Claudia Sánchez: de la publicidad que le cambió la vida a la decisión de alejarse del medio y el recuerdo del Nono Pugliese

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Fue la top model de los 70, cuando recorrió el mundo, junto a su pareja, el Nono Pugliese, haciendo publicidades para una marca de cigarrillos. Sin embargo, a Claudia Sánchez le gusta aclarar que no es modelo sino comunicadora. “Porque es lo que hice siempre. Si me querían contratar para un producto para el pelo, por ejemplo, decía que no porque no me tiño y no lo uso. En cambio, yo fumaba. Ya no, hace tiempo que dejé”, confiesa.

Tiene la misma sonrisa de aquellos años, y los ojos brillantes y curiosos. La película Las corrientes, de Milagros Mumenthaler y protagonizada por Isabel Aimé González Solá, marca su regreso a la pantalla grande. Se estrena en cines el 13 de noviembre, aunque ya tuvo su premiere mundial en la sección oficial competitiva del 50º Festival Internacional de Cine de Toronto y participó de la competencia oficial de la 73ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

En diálogo con LA NACION, Claudia Sánchez recorre su historia, dice que empezó a trabajar en publicidades por pura casualidad, habla de su historia de amor que tuvo un trágico final y de sus problemas de salud.

-¿Cómo se dio esta vuelta al cine, después de tantos años?

-Porque Ezequiel Pierri (productor y actor) me vio en Invasión, un film de Hugo Santiago que hice en el 69, y me convocó para hacer un casting. Tengo una pequeña participación, pero estoy tan orgullosa de haber hecho está película que es onírica, de mucha belleza. El tema es un TOC que tiene la protagonista con el agua, y la actriz es muy buena, realmente. Me encantó la paz y la tranquilidad de la directora, su ternura. El mío es un papel muy cortito, pero le dieron muchísima importancia.

–Como si fuera protagónico…

–Cuando recibí el libro casi me muero de alegría, porque el cine me fascina. Estoy en publicidad desde los 16 o 17 años, pero no soy modelo. Soy una comunicadora. Siempre que promocioné un producto, lo hice con la intención de comunicarlo con veracidad. Cuando me querían contratar por el pelo, por ejemplo, decía que no porque es mi pelo, y no me tiño. No importa cuánto me pagaran. Nunca mentí. Cuando vendí cigarrillos, fumaba. La ropa que vendía, era la que me gustaba usar. Me acuerdo que una vez me llamaron para un programa de televisión de muchísimo éxito, pero no acepté porque tenía que decir, “los zapatitos son de tal, el saco de tal”, y yo no usaba ese saco, no usaba esos zapatos.

-Entonces perdiste algunos trabajos por no mentir…

-Bueno, tampoco es mentir, porque soy una gran mentirosa (risas). A veces, las mentiras son tan verdades… Siempre en el fondo está la verdad.

-Decís que no sos modelo pero hiciste cientos de campañas publicitarias, ¿cómo es eso?

-Yo trabajaba en una agencia de publicidad que se llamaba Walter Thompson. Todavía iba al colegio, pero era un trabajo de verano, en vacaciones. Tenía que seleccionar cartas, entre las miles que llegaban, para un programa de preguntas y respuestas. Era una preselección y creo que el programa era auspiciado por Gillette. En realidad, yo trabajaba para Gillette, no para la agencia. Un día llegó un americano de la cuenta de cremas Ponds que necesitaban una modelo para la campaña institucional en la Argentina. Pasaron muchas modelos y parece que el hombre dijo: “Ya vi la cara que me interesa”. Y entonces me mandaron llamar y fui con papel y lápiz. Me sorprendió que me eligieran. Enseguida me maquillaron de manera que quedé muy parecida a Elizabeth Taylor. Hice la publicidad y ahí quedó. Dejé de trabajar y me casé muy jovencita con Armando Sánchez, que es el papá de mi hija Candela. Un día, caminando por la calle Lavalle y embarazada, me encontré con el fotógrafo que había hecho las fotos de esa campaña y me dijo que me había buscado por todos lados porque me pedían para otras campañas, pero no pudo ubicarme.

Claudia Sánchez, en los años 70

-Fuiste modelo de prepo, entonces. Y la época de mayor furor fue la de los cigarrillos LM.

-En ese momento no había acceso a viajar. Y nosotros hacíamos las publicidades en diferentes lugares del mundo. Decíamos Viena, sacábamos el ticket del avión e íbamos con el Nono y un camarógrafo. Solamente tres. Hoy no se podría hacer porque el turismo creció muchísimo en todo el mundo y es imposible mostrar lugares sin turistas.

-Esa elección que no fue tuya te cambió la vida…

-Totalmente. Me gustaba dibujar, hacer tarjetitas de Navidad, pintar una pared, tapizarla. Quizá me hubiera dedicado a algo relacionado a eso. Pero evidentemente me había acostumbrado a la plata, porque por cada foto que hacía me la pagaban como si hubiera trabajado durante un mes. O más. Tengo los mejores recuerdos de ese momento. Las campañas de LM eran las mejores. Pude disfrutar, la verdad. La gente nos reconocía en la calle, nos saludaban, o nos decían que habían empezado a fumar por la publicidad. O que querían ser como nosotros. Las mujeres también me querían porque yo no provocaba celos, entonces llamaban al marido para que me saludara. Fueron momentos muy lindos. La vida siempre me trató muy bien…

Claudia Sánchez y el Nono Pugliese, pareja en los comerciales y en la vida

-A pesar de que tenés EPOC y superaste dos enfermedades…

-Sí. Tuve cáncer de pulmón y de mamas. Pero los agarraron a tiempo y me operaron. Y el EPOC lo tengo desde siempre porque ya de chica vivía con neumonías. Mi abuela decía que tenía los pulmones débiles. Vivía con bronquitis. Hace ya muchos años que dejé de fumar.

-¿Te costó?

-No, nada. Un día dije “no fumo más”. Y listo. Y eso que compraba cartones de cigarrillos. Tampoco tomo alcohol desde hace años. Me conozco y si fumo, fumo. Y si tomo, tomo.

-Hiciste todas las publicidades más populares con el Nono Pugliese, con quien estuviste durante 28 años. Eran la pareja ideal.

-Fuimos la pareja ideal, sí. Por eso no puedo dar consejos, porque todo lo que puede hacer una pareja, lo hicimos. Éramos bastante libres, no de tener vínculos con otras personas. Nada de poliamor. Éramos independientes. Por ejemplo, si quería irme de vacaciones con una amiga me iba y estaba todo bien.

Claudia Sánchez, retratada por Sara Facio

-Murió de una manera trágica. Dicen que se escapaba de los paparazzi porque estaba con otra mujer. ¿Qué pasó realmente?

-Nunca lo voy a entender, porque yo sabía todo. No creo en nada de lo que publicaron las revistas de la época. No sé por qué se inventó esa historia. Y no creo que huyera de ningún fotógrafo porque había ya muchas fotos con esa chica. No estábamos separados, pero sí en una crisis. Yo me había ido a Punta del Este. Y me había ido de casa sin decir nada. Estábamos mal y no quería gritar ni pelear, entonces me fui. Me llamaron al hotel en el que estaba para decirme que el Nono había tenido un accidente y estaba muerto. Fue terrible, porque había ido en auto y no conseguía vueltos ni tampoco taxi aéreo. Finalmente fui hasta Montevideo y pude tomar un avión. Me esperaba mi hija. No pude hacer nada porque yo no estaba casada con él. Teníamos una libreta de casamiento donde habíamos anotado a nuestro hijo Francisco. Era de nuestro casamiento en México y la libreta de Córdoba. Y fue tremendo también porque nuestro hijo estaba en Bariloche, se había ido unos días de vacaciones. Fue horrible. Realmente no sé qué pasó porque el restaurante en el que estaba era nuestro y quedaba al lado de nuestro estudio de la productora de cine. Todos sabían que él tenía otra historia. Además, esa noche había ido a buscar a mi hija para cenar. La manera en que murió fue muy triste, muy fea. Pero también creo que no hubiera muerto de otra manera. Murió en su ley.

Claudia Sánchez y el Nono Pugliese, en 1981

El volantazo

-En los 80 te alejaste del medio, ¿por qué?

-Me habían contratado los americanos porque abrían la fábrica de Philip Morris en China y yo iba a hacer la campaña. En ese momento estaba en Andorra, con una amiga. Y sucedió que me habían hecho una nota en una revista, con fotos hermosas. Era una nota de varias mujeres famosas y en la foto yo estaba con pieles blancas, muy glamorosa. Pero la tapa fue de los chicos de Malvinas, porque estábamos en guerra, en el 82. Me sentí tan mal pensando en esas madres de esos chicos tan jóvenes. Fue shockeante que publicaran esa nota tan frívola con esa tapa. No me gustó nada. Me sentí muy mal. Decidí alejarme del medio.

-¿Y a qué te dedicaste?

-Compraba departamentos, los arreglaba, los vendía. Y después tuvimos la productora de cine. Recuerdo que compré un edificio para reciclar, y estaba ocupado, pero sabía que la gente se iba a ir en algún momento, y los ayudé a comprar algo lindo, a uno por uno. Había un señor que era afinador de pianos y lo ayudé a mudarse cerca de la casa de su hija, en una casita hermosa.

-También compraste una casa en Barrio Parque que perteneció a Victoria Ocampo.

-Sí. Vivimos ahí durante diez años. Ahora pertenece al Fondo Nacional de las Artes. Cuando la compré, la casa estaba en muy mal estado. La reciclé respetando la arquitectura. Me acuerdo que una revista de arquitectura de ese momento dijo que había hecho un trabajo de arqueología. En los 90 se la alquilé a Mauricio Macri, cuando era jefe de Gobierno. Después la compró Amalita de Fortabat, y la terminaron de destruir.

-Y no volviste hasta ahora a tu gran amor, el cine…

-Es cierto. Hice Circe, de Manuel Antín y trabajé en televisión también, con Leonardo Favio. No tuve representante y me llamaban directamente a mí. A veces decía que no porque sabía que, en determinadas tomas, iba a tener que mostrar mucho los dientes y no me gustaban porque estaban separados.

-¡Pero ese fue tu sello!

-Son percepciones. Los tenía separados porque no había cambiado un diente. Con los años empecé a tener dolores de cabeza tremendos, y me tuvieron que operar. Ahí se juntaron un poquito mis paletas. Fue el primer trasplante dental que se hizo. Me operó el doctor Müller.

Claudia Sánchez recorrió el mundo como modelo de una marca de cigarrillos

-¿Es verdad que también fuiste fotógrafa?

-Sí. Un compañero se fue a vivir a San Pablo y me regaló la ampliadora y las baterías de laboratorio para revelar. En ese momento le sacaba fotos a los chicos en el Botánico, porque vivía enfrente. Le sacaba fotos al chiquito caído, al chiquito llorando, al chiquito tomando agua, y le pedía la dirección a las niñeras. Era otra época (risas) y después iba a ofrecer las fotos. Un día me llamaron para hacer un casamiento y entonces busqué un fotógrafo que pudiera ayudarme; Enrique Grimberg era, y tenía un estudio en la calle Carlos Pellegrini. Creyeron que me iba a ofrecer como modelo y aceptó el trabajo a cambio de hacerme unas fotos que fueron la campaña de Paso de los Toros. Y gracias a esa foto me llamó Hugo Santiago para hacer una película, Invasión.

-Sos una mujer de muchos intereses. También fuiste piloto y corriste en competencias de rally…

– Sí, en Argentina y en el mundo. Uno que recuerdo especialmente es el Rally de las Princesas, en Paraná, Entre Ríos. Fui piloto y tengo premios ganados. Tengo un Ford A que es de 1929 y ahora está en Colonia.

-¿A qué se dedican tus hijos?

-Candela vive en Saint Thomas y trabaja en negocios con su marido. Es mamá de los mellizos Pedro y Aurora, que se llaman como mi papá y mi mamá. Y Francisco vive en Los Ángeles, tiene una productora de cine y es papá de Frankie.

-¿Tenés otros proyectos?

-Pasarlo bien (risas).

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