Chez Tatave: El bar francés que conquistó Buenos Aires

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Gustave Louis Lucienne Moulin nació el 25 de junio de 1914 en Cannes, la riviera gala donde se desarrolla desde 1946 el famoso festival internacional de cine. Clarinetista, saxofonista, oboísta, acordeonista y actor, su primer profesor de música fue su padre, François; su mamá se llamaba Honorine y era de sangre polaca.

Programa de una actuación en 1960.

Cuando llegó a la Argentina para actuar todos lo llamaban por su apodo, Tatave, diminutivo de Gustavo en el sur galo. Por esto, cuando en 1956 abrió su bistró cultural en la empedrada calle Tres Sargentos 469 (entre San Martín y Reconquista), detrás de las tiendas Harrod’s, eligió como nombre Chez Tatave, que traducido sería “la casa de Tatave”.

Vecino de un par de cabarets de baja categoría y de un hotelucho por horas para parejas, Chez Tatave fue un lugar singular y único, una mezcla de café concert y restaurante, con algo de vodevil y de burlesque, muy cálido y diferente, divertido, informal, extravagante y profundamente parisino gracias a la decoración temática creada por un amigo, el magnífico escenógrafo Saulo Benavente.

Tatave y su acordeón.

La luz tenue no impedía admirar los elementos alegóricos como un cartel de Le Metro (el subte de la Ciudad Luz), carteles de calles, afiches de espectáculos, la réplica de la entrada a un café, un kiosco con cúpula, fotos de artistas como Brigitte Bardot y Edith Piaf… y cada 14 de julio se conmemoraba la Toma de la Bastilla con una fiesta que arrancaba con los himnos acompañados por la música del pianito que había sobre un pequeño escenario.

Interior de Chez Tatave con la decoración del escenógrafo Saulo Benavente.

Punto de encuentro de la bohemia y de los intelectuales, estaba abierto en las noches y podía tomarse un buen vino tinto o blanco acompañado de quesos y paté casero o saborear su especialidad: la tradicional soupe à l’oignon (sopa de cebolla) originaria de Francia. Y de postre, quizás, paladear unas crepes al run.

El gran animador, el showman, por supuesto, era él, Tatave, con su boina, pañuelo al cuello, remera blanca con rayas azules horizontales (como de marinero) y una sonrisa estampada en su cara. Tocaba el piano o el acordeón interpretando una miscelánea de temas de su país mientras se paseaba por las mesas y movía su cuerpo llevando el ritmo e invitando a que los comensales se sumaran con sus palmas.

El músico Tatave Moulin. Solía vestir remera a rayas y boina, très parisien.

Desde luego, los viajeros provenientes de su patria incluían en su periplo al menos una noche en su restaurante ya que compartía la guía turística nocturna ciudadana con otras opciones gastronómicas como Au Bec Fin (Arenales 1223), La Casserole (Carlos Calvo 2000), La Tour D’Argent (Juncal y Uruguay), Le Coq D’Or (Charcas 1372), entre otros restaurantes donde conocer y saborear la cocina gala.

Como otros enclaves de atmósfera francesa aporteñada, dejó su sello en una época, como lo testimoniaba el Album de Recuerdos, el cuaderno de dedicatorias, dibujos y firmas que aguardaba sobre un mostrador. Sus páginas son evidencias de que disfrutaron de este sitio figuras como el corredor Juan Manuel Fangio, el maravilloso mimo Marcel Marceau, el ilustrador Lino Palacio, el escritor Manuel Mujica Lainez y la fotógrafa Annemarie Heinrich, entre tantas otras personalidades y artistas, algunos de los cuales accedían al sótano para encuentros más reservados con el dueño de casa.

Cuaderno de firmas y mensajes del legendario Chez Tatave. En esa página, el dibujo y el autógrafo de George Brassens.

Los visitantes se llevaban las postales del restaurante y las remitían desde sus destinos con mensajes. En el dorso se leía el lema “Un rincón típico de París en el corazón de Buenos Aires” y citaba que el decorado era de Benavente. Con ese propósito comunicacional, el anfitrión instaba a los extranjeros a que le remitieran una postal cuando retornaran a sus casas; piezas gráficas que se sumaban a la ambientación.

Ahí resplandeció Chez Tatave durante 12 años hasta junio de 1968 cuando su locatario tuvo que desalojar su amado petit París. Con los años se construyeron en ese predio edificios modernos de escaso interés arquitectónico.

La chance argentina de su carrera artística

En su juventud, Tatave formó parte de la reconocida orquesta Ray Ventura et ses Collégiens, con la cual emprendió giras por Europa y América. Cuando llegó el nazismo, el grupo se alejó de Europa, tanto que llegó a Brasil y de ahí rumbeó a Buenos Aires, actuando el 12 de julio de 1942 en el mítico Tabarís y, luego en los teatros Politeama y Opera, además de grabar algún disco y efectuar presentaciones en programas de radio. Tras la Segunda Guerra la formación retornó al Viejo Continente, menos uno, Tatave Moulin.

Participó de diversos conjuntos y fundó la banda Los Colegiales de París junto a su coterráneo y actor Maurice Jouvet y al gran violinista Hernán Oliva, entre sus integrantes. Los aplaudieron en las confiterías Adlon y Panam, en algunas emisoras de radio, coquetos salones, instituciones de la comunidad de su país (la embajada, la Alianza Francesa, el Asilo Francés…) y concurridas boites.

Maurice Jouvet

También, en dúo con el cantante melódico corso Jean Tavera llegó a animar las noches estivales del restaurante Le Nid, en Punta del Este, en 1948 y 1949. Y con su agrupación Musette grabó en 1968 un disco de pasta de 45 rpm con RCA Victor, incluyendo una decena de temas.

La tapa de su disco de canciones con su conjunto Musette.

En cuanto a su faceta histriónica, se destacó en elencos de importantes óperas clásicas en el Teatro Colón y se metió también en los hogares por medio de la televisión en 1953 con el programa “París es siempre París” junto a Jouvet, dupla que frecuentaba pasos de baile con cantos al estilo del popular e internacional cantante galo Maurice Chevalier.

Tatave, actuando de cocinero francés junto a Juan Carlos Calabró.

Como actor hizo un unipersonal en el Maipo (un “petit recital sans pretention”, decía el programa de mano), integró también el reparto de siete películas de entretenimiento, entre ellas Mingo y Aníbal, dos pelotazos en contra, protagonizada por Juan Carlos Altavista y Juan Carlos Calabró, donde desempeñó el rol de un cocinero francés, claro está.

Aviso de La Coupole, anunciando la presencia de Moulin y Tavera. 1947.

Después de que se cerró el espacio de Tres Sargentos, abrió otro en la cortada Arturo Capdevila (Paraguay y Rodríguez Peña) y el último boliche, desde marzo de 1969, lo tuvo en un local de la galería de Córdoba 645. Se llamaba La Coupole, homenajeando a una emblemática brasserie parisina del barrio de Montparnasse; aunque le agregó la marca Chez Tatave. En realidad, fue un regreso, porque ya había actuado allí en la década del 40.

Una de las tantas postales que decoraban el lugar.

Un más que merecido reconocimiento lo recibió del Gobierno de Francia, que le concedió la medalla Orden del Mérito por su permanente divulgación cultural. El talentoso Moulin, que tuvo solo un efímero matrimonio de joven, vivió en varios departamentos céntricos y en Julián Alvarez y Arenales. Con 63 años tuvo una hija, Nathalie, a quien se brindó y disfrutó. Murió en el Hospital Francés en 1996, con 82 años, y descansa en el pabellón de artistas en Chacarita. No llegó a saber que iba a ser abuelo.

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