Desde la infancia, los hábitos alimenticios tienen un impacto decisivo en la salud física y mental de las personas, una dieta balanceada durante los primeros años también fortalece el sistema inmunológico. El doctor Sanjay Bhojraj, especialista en cardiología intervencionista y medicina funcional en Maryland, plantea que la calidad de los alimentos que se ofrecen en la niñez puede determinar el bienestar en la vida adulta.
La alimentación infantil como base para una vida saludable
En un artículo para CNBC, el especialista compartió su lista de productos que evita darles a sus propias hijas, a partir de su experiencia clínica de más de dos décadas en la atención de pacientes con enfermedades del corazón. “Como cardiólogo he visto cómo los hábitos alimentarios formados en la infancia a menudo pueden sentar las bases para enfermedades crónicas en la edad adulta”, contó.
Sanjay Bhojraj recordó abastecerse de nuggets de pollo con forma de dinosaurio, papas fritas y cualquier otra cosa que fuera rápida, fácil y atractiva. “Es una etapa por la que todos pasamos, pero he visto el daño que estos productos pueden causar”, detalló.
En su lugar, él y su familia han optado por versiones caseras o más naturales, orientadas a reducir el riesgo de padecimientos crónicos como hipertensión, diabetes y obesidad.
El enfoque del cardiólogo se basa en evidencias científicas y en observaciones médicas sostenidas en el tiempo. Su recomendación no es eliminar por completo los placeres culinarios, sino reemplazarlos por versiones menos nocivas y establecer patrones saludables desde el hogar.
Estos son los cinco alimentos que pueden traer consecuencias futuras en los niños
1. Palomitas para microondas
Uno de los alimentos que encabezan la lista de Bhojraj son las palomitas de maíz preparadas en microondas. Aunque su elaboración rápida y su popularidad entre los niños las hacen comunes en los hogares, estos productos muchas veces contienen sustancias químicas que preocupan al sector médico.
“Las bolsas suelen estar recubiertas con sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), o sustancias tóxicas permanentes que se han relacionado con problemas de salud, como la supresión del sistema inmunitario y defectos congénitos”, alertó el cardiólogo. “Además, el saborizante de mantequilla puede contener compuestos perjudiciales para los pulmones”, agregó.
La inhalación del saborizante artificial ha sido asociada a enfermedades respiratorias en trabajadores de fábricas, según estudios del Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional.
En casa, el cardiólogo sugiere preparar palomitas naturales y utilizar aire caliente o una olla convencional. “Rocíelas con mantequilla derretida real o aceite de oliva”, recomendó, para así reducir la exposición a compuestos industriales innecesarios.
2. Yogures con sabor
Otro producto que Bhojraj prefiere mantener fuera de la dieta infantil es el yogur saborizado. Aunque puede parecer una opción nutritiva por su contenido de proteínas y calcio, muchos de estos productos contienen cantidades elevadas de azúcar añadido y colorantes artificiales.
Según advierte el cardiólogo, las porciones individuales suelen ser pequeñas, lo que puede llevar a que los niños consuman más de una, por lo que incrementan así el consumo de azúcar por cantidad.
Para reemplazar estos productos, la familia del médico opta por yogur griego natural sin endulzantes, al que le agregan frutas frescas y una pequeña cantidad de miel. “Es igual de rico y mucho más saludable”, aseguró. Esta combinación conserva los beneficios del lácteo, como la presencia de probióticos y micronutrientes esenciales, sin la carga de azúcares procesados.
Estudios recientes destacan que el yogur natural aporta nutrientes clave para el desarrollo infantil, como calcio, fósforo y proteínas de alta calidad, fundamentales para el crecimiento de huesos y músculos.
3. Carnes procesadas
El tercer grupo de alimentos que el especialista evita son las carnes industrializadas. “Me refiero a la panceta, los fiambres, las salchichas, las típicas comidas que suelen llevar en la lonchera”, especificó Bhojraj. “Estos suelen estar cargados de sodio, conservantes y nitratos que aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas y cáncer”, explicó.
El cardiólogo señaló que estos aditivos pueden interferir con funciones celulares críticas, como la producción de óxido nítrico, que regula la presión arterial y la salud vascular. Además, su consumo frecuente puede alterar la función del endotelio y favorecer así la acumulación de colesterol en las arterias.
“En casa, preferimos proteínas magras y sin procesar, como pollo a la parrilla y carne de res alimentada con pasto”, dijo. Como alternativa, la familia también incorpora opciones de origen vegetal como lentejas, garbanzos o quinoa, para diversificar estas fuentes en la dieta.
4. Cereales y bebidas con azúcar
El desayuno de muchos niños incluye cereales industrializados, barras energéticas y jugos azucarados. Aunque estos productos se promocionan como prácticos y atractivos, suelen contener niveles de azúcar excesivos que afectan la capacidad de concentración y el metabolismo.
Investigadores del área de la salud infantil han identificado que estos productos provocan aumentos rápidos en los niveles de glucosa, seguidos de caídas que afectan el estado de ánimo y el rendimiento escolar. Además, los altos niveles de azúcar estimulan los centros de recompensa del cerebro, lo que genera patrones de dependencia similares a los que se observan con otras sustancias adictivas.
La propuesta del Dr. Bhojraj para el desayuno incluye frutas frescas, huevos con vegetales o batidos caseros con grasas saludables y fibra. “De vez en cuando beban agua filtrada con sabor a fruta natural”, recomienda.
5. Alimentos fritos
Por último, el cardiólogo recomendó limitar al máximo el consumo de alimentos fritos. “Uno de los muchos problemas con esto es que se fríen a altas temperaturas en aceites industriales reutilizados”, aseguró. “Estos aceites no solo carecen de valor nutricional, sino que saturan alimentos que de otro modo serían saludables con compuestos dañinos como acrilamidas y productos finales de glicación avanzada (AGE), que agravan la inflamación”, explicó.
Además de su impacto bioquímico, estos productos moldean las preferencias de sabor desde la infancia, lo que genera un gusto por lo crujiente que es difícil de revertir. Para mantener esa textura sin los efectos negativos, el especialista utiliza una freidora de aire para preparar vegetales, papas de boniato o chips caseros de verduras.
Incorporar cambios alimentarios en la rutina de los niños no implica eliminar todos los placeres o adoptar dietas estrictas. Según el doctor Bhojraj, se trata de tomar decisiones más informadas y avanzar paso a paso hacia una dieta más equilibrada.
“Antes de hacer cambios drásticos en la dieta de tu hijo, consulta con tu pediatra o profesional de la salud”, advirtió el cardiólogo.