Los agujeros negros suelen describirse como enigmas cósmicos capaces de devorar todo a su paso, verdaderos abismos oscuros que representan una de las fuerzas más impactantes del universo. Sin embargo, un reciente planteo científico sugiere una idea que generó revuelo: ¿y si algunos de estos misteriosos vacíos pudieran estar mucho más cerca de lo que imaginamos, incluso en el interior de nuestros propios hogares? Resulta que expertos plantearon la posibilidad de que estos fenómenos astronómicos estén más en contacto con nosotros de lo que creemos.
Según explican los investigadores, existe la posibilidad de que el universo esté repleto de una forma particular de estos fenómenos cósmicos, conocidos como agujeros negros primordiales. Lo más sorprendente es que algunos cálculos proponen que miles de ellos podrían atravesar cada metro cuadrado de la Tierra cada año, una idea que resulta tan fascinante como aterradora. Bajo esta perspectiva, no sería descabellado pensar que incluso en este mismo instante podrías estar sentado justo sobre uno de ellos, sin siquiera notarlo.
Los llamados agujeros negros primordiales se diferencian de los que solemos imaginar en la ciencia ficción porque no nacen de estrellas que colapsan, sino que habrían aparecido en los primeros instantes de la existencia del universo. Según algunas teorías, surgieron apenas una fracción de segundo después del Big Bang, cuando la materia y la energía comenzaron a expandirse y a distribuirse de manera desigual. En aquellas zonas donde la densidad y la temperatura eran más intensas, el colapso podría haber dado origen a estos enigmáticos objetos.
El doctor De-Chang Dai, investigador de la Universidad de Yangzhou en China, explicó en un estudio publicado en Physics of the Dark Universe que los agujeros negros primordiales son precisamente el resultado de ese contexto inicial: “En este período, la temperatura y la densidad energética del universo eran muy altas”. Este escenario hace pensar que algunos de esos misteriosos vestigios del Big Bang podrían seguir presentes incluso hoy, quizá más cerca de lo que podríamos imaginar. Entonces, cuando las áreas densas se juntaron durante el Big Bang, podrían haberse formado agujeros negros.
A diferencia de los agujeros negros convencionales, los primordiales se caracterizan por su diminuto tamaño. Justamente, Stephen Hawking los describió como objetos que podrían ser hasta 100.000 veces más pequeños que un clip, pero al mismo tiempo 100.000 veces más masivos que el Sol, lo que les otorga una naturaleza tan extraña como difícil de imaginar. Lo curioso es que, pese a su potencia teórica, estos agujeros negros irradian muy poca energía y, según estimaciones, no representarían una amenaza seria: incluso si atravesaran el cuerpo humano a altas velocidades, causarían poco o ningún daño antes de finalmente evaporarse.
Qué dice la ciencia sobre los agujeros negros primordiales
Los expertos plantearon que los agujeros negros primordiales podrían ser, en realidad, la respuesta a uno de los mayores misterios del universo: la materia oscura. El profesor Dejan Stojkovic, de la Universidad de Búfalo, explicó que, a diferencia de lo que se pensaba, estos objetos no necesariamente se evaporan por completo con el tiempo, sino que podrían reducirse hasta alcanzar un estado estable conocido como “remanente de masa de Planck”, con un peso diminuto de apenas 10 microgramos. Esta idea abre la posibilidad de que existan en formas mucho más pequeñas de lo que los investigadores habían imaginado inicialmente.
Desde el MIT, algunos científicos sostienen que si se llegara a confirmar que estos agujeros negros son el origen de la materia oscura, el impacto sería enorme para la física y para la manera en que comprendemos el cosmos. Como señaló el profesor David Kaiser, aunque estos fenómenos exóticos y efímeros ya no existan en su forma inicial, podrían haber dejado huellas en la historia cósmica que hoy se manifiestan en señales casi imperceptibles, ofreciendo nuevas pistas para desentrañar los secretos del universo.