Colchones en las ventanas, encierro e incertidumbre: así viven los argentinos el paso del huracán Melissa en Jamaica

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KINGSTON.– El huracán Melissa, de categoría 5, tocó tierra en Jamaica el martes con ráfagas de hasta 295 km/h, y obligó tanto a la población local como a los turistas a buscar refugio ante la amenaza de condiciones catastróficas, lluvias torrenciales, inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra, mientras el poderoso fenómeno avanzaba con fuerza por el norte del Caribe. Se espera que la tormenta cruce diagonalmente la isla y golpee Cuba tarde el martes o temprano el miércoles, para luego dirigirse al sureste de Bahamas.

El embajador argentino en Jamaica, Marcelo Balbi Calvo, informó a LN+ que actualmente hay unos 70 turistas argentinos en la isla, alojados “en construcciones consideradas seguras”.

LA NACION se comunicó con algunos de ellos para conocer su experiencia en medio del impacto del quinto huracán más intenso registrado en la cuenca del Atlántico y el más fuerte en la historia de Jamaica desde que existen registros, hace 174 años.

Imágenes del huracán Melissa en Jamaica

Colchones y muebles contra las ventanas

“El viento se está haciendo más intenso”, contó Gustavo Gaudino, un turista argentino varado en el hotel Riu de Montego Bay, en la costa noroeste de la isla.

Según relató, las autoridades del establecimiento trasladaron a todos los huéspedes de la planta baja a pisos superiores ante el riesgo de inundaciones. Gaudino, que permanece confinado desde ayer, deberá continuar aislado al menos hasta las 18 (hora local) de hoy.

Al resto, cuenta Gustavo, les pidieron “no moverse de las habitaciones” y “mantener los ventanales cerrados”. Él y su grupo, alojados en el segundo piso del hotel, colocaron muebles y colchones contra las ventanas como medida adicional de precaución, “por si estallan”.

El hotel, relata, distribuyó viandas con comida y bebida suficientes para dos o tres días. Gustavo había llegado a Jamaica sin otro propósito que hacer turismo, en uno de los viajes que suele realizar con su grupo de trece amigos. Alcanzaron a disfrutar de la mitad de sus vacaciones antes de tener que recluirse por el paso del huracán.

Aunque el personal del establecimiento les había advertido días atrás sobre la posibilidad de que el ciclón pasara cerca de la zona, la incertidumbre domina el ambiente.

“Nadie sabe nada, porque este tipo de huracán no lo vivieron nunca y no saben qué magnitud va a tener el desastre”, dice Gustavo. Ahora, solo les queda esperar a que pase la tempestad y evaluar qué impacto dejará el fenómeno en la isla.

En este contexto, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés) advirtió el martes que la situación es “extremadamente peligrosa” y “pone en riesgo la vida”.

La tormenta ya ha matado al menos a tres personas en Jamaica, tres en Haití y cuatro en República Dominicana, donde otra persona sigue desaparecida.

“Estoy en el hotel Riu Tropical Bay, en Negril, en el extremo oeste de Jamaica”, cuenta Gustavo Matteazzi, un argentino varado en la isla caribeña tras la suspensión de su vuelo por la inminente llegada del huracán Melissa. “Estaba acá vacacionando. Todo bien hasta que pasó esto. Me quedé en el hotel, que es all inclusive, pero ya estamos confinados en las habitaciones. Cada uno hizo lo que pudo para protegerse: algunos taparon los ventanales con colchones”, relató a LA NACION.

Gustavo viajó solo, aunque no está completamente solo. “Hay muchos argentinos, también chilenos, colombianos… El hotel estaba lleno, pero ayer ya éramos la mitad o menos. Algunos intentaron irse, pero les suspendieron los vuelos y tuvieron que volver. El hotel les reconoció dos días, pero después les cobra tarifa completa”, contó.

La situación en Jamaica es crítica y genera preocupación entre los turistas. “La isla es muy precaria. Las rutas, las viviendas… no están preparadas para esto. Y por lo que estuvimos leyendo, nunca en la historia de Jamaica hubo un huracán categoría 5 como este. Por eso el miedo de la gente”, explicó.

Desde el hotel se tomaron medidas preventivas con varios días de anticipación. “Hace tres días sacaron todas las reposeras de la playa, tapearon los vidrios grandes del lobby y anoche ya nos confinaron. A partir de las ocho de la noche nadie puede salir de su habitación. El hotel son edificios separados, de tres pisos, y todo está conectado a cielo abierto. Si algo vuela, te puede golpear. Por eso nos piden que no nos acerquemos a los ventanales”, relata Gustavo.

A pesar de todo, asegura sentirse relativamente seguro, aunque mantiene la cautela. “No me puedo asomar a la ventana. El vidrio vibra mucho y nos dijeron que no lo hagamos, por si explota”, explica.

Muebles tapando la puerta del cuarto del hotel

La escena afuera es desoladora: “Hace media hora todavía se veían árboles partiéndose por el viento. No llueve tanto, pero el viento es tremendo. Está bravo”. Según los mapas satelitales, el epicentro del huracán se encuentra muy cerca de Negril, justo donde él está alojado.

Gustavo, oriundo de Ushuaia, reconoce que está acostumbrado al frío, pero no a este tipo de fenómenos extremos. En medio del encierro, el apoyo emocional se vuelve fundamental. “Tenemos un grupo de WhatsApp con argentinos y otros turistas. Nos vamos conteniendo, pasándonos chistes, tratando de hacer más llevadero el momento”, cuenta. También destaca la labor del consulado argentino: “Están en contacto permanente. Por ahora no hubo emergencias, pero el apoyo emocional es muy importante”.

“El hotel restringió todo”

Otra turista argentina, Tatiana Rossi, de 34 años y oriunda de Rafaela, Santa Fe, también se encuentra varada en Jamaica junto a su madre. “Estamos en el hotel Riu, en Negril. Hace tres días nos dieron una aplicación para seguir el huracán en tiempo real. Hoy, hace un rato, tocó tierra y se empezó a sentir más fuerte: lluvias, vientos…”, describe.

“Por suerte, no estamos en la zona donde pega de lleno, pero sí nos llega el resabio. Nos pidieron que pongamos los colchones en las ventanas y que no salgamos de las habitaciones”, agrega Tatiana en diálogo con LA NACION.

Una imagen de Tatiana y su madre en la playa, días antes de la llegada de la tormenta

Tatiana llegó a la isla hace más de una semana y recuerda que los primeros días fueron completamente distintos. “Los primeros siete días fueron espectaculares, con sol y todo normal. Pero desde hace tres días el hotel empezó a restringir todo: la pileta, el acceso al mar, los bares cerrados, el buffet reducido. Y eso que es un all inclusive”, lamenta.

“Hoy y mañana nos cobran una tarifa reducida de 85 dólares por persona. Pero a partir del viernes vuelve la tarifa normal: 360 por persona. Y eso que estos últimos tres días no pudimos disfrutar todo lo que el hotel tiene”, agrega.

Desde el establecimiento les llevaron comida a las habitaciones, aunque no sin inconvenientes. “Pero todo lo que trajeron es para cocinar en microondas… y no hay microondas en la habitación. Así que estamos medio a la deriva hasta que pase el huracán”, cuenta Tatiana.

Según les informaron, el fenómeno debería abandonar la isla entre las 7 y las 8 de la noche. “Esperamos que no se extienda más y que no cause tantos destrozos. Por ahora, lo importante es que estamos bien”, concluye con serenidad.

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