando la atención por la forma en que ha sabido adaptarse a la nueva faceta como entrenador, lejos de los focos de las grandes ligas, pero con la misma pasión y rigor que demostró como futbolista.
Recientemente, Fàbregas fue consultado por DAZN sobre el presente del Real Madrid de Xabi Alonso, un equipo que se encuentra bajo el escrutinio constante de los aficionados. El exmediocampista del Barcelona se desmarcó de los análisis técnicos convencionales y puso el foco en la gestión de grupo, un aspecto que considera crucial en el éxito de cualquier entrenador de élite. Para Fàbregas, la clave no reside tanto en la disposición táctica o en los movimientos sobre la pizarra, sino en la capacidad para administrar las emociones y expectativas de jugadores acostumbrados a considerarse imprescindibles.
El diagnóstico de Fàbregas es directo. Según su visión, el verdadero problema no es el sistema de juego, sino la dificultad para mantener a todos los futbolistas satisfechos en un entorno marcado por la competencia interna y los egos elevados. “Todos piensan que tienen que jugar y manejar eso es difícil”, explicó el técnico catalán, que ha convivido en vestuarios de primer nivel tanto en el Barcelona como en el Arsenal y el Chelsea. Su experiencia le permite entender la complejidad de convencer a jugadores de talla mundial de que sentarse en el banquillo puede ser tan importante para el grupo como salir de inicio.
Esta reflexión cobra mayor importancia en un club como el Real Madrid, donde la presión mediática y la exigencia de resultados inmediatos convierten cualquier detalle en un asunto de debate nacional. En el entorno de Valdebebas y el Santiago Bernabéu, cada decisión técnica genera reacciones entre los futbolistas y da lugar a interpretaciones sobre la gestión del vestuario. En estas circunstancias, la “mano izquierda” a la que alude Fàbregas se convierte en una herramienta indispensable para evitar tensiones y mantener la cohesión del plantel.
El propio Fàbregas sabe, por experiencia propia, lo complejo que puede ser gestionar grupos plagados de talento y personalidad. Durante su carrera, compartió vestuario con figuras de la talla de Thierry Henry, Lionel Messi, Didier Drogba o Andrés Iniesta, y fue testigo de cómo el equilibrio interno puede ser tan determinante para el éxito como cualquier planteamiento táctico. En ese sentido, su análisis sobre la situación de Xabi Alonso va más allá de la coyuntura actual y apunta a un desafío estructural en el fútbol moderno.
Las últimas victorias de Xabi Alonso
En el caso de Xabi Alonso, las victorias recientes ante rivales como Alavés, Talavera y Sevilla han dado algo de margen y tranquilidad al proyecto. Sin embargo, la preocupación sobre el juego del equipo persiste en el seno del club y entre la afición. El parón navideño se presenta como una oportunidad para recuperar energías, pero no garantiza que las dudas tácticas desaparezcan. El calendario tampoco da respiro: el regreso a la actividad oficial está marcado por el enfrentamiento contra el Betis, una prueba exigente antes del gran objetivo inmediato, la Supercopa de España.
Históricamente, la Supercopa ha sido un torneo que puede cambiar el rumbo de una temporada. Para Xabi Alonso, conquistar ese título supondría un espaldarazo a su labor y podría otorgarle el apoyo necesario para afianzar su proyecto. En cambio, una derrota, especialmente si llega acompañada de una imagen pobre, podría abrir debates incómodos y reactivar comparaciones con técnicos que no superaron el listón de las expectativas, como Benítez o Lopetegui. El equipo se medirá en semifinales con el Atlético de Madrid, un rival siempre peligroso en partidos decisivos. Si logra avanzar, podría verse las caras con el Barcelona, dirigido ahora por Hansi Flick, en una final que sería seguida en todo el mundo.
