Champions League: Dibu Martínez le puso el pecho a los abucheos y aguantó hasta que PSG lo derribó a golazo limpio

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Hubo que derribarlo a golazo limpio a Emiliano Martínez. Paris Saint Germain viene siendo una máquina de atacar, que percutió hasta que Dibu ya no pudo llegar a esas definiciones que iban a lugares imposibles de cubrir. El arquero de la selección argentina resistió más que un Aston Villa apelotonado en su área, agarrado a un conservadurismo que no le alcanzó para defender el 1-0 conseguido a los 34 minutos, en su primer ataque y tiro al arco, con Morgan Rogers.

El equipo de Luis Enrique continuó abrumando ofensivamente a su rival hasta doblegarlo por 3-1, para confirmarlo no solo como favorito de esta serie, sino también como serio candidato a ganar por primera vez la Champions League, cerrada ya definitivamente la etapa de Kylian Mbappé, Neymar y Lionel Messi. Junto a Barcelona -solo se encontrarían en la final-, PSG levanta la bandera del mejor fútbol del momento en Europa. Del otro lado, el equipo de Hansi Flick aplastó 4-0 a Borussia Dortmund en la ida de otro cuartos de final.

El martes próximo se disputará el desquite en Birmingham, donde Aston Villa deberá quitarse la fuerte sensación de inferioridad que le quedó tras recibir 29 remates y apenas disponer de la pelota, con una magra posesión del 25 por ciento. “Una noche casi perfecta”, fue la síntesis de Luis Enrique tras la victoria.

Por cierto, si alguien evitó que la derrota no fuera por cifras catastróficas fue Dibu. Diez tapadas completó en medio de un ambiente que quería festejar tanto una victoria de PSG como ver al marplatense mordiendo el polvo de la derrota. Ya lo habían insultado sobradamente, incluso en español, y le dieron un baño de silbidos cada vez que tocaba la pelota. Los hinchas se dieron el gusto completo, pero antes tuvieron que morderse los labios cuando Dibu volaba y achicaba espacios para desviar definiciones de Vitinha, Dembelé, Hakimi (3), Doué y Barcolá. Todo sin provocaciones ni excesos, y hasta con algún intercambio afectuoso con Dembelé.

Una de las salvadas de Dibu Martinez, ante la mirada de Hakimi

Hasta con Dibu era imposible que Aston Villa sobreviviera al asedio de PSG, que no se cansa de hacer circular la pelota en el medio con Vitinha, João Neves y Fabián, en un circuito al que se integran con armonía los delanteros (Dembelé, Doué y Kvaratskhelia) y los laterales Hakimi y Nuno Mendes, quienes aparecen por distintos sectores para crear superioridad numérica.

A Dibu, mal protegido por compañeros que se acumulaban en el área sin cortar al rival con una presión más alta, no lo iban a superar con cualquier tirito. Iban a hacer falta potencia y dirección. La que tuvo el prometedor Désiré Doué (19 años), con un remate alto y cruzado, imposible para Dibu, como lo fueron en el segundo tiempo los goles de Kvarastkhelia y Nuno Mendes, que previamente desparramaron a los defensores con enganches. El tercer gol, ya en el descuento, se ajustó un poco más a la amplia diferencia que hubo entre los dos equipos.

El partido había concitado un interés especial. En el palco estuvieron William, el príncipe de Gales que es fanático de Aston Villa y alguna vez visitó a Dibu en un entrenamiento, Didier Deschamps (DT de Francia), Thomas Tuchel (DT de Inglaterra) y Ezequiel Lavezzi y Javier Pastore, exjugadores de PSG, en los primeros años que el club pasó a ser propiedad de fondos qataríes.

Lo más destacado de París Saint Germain 3 – Aston Villa 1

En el Siglo XVIII, bajo el filo de la guillotina, Francia se cobró la vida de Luis XVI y Robespierre. País de históricas revueltas sociales, referencia cultural y con un desarrollado sentido del arte, refinado en su savoir faire, la Francia futbolística clama desde hace rato por el ajusticiamiento en una cancha del Dibu Martínez, ese verdugo irreverente que en 2022 le enrostró que se quedaba con el título mundial que la selección de Deschamps puso en juego.

A la ciudad que vaya, Francia es territorio hostil para el Dibu. Todo el país futbolístico se une para repudiarlo, excede a un club determinado. Todos se embanderan en la misma causa para caerle encima. Había sido abucheado en Monaco y Lille (“jamás en mi vida me silbaron tanto”, dijo), escalas de Aston Villa por las copas europeas. Y París juntó todo el repudio del que es capaz. Desde la prensa se empezó a crear el clima anti-Dibu. “El jugador al que amamos odiar”, fue uno de los titulares que sintetizó el sentimiento general.

El tercer gol de PSG: Nuno Mendes engancha y deja desparramado a Dibu Martínez

Nada que amedrente al marplatense, que no necesita motivos para reafirmarse en su postura altiva, desafiante. Había desembarcado en París con una gorra que llevaba grabadas las tres copas mundiales argentinas, una más de las que tiene Francia. También se tiñó en un parietal la bandera argentina, look que normalmente solo exhibe con el seleccionado argentino, pero esta era una ocasión especial: su personalidad había nacionalizado un partido de clubes.

Los abucheos le cayeron desde la entrada en calor en el Parque de los Príncipes, 45 minutos antes del comienzo del encuentro. Muchos hinchas de PSG se habían aprendido insultos en español. Cumplió con su ritual de concentración, con la pelota entre las manos y la mente abstrayéndose de todo lo que pasa a su alrededor, inclusive del toquecito amistoso que le dio su colega Gianluigi Donnarumma. Hakimi separó la cancha de las tribunas cuando lo consultaron por el (mal) recibimiento al Dibu: “Son cosas que pasan, nosotros estábamos centrados en el partido, nos da igual lo que pase afuera”

Luego, Dibu no tuvo respiro en los 90 minutos. No había recibido goles en cinco de los 10 partidos anteriores por la Champions League. Mantener el arco en cero en el Parque de los Príncipes hubiera sido casi un milagro, como el de Alisson (Liverpool) en los octavos de final. El final mostró al Dibu con el rostro contrariado. Al repudio del estadio le había opuesto su temperamento habitual, no le hizo mella, más le dolió que sus compañeros lo hayan dejado muchas veces solo contra un PSG que le llegó con mucho y por todos lados.

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